CABLE A TIERRA

Primer Nivel de Atención

Al igual que ocurre con la iniciativa de Reforma Sectorial de Salud que tiene la Vicepresidencia, esta es la hora en que no se ha hecho público tampoco el rediseño del primer nivel de atención que quiere impulsar el comisionado presidencial para la Desnutrición Crónica Infantil para el Ministerio de Salud, y para el cual, al parecer, cuenta ya con el respaldo financiero de varios organismos internacionales. Detrás hay nuevos préstamos y donaciones que terminaremos pagando, o compensando por otras vías, como lo fue cuando se hicieron las “reformas al MSPAS”, a finales de los 90. Solo ese hecho hace doblemente obligado hacer público lo que se pretende hacer. A fin de cuentas, somos la ciudadanía quienes terminamos pagando los platos rotos de las decisiones que tomen. —Por cierto, en este caso, no se escucha que las autoridades renieguen de “injerencia extranjera”—.

El primer nivel de atención de un sistema de salud es la parte de la red de servicios que está en contacto directo y permanente con los individuos, las familias y las comunidades allí donde estas residen y desarrollan sus actividades; donde se tejen los lazos de la resiliencia comunitaria y se crean las condiciones para mantener a las personas saludables, prevenir tempranamente enfermedades e intervenir oportunamente cuando la persona enferma o herida necesita atención, o bien si debe ser referida a instalaciones que cuentan con mayor capacidad resolutiva que las que el primer nivel de atención tiene de manera permanente. En eso radica su importancia: debería funcionar como la puerta de entrada de las personas al sistema, pero ante todo, debería servir para evitar que tengan que entrar al mismo, al poner todo el énfasis de su actuar en la promoción de acciones que cambien las condiciones de vida y de trabajo por otras que den como fruto, salud y más bienestar.

En Guatemala no ocurre así. En primer lugar, porque todo el sistema de salud —público y privado— está medicalizado; es decir, privilegia la atención de la enfermedad por sobre la conservación de la salud. Segundo, cuando aquí se habla del “primer nivel de atención” predomina en el imaginario social que son los servicios que deben recibir los pobres, los desnutridos, los que no pueden ir a un establecimiento privado y pagarse ellos el médico, o que no tienen IGSS. Desde esta perspectiva, el Primer Nivel de Atención se materializa en un conjunto de servicios mínimos (los más mínimos posibles), que se prestan por parte de un escaso personal paramédico; es más, las prestaciones ni siquiera van dirigidas a todos los pobres, sino a aquellos que se han definido como “prioritarios” por el sistema: las embarazadas y los niños menores de 2 años, en el caso de la desnutrición. O niños de hasta 5 años para el caso de inmunizaciones (actividad por cierto, que sigue paralizada en el Ministerio de Salud). ¡Los demás, que vean qué hacen! Como si acaso la hipertensión, la diabetes, los cánceres y otras enfermedades crónicas solo ocurrieran entre la gente más acomodada. ¿Salvamos a los niños para luego dejarlos morir de jóvenes por un balazo, o porque sufren diabetes o hipertensión? ¡Qué sinsentido!

¿El “rediseño” del primer nivel de atención en salud —o lo que proponen como “Reforma”— parte acaso de una conceptualización distinta de la que ha imperado hasta ahora? ¿O será más bien una mera reedición maquillada de lo que ya conocemos? Están tratando estos asuntos, de alto interés nacional, como secretos de Estado, cuando lo que la ciudadanía pide es transparencia y acceso público a la información sobre las decisiones que se están tomando.

karin.slowing@gmail.com

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