Las varias causas del éxodo infantil
A esto se agregan las acciones de los coyotes, quienes hallaron una nueva forma de ingresos al aprovecharse de las esperanzas de las familias, tanto en Guatemala, México o El Salvador, para terminar con la separación de las familias.
CIERTAMENTE, también entre las razones para intentar este éxodo, se cuentan las condiciones de vida sufridas por las personas de estratos socioeconómicos medios o bajos. Por lo general viven en lugares inseguros, donde reina la ley de la selva, representada por los delincuentes organizados en maras. A este respecto es necesario recordar un dato casi olvidado: estas organizaciones de criminales juveniles son descendientes de las maras integradas en los barrios bajos de California, donde también desde hace muchos años el nivel de criminalidad es enorme. Los delincuentes guatemaltecos, mexicanos o salvadoreños, fueron expulsados del territorio estadounidense, y al llegar a sus países de origen hallaron campo propicio para desarrollarse.
LA NEGRA DISYUNTIVA para los adolescentes de las áreas marginales centroamericanas es riesgosa en cualquiera de sus posibilidades: o se quedan en sus países y terminan relacionados con el crimen organizado, al principio por la fuerza y luego por voluntad, o se lanzan a la aventura de cruzar sus países de origen y México para probar suerte. Pueden, por otro lado, emprender el viaje y estar listos para sufrir vejámenes muy similares, iguales o incluso peores, pero entonces surge la esperanza de la mezcla de un mañana mejor, no solo porque con algo de suerte podrán mejorar las condiciones de su vida, sino porque se encontrarán con su papá, con su mamá, o con ambos. Es aquí donde todo esto comienza a mostrar su enorme faceta humana.
LA SOLICITUD, POR NO decir la exigencia, de las autoridades estadounidenses para dar a sus homólogas la total responsabilidad de evitar el éxodo, en realidad constituye un intento sin posibilidades de éxito. Así como los países no tienen posibilidad real de detener el paso de la droga con su viaje hacia el mercado más grande e importante del mundo, tampoco la tendrán para hacer lo mismo con este tipo nuevo de emigrantes. Por supuesto, una tarea importante la constituye realizar campañas masivas de información dirigidas a los padres de familia o a los adultos con quienes los niños viven en los países productores de refugiados. Constituye, sin duda, el mayor problema de derechos humanos no políticos en la historia méxico-centroamericana.
EN LA PRÁCTICA, NO parece haber sorpresa alguna en el mensaje del vicepresidente de Estados Unidos. La posición oficial es tajante y a todos les debe quedar claro no buscar ninguna luz al final del túnel, porque no la hay. Pero son muy altas las posibilidades de un fracaso, así como han fallado los intentos de detener el flujo de adultos. La realidad impone una obligación: analizar cómo puede ser posible detener esta nueva clase de fuente de trágicas pérdidas de vidas y de sufrimientos muchas veces indecibles. Se debe ver la relación entre el desempleo en el istmo a causa de la disminución del precio de materias primas o de productos de exportación. Por eso, en la visita del viernes debe quedar clara la complejidad de las causas de la crisis humanitaria.