El puesto 125
A eso, sumar un acelerado proceso de desintegración de las familias por inseguridad y pobreza —un tejido social rompiéndose a pedazos— y una juventud cuyo mejor horizonte es dedicarse a una actividad delictiva, por falta de oportunidades de educación y trabajo.
La antigua estrategia de mantener a la población en la ignorancia y sin acceso a la participación ciudadana resulta a veces contraproducente incluso para quienes se benefician de ella. Esto, porque una sociedad poco informada es una sociedad castrada, carente de los recursos que le proporciona un proceso saludable y necesario de desarrollo político. Esta estrategia, diseñada por sectores conservadores con el propósito de mantener intocadas sus influencias y privilegios, es uno de los factores de retroceso más importantes para una democracia moderna.
Como contraste, el IDH sugiere acciones para incluir a los jóvenes como sujetos de derechos y actores estratégicos del desarrollo. Sin embargo, en el marco local, estas y otras recomendaciones se han repetido a lo largo de décadas sin incidencia en las decisiones de los gobiernos, con los resultados que se observan en el tema migratorio. Por el contrario, se han seguido sistemáticamente las líneas trazadas por quienes se oponen al desarrollo social, político y económico de las mayorías.
El camino al desarrollo, como lo pintan los organismos internacionales, está dibujado sobre un mapa de combate a las desigualdades. Para ello, acelerar la inversión pública, ampliar la cobertura en salud, garantizar educación de calidad para todos, reducir drásticamente la desnutrición crónica y crear oportunidades de emprendimiento y participación para las mujeres son solo algunos de los pasos obvios para salir del puesto 125 del índice de desarrollo humano, entre 187 evaluados.
En el ámbito interno, los frentes de crisis se abren a diario, reduciendo la capacidad de respuesta del Estado. Son situaciones propiciadas en su mayoría por un debilitamiento institucional sostenido e injustificable, dados los abundantes recursos a los que se podría echar mano, pero cuyos beneficios van a bolsas particulares. Hoy se carece de fórmulas y remedios mágicos para poner fin a la enfermedad. Solo una firme y decidida voluntad de participación ciudadana, con todo lo que ello implica de conciencia y sacrificio, podría significar el giro indispensable para remontar.
elquintopatio@gmail.com