REGISTRO AKÁSICO

Ya vieron, se lo dije

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Un comerciante tiene como única manera para alcanzar Costa Rica, al mar. Se escribe, se repite y se vuelve a repetir. Frente a ello, oídos sordos. El cabotaje debe ser desarrollado con urgencia en el país. No se podrán vender los productos agrícolas a los países del Caribe si no se tiene asegurado el transporte marítimo. Se debe formar una generación de marinos para surcar los mares que bañan este territorio. No habrá posibilidad de marinería sin escuelas en manos de la armada nacional, que inculquen la disciplina y los valores. Deben existir líneas de crédito para facilitar tanto la adquisición de barcos como fabricación de los insumos. Los precios de los mismos son altos, porque se dirigen a un mercado que está copado por el placer y el lujo. Navegar es preciso; muchas vidas, no lo son.

La Autoridad Marítima Portuaria de El Salvador calculó en seis horas el transporte por ferry de La Unión a Puerto Caldera en Costa Rica. En 2014, se iniciaron tratativas con navieras para facilitar ese medio y se ha anunciado varias veces que está a punto. Se estiman que pueden ofrecerse tres viajes con tiempo total de embarque y travesía entre 18 a 20 horas. Frente a los cinco días de transporte terrestre que dilataba cuando se podía. Es obvio, la economía de tiempo. Se estima en 76% la caída del comercio entre los países del triángulo norte y Costa Rica.

No obstante, no es fácil pasar de las declaraciones a la realidad. La naviera Odiel, española, el año pasado anunció que no iniciaría el servicio pues las negociaciones no podían concluirse. Los funcionarios se opusieron bajo argumentos de carecer de un reglamento multimodal de transporte y falta de claridad en las tarifas.

¡En todos lados se cuecen habas! Cuando se inicia un negocio, siempre habrá interferencia de los funcionarios que controlan al gobierno para buscar empleos, coimas y ventajas personales. En este caso se habla de El Salvador y Costa Rica. En el puerto La Unión, se niega la facilitación aduanera. El presidente de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador, René Vásquez Garay, señaló que la aduana traba el proceso de embarque.

La novela de Ayn Rand, La rebelión de Atlas, cuya lectura se usa en una universidad del país para convencer a los estudiantes de la nefasta intervención gubernamental. Deja de lado, el asunto de la falta de iniciativa e imaginación en los empresarios. En nuestro caso, es obvio que ni la patronal ni los políticos, están interesados en mejorar el transporte. Se acepta como designio del cielo, la baja de la actividad económica del país. El gobierno ajusta cifras a la baja. Las cámaras empresariales no piden aprovechar los dos mares, a los que se tiene acceso. Piden inversión sin tener la más mínima idea del proyecto a impulsar. En la oficina de planificación estatal hace una década, no se conocía ni siquiera la palabra cabotaje.

El puerto Santo Tomás de Castilla y Puerto Quetzal, han ralentizado el movimiento de carga portuaria. Véase el campo pagado de la Asociación de Navieros de Guatemala, donde denuncia haber pasado de 8 a 30 horas en desembarque por la falta de grúas. La Agexport y la administración portuaria trabajan en una hoja de ruta para mejorar. (https://goo.gl/Z2BVZc) El presidente de la Empresa Portuaria (Empornac), Bayron Monterrosa, anunció que han perdido el 90% de la carga salvadoreña (https://goo.gl/vwQcKh). En el Pacífico, consta la ineptitud y podredumbre.

Para finalizar, se agradece las comunicaciones de marinos militares y privados que se han referido a estos comentarios. No todo está perdido, volveremos a navegar.

http://registroakasico.wordpress.com

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.