Venezuela, una lección
Un continente que había transitado por un siglo XX con “un enorme legado de experiencias de cómo se gestan los regímenes fascistas, el modus operandi del imperialismo, las estrategias desestabilizadoras de la extrema derecha, el papel de las empresas de comunicación para imponer su distorsionada “verdad” sobre la luchas de los pueblos por su emancipación y los sucesos internos en aquellos países que lograron o intentaron construir sociedades socialistas”, (Yagenova). Hoy vuelve a tener como escenario a Venezuela, un país con un gobierno legítimo y una minoría dispuesta a jugársela el todo por el todo para quitarle el poder. Como lo afirma en sus declaraciones el ahora detenido dirigente de las movilizaciones de la derecha venezolana, Leopoldo López, “se terminarán las movilizaciones cuando logremos sacar a quienes nos están gobernando”.
Esta derecha no tiene ni la mínima intención de buscar una oportunidad en próximas elecciones. Sabe que después de las más de 10 derrotas electorales no tiene hoy ninguna posibilidad de llegar al gobierno por esta vía. Por eso, contando con el apoyo de Fedecámaras, del Gobierno de Estados Unidos, de grupos y personas como del expresidente Uribe de Colombia y de la Fundación contra el Terrorismo de Guatemala, de las empresas de medios de comunicación del mundo y del propio país, de universidades privadas, salen a las calles de los principales centros urbanos de Venezuela, ocasionando disturbios, muertes y desarrollando su odio fascista hacia todo lo que consideran diferente y pidiendo que se vaya Maduro del Gobierno.
“Saben muy bien que los golpes de Estado organizados desde Estados Unidos son parte de la políticas del continente”. Honduras y Paraguay son importantes en estos últimos años, pero también no toman en cuenta su fracaso en Ecuador, en Argentina y, por supuesto, ya lo habían ensayado en Venezuela contra el entonces presidente Hugo Chávez.
No logran comprender que en Venezuela y en los países donde se transita hacia una democracia muy diferente a la norteamericana ya no se puede entrar a la fuerza, porque hay un pueblo dispuesto a enfrentarlo. Un pueblo que ha vuelto a retomar su dignidad. Como se quisiera que todos los pueblos fueran.
Al mismo tiempo que se encuentran ante unas fuerzas armadas dispuestas a apoyar lo que el pueblo quiere y no a los mercenarios, terratenientes, empresarios e industriales. Hoy en Venezuela está en juego la democracia latinoamericana.