CATALEJO

Valor de encuestas y de entrevistas

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Las encuestas, cuando lo son realmente porque las realizaron empresas profesionales celosas de su buen nombre, al aplicar las técnicas de este tipo de investigaciones sociales, tienen la característica de provocar escozores sobre todo en el campo político, no digamos politiquero, existente en el país. Por esa causa no sorprenden las trabas puestas en la nueva Ley Electoral en cuanto a la fecha de presentación de sus resultados. La semana pasada circuló una medición de opinión realizada por CCID Gallup en septiembre, y sus resultados sólo sorprenden a los miembros de la “rosca” cercana al presidente Jimmy Morales, quien bien haría en leerlas, buscar asesoría profesional para entender resultados, pues él sin duda cree en el aforismo “la verdad os hará libres”.

En resumen: el país lleva rumbo equivocado, 80%. La corrupción es el principal problema del país y el promedio de esta percepción es de 87% entre enero del 2017 y septiembre pasado. El presidente nunca o casi nunca hace lo mejor para el país, 58%; lo hace bien o muy bien, 15%. El 89% no tiene preferencia partidaria, y el 1% prefiere al partido oficial; el 46% tiene mucho o algo de interés por los asuntos políticos. La noticia de mayor impacto fue la no renovación de la Cicig, 26%, y el gobierno tuvo solo 8% de impacto noticioso. En otro tema, el 93% desaprueba el aborto provocado; 8% lo aprueba sólo cuando está en peligro la vida de la madre; 6% si es producto de violación; 3% cuando la madre no lo quiere. El asesinato de líderes comunitarios es político, según el 54%.

El presidente sigue sin poder controlarse: su respuesta con menciones a Galileo fue otro ejemplo de humor negro. No sabe tampoco, o no quiere darse por enterado, de cómo debe ser la relación entre un mandatario y la prensa. Hace semanas, Prensa Libre solicitó una entrevista, lo cual demuestra fehacientemente lo absurdo del criterio de quienes califican a este periódico como su “enemigo”. No había habido respuesta, pero el miércoles súbitamente sus voceros solicitaron realizarla ese día. El entrevistador comenzó su tarea de preguntar y de pronto el mandatario de nuevo perdió el control, amenazando con darla por terminada porque no le agradó una pregunta. Por profesionalismo, el periodista decidió repetir la pregunta, y seguir con las demás.

Las normas periodísticas indican el fin de una entrevista cuando el entrevistado se enoja o se olvida de haber sido de hecho quien la solicitó y con ello admite las normas. Ello, obviamente, debe ser señalado en la publicación del trabajo. Al pensarlo un poco menos intempestivamente –pues llegó al punto de intentar levantarse de la silla y salir– sin duda se dio cuenta del error y de la prueba de inmadurez. Se quedó, pero su lenguaje corporal demostraba claramente su molestia. Es decir, para su criterio las entrevistas deben ser una especie de documentos de relaciones públicas, de sonrisas, donde sólo se abordan aquellos temas de interés y de beneficio para el entrevistado, no de los ciudadanos de hecho representados por quien realiza el trabajo periodístico.

Sinceramente, yo lamento todos los memes y demás manifestaciones burlonas a través de las casi siempre anónimas y por ello cobardes redes sociales. Me siento mal a causa de ser la institución llamada Presidencia de la República, llamada a representar la unidad nacional. Igualmente, lamento a inutilidad de hacer sugerencias o críticas, porque se vuelven inútiles a causa del bombardeo constante de quienes lo rodean y convencen para ver mala fe en todas las acciones de la prensa independiente. Por desgracia, aún no ha logrado darse cuenta del mal causado a él mismo por quienes, mal utilizando el ejercicio periodístico, manipulan la información a fin de no causarle molestias. Esto no ha sido solo en este gobierno, sino en el de los últimos cinco lustros.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.

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