IDEAS

Un nuevo hábito

Inicia un nuevo ciclo, de esos que llamamos años —una vuelta más a nuestra estrella—, y con él se renuevan las esperanzas de un futuro más prometedor, en el que alcanzaremos algún sueño olvidado en nuestro subconsciente. De nosotros depende que esos sueños lleguen a materializarse y llenar nuestra vida o se queden simplemente en deseos que algún día tuvimos, pero que nunca dimos los pasos necesarios para volverlos realidad. ¿Cuál será nuestro caminar durante este nuevo año?

En la mayoría de los casos, lamentablemente, esta esperanza no dura mucho tiempo y cual llamarada de tusas —como decían las abuelitas— se enciende con mucho ánimo al inicio de un nuevo período, pero pronto se desvanece para dar paso a los lamentos y las promesas de que en el próximo ciclo sí lo alcanzaremos. ¿Tiene esto que ser siempre así?

¿Tenemos siempre que pasar por ese proceso de proponernos nuevos retos y nunca alcanzarlos? Yo estoy convencido de que no debe ser así, pero al final todo depende de nosotros mismos.

La oportunidad de cambiar nuestra vida y encaminarla por la senda que quisiéramos que se desarrollara la tenemos todo el tiempo. Lo que se necesita es simplemente tomar una decisión y llevarla a la práctica con determinación. No importa cuándo se tome. Aun así, parece que funcionamos mejor utilizando estos ciclos en nuestra vida y por ello es que muchos aprovechan el inicio del año para proponerse cambiar algunas cosas en su vida.

Pero parece que caemos en una trampa ya que, según las estadísticas, la mayoría de personas que se fijan propósitos los abandonan antes del 15 de enero. O sea que cuando usted lea esta columna, muchos estarán ya a la mitad de la vida de sus propósitos. ¿Qué sucede? ¿Por qué no logramos superar esa inercia que nos lleva a seguir haciendo lo mismo todo el tiempo, sin lograr salir de nuestra zona de confort?

Yo creo que tiene mucho que ver con los hábitos. Muchas de las cosas que hacemos a lo largo de nuestro día, a lo largo de nuestra vida, las hacemos por puro hábito, sin reflexionar mucho al respecto. Lo que también tiene su razón de ser, ya que es una forma eficiente de trabajar para nuestro cerebro. De allí que sea tan difícil romper la inercia. Cambiar la inercia, cambiar los hábitos requiere un esfuerzo adicional de nuestra parte, requiere enfocarnos en las cosas que necesitamos cambiar, requiere salir de nuestra zona de confort. Y todo ello implica trabajo, esfuerzo, y muchos no están realmente dispuestos a hacerlo para cambiar sus vidas.

Así que lo que yo le puedo recomendar es que se ponga propósitos, metas o retos, como quiera identificarlos, pero que adicionalmente reflexione sobre qué malos hábitos practica que le impiden alcanzarlos. Luego, identifique los buenos hábitos que debe cultivar para lograr sus objetivos. Esta es quizá la reflexión más importante que pueda hacer para su futuro.

Una vez reconocidos los viejos hábitos que debe dejar y los nuevos que debe aprender, la ecuación se vuelve sencilla. Ahora lo único que tiene que hacer es dedicarle tiempo a ir sustituyendo los viejos hábitos con los nuevos. Estoy claro que esto es más fácil decirlo que hacerlo, pero es la ruta a seguir. Eliminar viejos hábitos requiere mucho esfuerzo. Aprender nuevos, también. Lo bueno es que el esfuerzo no es de toda la vida —aunque yo creo que se necesitan más de los famosos 21 días que algunos dicen—. Una vez logre afianzar los nuevos hábitos, de allí en adelante la inercia —representada aquí por la eficiencia de nuestro cerebro— se encargará de acercarlo cada día más a sus objetivos. ¿Se anima a probar?

ESCRITO POR:

Jorge Jacobs

Empresario. Conductor de programas de opinión en Libertópolis. Analista del servicio Analyze. Fue director ejecutivo del Centro de Estudios Económico-Sociales (CEES).