CATALEJO

Tradiciones: una necesidad social

|

Hoy, la mayoría de los guatemaltecos adultos celebraremos la fecha del día de los Santos con una de las tradiciones únicas del país, como producto de nuestra esencia cultural: comer el fiambre, una verdadera maravilla gastronómica cuyos orígenes se pierden en los siglos a partir del inicio de la mezcla indígena y española. Pero por desgracia y por la desidia y descuido de muchos de los integrantes de la actual generación de adultos jóvenes con hijos pequeños o adolescentes, ellos no afianzarán esa tradición culinaria, como todas las demás —tamales, enchiladas, chuchitos, pepián, subanik, kakik, etcétera— amenazadas desde hace algunas décadas por comidas de origen foráneo como las hamburguesas, hot dogs o pizzas, en una globalización triste.

La permanencia de las tradiciones es una necesidad para la sobrevivencia de la cultura propia de los países. No solo en la comida, sino en otras festividades: los nacimientos de Navidad, las posadas, el aserrín de colores, los pastorcitos de tosca elaboración, e igualmente los bailes y trajes indígenas propios de la pluralidad de etnias del país, también amenazados por el descuido, la falta de valorización, el precio elevado. Una de las desdichadas características de los guatemaltecos, en general, es carecer de una identidad propia como tales. Ciertamente, la diversidad cultural tiene un lado positivo porque marca las diferencias internas, pero por otra parte se convierte en una forma de división social por muchos motivos, todos fuera del tema de este artículo.

Las tradiciones tienen la particularidad de traspasar sus orígenes, al convertirse en parte del paisaje cultural del país. El ejemplo más claro es el de las procesiones de Semana Santa, porque además de los valores y significados puramente católicos, hay manifestaciones en la vestimenta, la comida, la música y el folklore, de lo cual las alfombras preparadas por miles de vecinos de todas las ciudades del país, especialmente La Antigua y la capital, y constituyen una exhibición multitudinaria de las imágenes religiosas, cuyo valor igualmente trasciende lo religioso debido a ser extraordinarios ejemplos del arte barroco guatemalteco, con características propias dentro de ese movimiento artístico mundial. Son representaciones claras de la guatemalidad.

Países como México e Inglaterra son particularmente cuidadosos con la preservación de sus tradiciones en prácticamente todos los campos de la vida social. Con algunos podemos sentirnos extrañados, como los desfiles de la reina Isabel, en carrozas de hace cuatro siglos, o sentirnos cerca de alguna manera, como los danzantes mexicanos, para celebrar el día de la Virgen de Guadalupe. Ese interés por la tradición del vecino país lo ha hecho exportar muchas de sus manifestaciones culturales. En Guatemala es al revés: hay poco aprecio a la marimba chapina, que permite interpretar, con músicos virtuosos, cualquier obra escrita para piano por los grandes maestros clásicos, así como por los igualmente virtuosos autores nacionales, de valor universal.

Guatemala se halla ahora en una encrucijada, por la cual, a mi parecer, se podrá dividir a la historia nacional en un antes y un después de la lucha contra la corrupción. Preservar y promover las tradiciones nacionales, cualquiera, constituye una forma de afrontar este cambio, porque durante muchos años se ha descuidado todo lo nuestro, incluyendo hasta el idioma, porque se mantiene por desgracia un malinchismo y sometimiento culturales presentes en nombres de comercios, productos, e incluso el lenguaje común, con el agravante de hacerlo con una especie de orgullo y de sentirse superior a los demás. Este primero de noviembre, quienes coloquen flores donde descansan sus seres queridos contribuirán a mantener una hermosa y emotiva tradición.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.