La vérité

|

Allí, Phillipe Biret, conviviente del sobrino de los dueños, Jean Bernard, ofrecía implementos militares franceses durante el enfrentamiento armado. Esta pareja macabra se une a Thierry Ascione, un delincuente recién liberado, para despojar a los propietarios.

El 27 de diciembre de 1991, Bernard y Antoinette Béreaud, fueron torturados hasta la muerte para conocer los registros de cajas fuertes y cuentas bancarias. Conocidos los datos, Ascione huyó a Miami para saquear las cuentas bancarias. Cargado de dinero, viajó a Hong Kong, India, Malasia y finalmente, establece una compañía de importaciones en Tailandia. En 1995, se descubre su pasado. Huye a Saigón. Con pasaporte norteamericano falso, intenta perderse de nuevo en Malasia. Falla, cuando decide viajar a China. Es detenido en Tailandia cuando el vuelo hace escala. Ante un tribunal, en París, declara que altos funcionarios del Gobierno de Guatemala montaron el crimen, para ocultar el tráfico de drogas que había descubierto.

El 27 de abril del 2000, la justicia francesa, por dilación en la integración de la acusación, lo libera bajo caución. Ya no acude a citaciones, se le declara prófugo.

Mientras tanto, en 1992, en Guatemala, la pareja que participó en el destace y calcinación de los restauranteros fue condenada a 30 años. En Pavón se apresuran a negociar su evasión, con fondos facilitados por los padres de Bernard. El abogado Katz, de una ONG de derechos humanos de Francia, afirma que los jueces guatemaltecos fueron injustos y deficientes. La licencia está dada.

El 7 de junio de 1995 sucede la fuga. Biret declara al Parisien: “Estoy feliz por Jean-Philippe (Bernard), que escapó del infierno, pero yo he sido abandonado para sufrir las represalias. Me transferirán al último calabozo o me matarán a golpes. Debieron pagar por los dos, pero me dejaron solo en estas galeras”.

La Cicig, apoyada por Trial (Track Impunity Always) libera a Biret. Cumplió 14 años, en vez de 30. Ciudadano ejemplar, veraz hasta el sacrificio, incapaz de mentir, declaró la jueza Isabelle Cuendet. Su testimonio indica que vio a Erwin Sperisen, matar a José Abraham Tiniguar Guevara, falló en la hora pero se corrigió, no era las 4 de la tarde, sino de la mañana.

Y así termina el cuento, parecido al de Maléfica. Por allí anda, Ascione habla con Angeline Jolie entre los rosales de Francia, Jean Bernard quién sabe dónde y Phillipe Biret como testigo protegido de Cicig. Y todos vivieron muy felices…

http://registroakasico.wordpress.com

ESCRITO POR:

Antonio Mosquera Aguilar

Doctor en Dinámica Humana por la Universidad Mariano Gálvez. Asesor jurídico de los refugiados guatemaltecos en México durante el enfrentamiento armado. Profesor de Universidad Regional y Universidad Galileo.