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‘No tengo límites’: Kylian Mbappé va por todo

Solo cuando el encargado de seguridad está satisfecho aparece un celular y se realiza una llamada. Y, en ese momento, es que el chofer recibe la instrucción de llevar a Kylian Mbappé hasta donde se realizó esta entrevista.

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“Quiero hacer grandes cosas”, dijo. “Pero tengo que aprender sobre este tipo de cosas. Debo aprender muchas cosas porque no es como el fútbol”. (Josefina Santos/The New York Times)

“Quiero hacer grandes cosas”, dijo. “Pero tengo que aprender sobre este tipo de cosas. Debo aprender muchas cosas porque no es como el fútbol”. (Josefina Santos/The New York Times)

Finalmente, Kylian Mbappé llegó a la entrevista en un gran vehículo con vidrios polarizados y acompañado de su madre, dos relacionistas públicos, un par de abogados, un pequeño equipo de documentalistas, además de un estilista y amigo cuyo papel al principio no estaba claro. Así es como se desplaza una de las mayores estrellas deportivas del mundo estos días. Kylian Mbappé no solo entra por la puerta. Él arriba.

Pero todavía no llegaba

Primero llega un gran encargado de seguridad que solicita amablemente —solicitud que claramente no es opcional— que se le permita revisar los espacios que su cliente visitará, recorrer los pasillos que recorrerá Mbappé, para identificar las rutas de escape más directas “si tengo que sacar a mi chico deprisa”. El encargado de seguridad hizo lo mismo unas noches antes en un restaurante de Manhattan donde Mbappé y su séquito planeaban cenar y posiblemente hará lo mismo más tarde para un evento de Nike en Times Square.

Solo cuando el encargado de seguridad está satisfecho aparece un celular y se realiza una llamada. Y, en ese momento, es que el chofer recibe la instrucción de llevar a Kylian Mbappé hasta la sede de The New York Times en Manhattan.

Esto sucedió durante el verano en que Mbappé, uno de los atletas más famosos del planeta, también se convirtió en uno de los más valiosos. Fue cuando una estrella extremadamente talentosa del fútbol ejecutó un plan para alcanzar la grandeza que se inició antes de su adolescencia y surgió de una batalla entre el nuevo rico del deporte, el Paris Saint Germain respaldado por Qatar y el mayor aristócrata del fútbol, el Real Madrid, con un contrato que se dice que le pagará más de 250 millones de dólares en los próximos tres años.

El acuerdo le ha brindado a Mbappé un nuevo poder en su club, nuevos recursos para financiar su imperio de negocios en expansión y una nueva importancia dentro y fuera del juego. En algún momento de este verano, la lucha por conseguir su firma era tan intensa que el presidente francés Emmanuel Macron intercedió a favor del PSG, y del país.

En los próximos meses, es probable que el perfil de Mbappé crezca aún más. Es pieza central de su equipo repleto de estrellas en París, el primero entre un grupo de iguales que incluye a la superestrella brasileña Neymar y al armador de jugadas Lionel Messi, mientras la escuadra busca poner fin a los esfuerzos hasta ahora infructuosos de ganar la Liga de Campeones. En noviembre, Mbappé viajará a Qatar, donde su equipo francés intentará convertirse en la primer selección en conservar una Copa del Mundo desde el Brasil de Pelé.

Pero, antes, concedió esta entrevista. Y tenía mucho que decir.

Kylian Mbappé, jugador francés del PSG, durante la entrevista con el New York Times. (Foto New York Times).

El inicio

Fue una de esas tareas de toda la vida que asignan los maestros, una asignación para lograr que los estudiantes pausen y reflexionen sobre su futuro, para que exploren lo que quieren llegar a ser. En mayo de 2014, a Kylian Mbappé, de 15 años, y a sus compañeros de la academia de fútbol del club francés A.S. Monaco se les pidió que diseñaran la portada de una revista con una imagen de sí mismos.

A Mbappé se le ocurrió una idea rápidamente. No haría un bosquejo de Paris Match ni de GQ ni de la Vogue francesa, como algunos de sus amigos, sino más bien de la revista Time. Como centro visual de la portada, Mbappé eligió una foto suya en la que aparece sentado, con la cabeza ligeramente ladeada hacia un lado y las manos cerradas debajo del mentón. El titular, en una llamativa tipografía blanca lo declaraba como “El maestro”. El amo. Los titulares más pequeños, en las esquinas superiores en mayúscula lo designaban como el jugador más joven del mundo, prioridad del entrenador de la selección francesa, futuro del fútbol.

