SI ME PERMITE

Revisar metas para avanzar

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“Dios no me ha llamado a mí a ser exitosa. Él me llamó a mí para ser fiel”. Madre Teresa de Calcuta

Ha transcurrido la mitad del año y es sano evaluar dónde estamos para que por lo menos el resto del año pueda mejorar nuestra manera de alcanzar nuestras metas y que cuando llegamos al final del año, este sea coronado con satisfacción y saber que se ha hecho lo mejor en lo que a nosotros como individuos nos toca.

Muchas veces nos enfocamos tanto en lo que para nosotros es considerado como un éxito que podemos perder la perspectiva de la integralidad de la vida y llegar a lograr un punto y haber perdido todo lo demás. Claro, puedo llegar a ser el mejor estudiante pero he perdido todas mis relaciones y aun me ha afectado la salud. Por otra parte, en mi trabajo he sido felicitado por ocupar el lugar de honor, pero en mi casa he llegado a ser un desconocido y lo que allí he perdido difícilmente lo podré recuperar.

Cada uno de nosotros ha adquirido una serie de responsabilidades, las cuales son importantes cuando las individualizamos y las aislamos del cuadro general de la vida. A la verdad, deberíamos tomar el tiempo y priorizarlas en la agenda para que, en su orden, cada una de ellas tenga no solo sentido sino también funcionalidad.

La fidelidad es lo más difícil de conservar, por el simple hecho de que somos llamados por los que nos rodean a hacer cosas que posiblemente, si no nos presionaran, no estaríamos involucrados, pero claro está, por no quedar mal con ellos llegamos a quedar mal con los que merecen nuestra atención por la simple prioridad, como el asunto de familia, hijos, salud o bien estudios, si ese fuera el caso.

Uno de los elementos que muchas veces nos traiciona es el entusiasmo, el cual nos lleva a visualizar una meta alcanzable y se nos borran de la vista todos los compromisos que no pueden ser ignorados pero tienen que encajar como un rompecabezas para que al final de la vida, o la etapa que vivimos, el cuadro que hemos formado con cada pedazo tenga armonía y sentido para poder apreciar el cuadro total. Eso aplica a un dicho que he oído que dice: “Tanto estaba concentrado en el árbol, que se le olvidó que había un bosque que lo rodeaba y el árbol era simplemente uno del montón”.

Es fácil ilustrarlo cuando hemos tratado con alguno de los nuestros que no importa cuándo lo vea y que tenga que decir usted: ellos solo tienen un tema y solo de ello hablan y solo de ello se preocupan. Por ello el ánimo de ellos está subiendo y bajando, dependiendo de cómo el asunto que los tiene amarrados esté afectándolos, sea esto la política o la economía, o bien algún deporte de su agrado.

Lo anteriormente expuesto puede suceder a cualquiera de nosotros. El hecho es no quedarnos atrapados, y que cuando nos damos cuenta o bien se nos trata de llamar la atención para regresar al equilibrio podamos reaccionar y llegar al equilibrio y no terminar como algunos que fueron todo un éxito en una cosa de la vida y el resto de ellos, mejor no decir nada para no dañar la imagen.

Para iniciar el año, la vida o el proyecto normalmente todos empezamos bien. El reto mayor es concluir bien. Seamos sabios y cuidadosos para que al avanzar en lo que hemos emprendido no perdamos ni el sentido de la dirección que llevamos ni mucho menos la realidad de que la vida es compleja y se debe atender todo, ya que las oportunidades pasan y si no se aprovechan, habremos perdido.

samuel.berberian@gmail.com

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.