A CONTRALUZ

Una política exterior que ha tocado fondo

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¿Cuáles son los objetivos y los ejes de la política exterior que impulsa el actual gobierno? ¿Apoyo a los migrantes? Ni por asomo. ¿Se recuerdan que el presidente Jimmy Morales nombró a su amigo Marvin Mérida como asesor en temas migratorios? Pues el susodicho nunca se preocupó de nuestros connacionales en EE. UU., sino que se dedicó a desprestigiar al exembajador Todd Robinson porque supuestamente se extralimitaba en sus funciones en Guatemala. Ya desde entonces el objetivo principal era boicotear la labor de la Comisión Internacional contra la Impunidad y el comisionado Iván Velásquez. Ahora esa política exterior ha tocado fondo. No tiene pies ni cabeza porque parece estar desarrollada por impulsos. Hoy todo se circunscribe a subordinar esa política a los intereses personales del gobernante.

El presidente acaba de regresar de su última incursión: la apertura de la embajada de Guatemala en Jerusalén, en abierto desafío a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU de 1980 que censuró la decisión del parlamento israelí de proclamar Jerusalén como capital de ese país. La acción de Morales significó una bofetada al derecho internacional en el que está sustentada la resolución de las Naciones Unidas. ¿Sobre qué bases de la política exterior del país se basó tal medida? Sobre ninguna, porque el mandatario decidió el traslado de la sede diplomática por dos razones básicas. La primera era acercarse al presidente Donald Trump, para que lo apoyara en su objetivo de echar a la Cicig. La segunda fue su fundamentalismo religioso, tan así, que en la comitiva que fue a Israel iba incluido un predicador evangélico.

La decisión del gobernante deja mal parada a Guatemala porque la mayoría de países integrantes de la ONU ven ahora a nuestro país como perro faldero de Trump, además de ganarse la enemistad de las naciones árabes. Aún más, Jimmy Morales se llevó a toda su familia a la inauguración de la sede diplomática y un número no determinado de personas, cuya afinidad con él es que están contra la Cicig y buscan hacer retroceder la lucha contra la corrupción. La propia embajada de Israel en Guatemala tuvo que desmentir que no pagó el transporte aéreo y que este habría sido cubierto por el gobierno guatemalteco. Posteriormente, la canciller Sandra Jovel aseguró que fue cubierto por empresarios, de quienes declinó dar los nombres. Entonces volvemos a las andadas de Jimmy Morales de ocultar información como lo hizo con el financiamiento electoral de su partido. El mandatario debe saber que él es un servidor público y tiene la obligación de rendir cuentas de qué recursos recibe y la forma en que gasta nuestros impuestos.

Pero la canciller no solo se quedó en el ocultamiento de información sobre el viaje a Israel, también se lanzó contra el G-13 porque este grupo pidió reconsiderar el retiro del embajador sueco Anders Kompass. ¿Será que Jovel sabe que esa instancia está conformada por los países donantes, como Italia, Alemania, Canadá, España, EE. UU., Francia, Reino Unido, Suecia y Suiza, así como la Unión Europea, el Banco Mundial, la OEA y el Sistema de Naciones Unidas? El presidente, que no da la cara a la opinión pública, parece conformarse con estrechar lazos con Israel, aunque el mundo se le venga encima. Incluso a Trump, a quien ha tratado de halagar con el traslado de la embajada a Jerusalén, no le interesa ni puede ayudarlo en su lucha contra la Cicig. El apoyo a la comisión investigadora y a Iván Velásquez es un acuerdo bipartidista entre republicanos y demócratas y, por lo mismo, no está sujeto a las veleidades de un presidente acomodaticio.

@hshetemul

ESCRITO POR:

Haroldo Shetemul

Doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca, España. Profesor universitario. Escritor. Periodista desde hace más de cuatro décadas.