Como fantasía infantil, la falsa portada no podía haber sido más profética. Cuatro años después de entregar esa tarea, Mbappe apareció en la portada de la verdadera revista Time. También los titulares resultaron adivinatorios. A los 18 años, Mbappé ya había llevado a Francia al título de la Copa Mundial, convirtiéndose en el primer adolescente desde Pelé en anotar en la final. Se le reconocía ampliamente como el mejor jugador joven del mundo. Prácticamente todos consideraban que representaba el futuro.

“Loco”, dijo Mbappé, de 23 años, cuando le enseñaron la imagen de la portada de la revista al principio de una entrevista en julio. Es una palabra que a menudo emplea para describir el transcurso de su vida. “Porque, sabes, cuando tienes 15 años tienes ambición”, dijo. “Todos los chicos tienen ambición. Pero cuando eso se vuelve realidad después de apenas unos años, es algo loco”.

Para Mbappé, toda la fanfarria, todos los elementos de su circo itinerante y todas las reuniones con marcas de moda y editoriales de libros y líderes de los medios no son tan “locos” sino las características normales de su vida que transcurre en cámara rápida.

Es una vida para la que ha sido preparado desde que mostró los primeros atisbos de su talento fuera de este mundo en Bondy, un sector que forma parte de una red de suburbios en el extrarradio de París que pueden reclamar el título de ser la cantera más rica en talento futbolístico del mundo. Es el motivo por el que aprendió a hablar varios idiomas cuando aún era adolescente porque quería estar listo para los lugares a los que deseaba ir. Es el motivo por el cual él y su familia eligieron el A.S. Mónaco en la liga francesa para nutrir sus talentos en lugar de otro de los muchos clubes más grandes, adinerados y de mayor perfil que lo cortejaban.

Sin embargo, incluso en ese ambiente, los maestros de Mbappé dicen que siempre fue un poco distinto a otros prospectos en sus clases: era inteligente y equilibrado, dueño de un tipo de confianza y madurez que lo distinguían. “Nos parecía”, dijo un profesor luego de ver la entrevista en video de Mbappé para otra tarea escolar a los 16 años, “como si hubiera estado haciendo esto durante 10 años”.

Kylian Mbappé, jugador francés del PSG, durante la entrevista con el New York Times. (Foto New York Times).

El ascenso

Mucho antes de ser profesional, Mbappé había recibido miradas de aprobación muy lejos de su suburbio parisino. A los 14 años el Real Madrid, con los héroes de su infancia, lo invitó a unirse al club para pasar una semana de entrenamiento en España. A pesar de que no podía firmar a un jugador extranjero a tan temprana edad, el Real Madrid le extendió una alfombra roja que incluyó un vistazo a las estrellas del equipo principal y visitas a las instalaciones de entrenamiento en un auto deportivo que manejaba Zinedine Zidane, la leyenda de Francia y el Real Madrid.

La primera decisión clave de su carrera —firmar con el Mónaco, un equipo con una rica historia de descubrir y acelerar a prospectos jóvenes y dotados— resultó ser una jugada maestra. Mbappé hizo su debut con el club a los 16 años, tuvo un papel esencial en su inesperado recorrido a las semifinales de la Liga de Campeones dos años después y luego se unió al PSG a cambio del segundo contrato más alto jamás pagado por un futbolista.

Igual que sus maestros, Unai Emery, el entrenador que firmó al delantero al unirse al PSG, también recordó la impresión que le causó la seguridad que proyectaba Mbappé. Emery y Mbappé se había conocido en París antes de que el adolescente aceptara volver a la capital y fue en esa reunión cuando presentó sus exigencias. No eran sobre dinero.

Emery debía dejar de lado el hecho de que solo tenía 18 años, le dijo Mbappé al técnico español, y más bien tratarlo como a un profesional experimentado. Emery tuvo que prometer que no sacaría a Mbappé de las alineación si tenía una sola mala actuación; debería permitirle jugar a pesar de eso y solo se le mandaría a la banca si ese desempeño persistía. Emery estuvo de acuerdo pero poco importó: Mbappé, bromeó, casi nunca tenía un mal partido.

