CABLE A TIERRA

Un último llamado a su cordura

¿Ya se fijó usted que el próximo lunes será 16 de abril y que, en pleno día de feriado, Jimmy Morales elegirá nuevo fiscal general? Qué conveniente, ¿verdad? Los ojos e interés de la gente puestos en el asueto (difícil imaginar que en la Consulta), mientras este señor toma la que tal vez será la decisión más crucial de toda su administración, una que repercutirá en el destino del país mucho más allá de los interminables 20 meses de gobierno que aún le quedan.

Sin embargo, luego de ver sus reacciones en los más recientes eventos públicos, donde una entrevista televisiva que intentaron hacerle el lunes recién pasado es solo el ejemplo más reciente, deberíamos estar aún más preocupados. ¿Está realmente en condiciones de cumplir con esta obligación constitucional? El presidente se ve mal: desencajado, su mirada más vacía y perdida que nunca y tan irritable que parece un fosforito que anda buscando dónde frotarse para poder prender fuego. Ya sé que nunca se ha distinguido por su ecuanimidad ni por bonhomía, pero su apariencia y conducta actual hacen pensar que tal vez alguna forma de medicación pudiera estar alterando su sistema nervioso, afectando su capacidad para controlar sus emociones y reacciones y, posiblemente, su juicio. Preocupante en verdad.

Seguro que quienes lo han usado y han aprovechado sus debilidades y temores para acercarlo a ese nivel de enajenación no piensan igual. Lo querrán “preparadito” para cumplir con la misión de elegir a alguien “conducente” a sus intereses. No obstante, llegará el día en que él se dé cuenta de que se dejó arrastrar al fondo de un pozo muy pero muy oscuro, del cual es muy difícil salir. Sus ahora “cuates” le llenan la cabeza de a saber qué ínfulas, halagos y miedos, porque les es útil. ¿No se dará cuenta acaso de que no es el armador del juego, sino el jugador a quien le tocó tirar el penalti en un partido que promete sin duda alguna tiempos extras?

Pienso que la elección de fiscal general podría ser su última posibilidad de redención o bien convertirse en su condena final, aunque esta no se realice sino hasta años después. Basta ver a su alrededor para percatarse de que tiene poca probabilidad de ser la excepción a la regla. Si no se detiene y retoma control de sí mismo, luego será tarde para arrepentirse y buscar apoyo con quienes pudieron haber sido sus mejores aliados para hacer un gobierno si no brillante, al menos aceptable. Por supuesto, difícil ver ese tipo de alcances y repercusiones de mediano y largo plazo cuando ha perdido el control sobre sí mismo.

Por ende, toda la responsabilidad sobre lo que acontezca con dicha elección recae en los integrantes de la Comisión de Postulación. Su papel es realmente histórico y trascendente. Ellos deben demostrarle a la sociedad —y al mundo entero en realidad— que no forman parte del Pacto de Corruptos. Que su preselección de seis candidatos y/o candidatas a fiscal general asegure que no retrocederemos; que no importe a quién finalmente escoja Jimmy Morales entre los seis —ni en qué estado lo haga—, el país continúe avanzando con el proceso de depuración del Estado y con la lucha contra la corrupción como uno de los pilares sobre los cuales se puede comenzar a cimentar una reconfiguración mayor de la sociedad, ojalá a partir del 2019.

Por consiguiente, esta elección también es crucial para ustedes, señores integrantes de la Comisión de Postulación: los puede consagrar, redimir o condenar. La coyuntura los ha puesto en el filo.

Queda en ustedes decidir con qué lado de la navaja se han de cortar. Ahora que les toca decidir, ojalá que sean más sabios que Jimmy y estén menos acorralados que él.

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