En aquel momento, lo que le llamó la atención a Emery era la sensación de que había algo de inevitable en el futuro de Mbappé, que las dudas que en ocasiones atrofiaban el avance de otros jóvenes talentosos no parecían tener peso en ningún momento de su desarrollo.

“Tenía un plan para su carrera”, dijo Emery de la conversación que tuvieron en 2017. “Voy a firmar cinco años con el PSG y luego decidiré los pasos siguientes”.

Todo lo que deseaba, al parecer, estaba a su disposición. “Para ser sincero, ya que soy un tipo joven, nunca tuve límites en mi ambición”, dijo Mbappé, “porque yo siempre digo que no hay que ponerse límites”.

Dicha ambición, respaldada por la credibilidad de un campeonato de Copa del Mundo y las posibilidades inherentes al contrato de 250 millones de dólares que el PSG le otorgó para quedarse este verano, ahora incluye la construcción de significativos emprendimientos de negocios y filantropía.

Mbappé ya tiene su propia fundación dedicada a inspirar a los niños de la región de París, y sigue de cerca los intereses empresariales y caritativos de otras celebridades del fútbol. (Contactó a Marcus Rashford, delantero del Manchester United, durante la pandemia para felicitarlo por una campaña que logró presionar al gobierno británico para que brindara almuerzos escolares gratuitos a los niños y considera a LeBron James, estrella de la NBA, un modelo a seguir y confidente en asuntos de negocios y proyectos caritativos).

Mbappé también ha sido cada vez más franco sobre los esfuerzos –o la falta de ellos– para combatir el racismo en el fútbol, tanto así que ha criticado públicamente al presidente de la federación francesa por asuntos relacionados con la raza y en un momento de la entrevista desestimó la preocupación de sus manejadores de que se expresara al respecto. Criticar su juego, dijo Mbappé, vale. Pero lo que a menudo va con la crítica no vale. “Hay que hablar de eso, hay que acabar con eso”, dijo sobre la incapacidad persistente del fútbol para erradicar el racismo. “Yo estoy listo. Estoy listo para ayudar”.

Un proyecto más concreto, una productora llamada Zebra Valley, tiene metas y ambiciones parecidas a las de SpringHill Company, la empresa de entretenimiento fundada por James en 2020. No es casual: desde que los astros se conocieron en un evento de Nike hace cuatro años, Mbappé reconoce que James es una inspiración y un consejero sabio.

Para informarse más sobre su nuevo emprendimiento, la madre del atleta, Fayza Lamari —quien con Wilfried, el padre, y un equipo de abogados manejan los asuntos de Mbappé— pasó semanas en Estados Unidos el año pasado con Kacy Grine, un financiero parisino que es socio de Mbappé en la empresa Zebra Valley. El jugador se perdió el viaje —se quedó en París desplegando el desempeño que lo coronaría como el mejor jugador de la liga francesa por tercer temporada consecutiva— pero asaltaba a Grine y a su madre con preguntas inquisitivas. Esa misma curiosidad la mencionaron, por separado, los ejecutivos de varias grandes empresas que trabajan con el deportista.

Por ejemplo, luego de su visita a Nueva York, Mbappé viajó a California para sostener reuniones en Electronic Arts, una empresa de videojuegos que lo eligió como portada de la edición final de la popular franquicia de FIFA de este año.

David Jackson, vicepresidente en EA Sports, estaba en la reunión. Dijo que no muchos de los atletas que conoce están dispuestos a soportar las sesiones de estrategia “y luego a trabajar con nosotros, indicando los distintos elementos que afinaría y cambiaría”. No muchos, dijo, tienen tanta visión y consideración con las decisiones que toman, ni están tan dispuestos a hablar de su “posicionamiento global” y “la permanencia” de su imagen pública hoy, mañana y más allá.

En cuanto a su empresa productora, Mbappé y sus socios al final acordaron una visión en la que Zebra Valley realizará películas más allá del futbol. Uno de los primeros proyectos gira en torno a la vida de un refugiado sirio.

Para Mbappé, la empresa es el inicio de un intento por crear un legado más allá del deporte, una forma de ser más que “solo el tipo que patea la pelota y termina su carrera y se va al yate y cobra su dinero”.

“No, quiero ser más que eso”, dijo. “Y a veces la gente puede pensar que es mucho, y tengo que enfocarme en jugar fútbol. Pero yo creo que no. Creo que el mundo ha cambiado”.

Kylian Mbappé, jugador francés del PSG, durante la entrevista con el New York Times. (Foto New York Times).

La decisión

Sea lo que sea que haga fuera de la cancha, el estatus de Mbappé seguirá estando ligado a sus proezas en el fútbol: cómo juega y, tal vez sea igual de importante dónde juega.

Este año, durante meses le parecía a todo el mundo, incluso al mismo Mbappé, que dejaría París para irse al Real Madrid, el club que ha tenido una suerte de atracción gravitatoria para él desde su primera visita cuando era chico. Eso le dijo al PSG el verano pasado al concluir las conversaciones por el nuevo contrato e incluso EA Sports había hecho planes para su salida este verano: preparó la versión más reciente de su videojuego éxito en ventas FIFA con Mbappé vestido de los colores del Real Madrid.

Sin embargo, el PSG, financiado por Qatar, se metió de lleno en la pelea. El año anterior había rechazado una oferta del Madrid de hasta 200 millones de euros por Mbappé, a pesar de que sabía que este verano podría irse gratis como agente libre.

En junio, cuando vencía el contrato de Mbappé con el PSG, el Real Madrid volvió a la carga con el mayor paquete de contratación de su historia. Pero el PSG insistió una última vez para lo cual en un momento dado recurrió a la ayuda del presidente Macron. La visión que el mandatario presentó a Mbappé fue la de ser el abanderado de su país, al menos unos años más, la oportunidad de convertirse en un héroe para Francia y para el PSG al mismo tiempo.

La intervención directa de Macron en los planes de un futbolista tal vez solo tenga un precedente. En 1961, cuando todos los grandes equipos europeos cortejaban a Pelé, el gobierno de Brasil aprobó una legislación que lo declaraba “tesoro nacional”, un activo cultural de tanta importancia que no podía ser transferido al extranjero. Si bien Macron no llegó a tanto en sus esfuerzos para retener a Mbappé en Francia, sus palabras sí incidieron en la decisión del goleador.

Jamás imaginé que iba a hablar con el presidente sobre mi futuro, sobre el futuro de mi carrera, así que es algo loco, realmente algo loco”, comentó. “Él me dijo: ‘Quiero que te quedes. No quiero que te vayas ahora. Eres muy importante para el país’”.

Macron también abordó la verdad incómoda: el entendimiento de que Mbappé al final se irá al Madrid algún día y le dijo: “Tienes tiempo para irte, puedes quedarte otro poquito”.

“Por supuesto”, dijo Mbappé, “cuando el presidente te dice eso, eso cuenta”. Pero el goleador no soltó prenda. Macron, como todos, tendría que esperar.

Como no tiene representante, Mbappé dice que todas las grandes decisiones –y a menudo las pequeñas— las toma tras conversaciones profundas con los únicos dos asesores cuyas opiniones realmente le importan: sus padres. Su madre, quien esperaba en una sala contigua mientras Mbappé estaba en la entrevista acompañado de una publicista y una abogada, fue una figura central en las negociaciones tanto con el Real Madrid como con el PSG. No quiso responder preguntas para esta entrevista pero su impronta es clara.

“Nos sentamos y hablamos de todo”, dijo Mbappé, quien también reconoce a su abogada, Delphine Verheyden, como otra parte crucial de su maquinaria de toma de decisiones. Igual, a final de cuentas, es Mbappé quien se hace cargo.

Algunos de los titulares tras su decisión de quedarse con el PSG decían que el dinero de Qatar era demasiado para resistirse —su bono de firma de alrededor de 125 millones fue el mayor pago realizado a un jugador sin contrato en la historia del deporte—, pero él insistió en que las ingentes sumas ofrecidas no fueron lo que guiaron su decisión. “Porque adondequiera que vaya me van a dar dinero”, dijo.

Sin embargo, el estatus de Mbappé en el PSG y la inversión puesta en él le confiere un papel de liderazgo que le da primacía incluso junto a estrellas como Neymar y Messi. Los fans y los medios ya están atentos ante cualquier atisbo de ego: la frustración cuando no recibe un pase, una discusión con Neymar a causa de un tiro de penalti, el curioso anuncio público de su entrenador de que en futuras ocasiones Mbappé se encargaría de los penaltis del equipo.

Mbappé dijo que era “molesto” leer las acusaciones de que como condición para renovar había exigido influir en quién sería su entrenador e incluso quiénes serían sus colegas.

“Ese no es mi trabajo”, dijo. “Y no quiero hacer eso porque no soy bueno en eso. Soy bueno en el campo. Y fuera del campo ese no es mi papel. Hay mucha gente que es mejor que yo”.

Pero aunque ha decidido quedarse en Francia por al menos las próximas tres temporadas –espera jugar en las Olimpiadas cuando París las organice en 2024— el atractivo del Real Madrid permanecerá. Mbappé solo tendrá 26 años cuando concluya su más reciente contrato y existe la sensación de que la próxima vez que lo llame el Madrid ni siquiera los miles de millones de Qatar lograrán hacerlo cambiar de opinión.

“Nunca sabes lo que va a pasar”, dijo Mbappé, reconociendo que aunque no ha jugado para el Real Madrid, el equipo ha orbitado en su carrera profesional de forma muy profunda. “Nunca he estado ahí pero parece como si fuera mi casa o algo parecido”.

Por ahora, dijo, está enfocado en cimentar su estatura de icono nacional francés. Quiere ganar otra Copa del Mundo. Quiere al fin alzar el trofeo de la Liga de Campeones con el PSG. Quiere remplazar a Messi y a su histórico rival, Cristiano Ronaldo, como jugador del año y es capaz de enumerar —sin que se le pida hacerlo— la cantidad de balones de oro que cada uno ha ganado. Tal vez ese sea el mejor ejemplo de lo mucho que significan para él estos reconocimientos, incluso cuando insiste en que los logros colectivos son primero.

“Creo que estoy por ganarlo”, dijo Mbappé sobre el trofeo de jugador del año que Messi y Ronaldo han monopolizado durante más de una década. Lo dice en tono serio, como la siguente extensión lógica de su trayectoria profesional.

“Siempre digo que sueño con tenerlo todo”, dijo. “No tengo límites. Así que por supuesto, como dices, es una nueva generación. Y Ronaldo, Messi, van a parar. Tenemos que encontrar a alguien más, a alguien nuevo”.

El próximo paso

Lo único de lo que me arrepiento un poco es de crecer como hombre tan rápido”, dice Mbappé cuando cerca de doce personas esperan a que termine su más reciente compromiso laboral.

A pesar de todas sus descripciones de “tipo normal” que hace “cosas normales”, su vida —marcada por el estrellato antes de los 14 años, profesional a los 16, tesoro nacional a los 23— es todo menos normal.

“Es la vida que siempre he querido tener”, dijo de las caravanas, los restaurantes a solas, los guardaespaldas que lo flanquean. “Es una vida distinta. Pero como digo, estoy feliz. Y estoy agradecido”.

Sin embargo, una simple entrevista y sesión fotográfica con el astro requiere la planeación precisa que suele reservarse solo para los jefes de Estado o la realeza de Hollywood. Reconoce que en ocasiones ve con melancolía cuando otros hacen cosas simples, como pasear por la calle con un helado. El día de su entrevista en el Times dijo que le habría gustado hacer la sencilla caminata de dos cuadras hasta Times Square adonde tal vez sería más rápido llegar a pie.

Pero mientras mira a la puerta que conduce a la calle, al parecer sin percibir que alguien le acomoda el cabello con un peine, Mbappé está consciente de que eso no es posible.

Momentos después hay otra llamada y una enorme camioneta negra se acerca a la entrada, lista para dar la vuelta a la manzana y llevar a Mbappé a otra reunión, un compromiso con Nike en Times Square. La persona que lo peina se sube junto a él. El resto de la comitiva se va a pie.

Tariq Panja cubre algunos de los rincones más sombríos de la industria del deporte mundial. También es coautor de Football’s Secret Trade, una revelación sobre la industria multimillonaria de comercio de jugadores de fútbol. @tariqpanja