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Las tres lecciones para alcanzar un liderazgo responsable

Como emprendedores, líderes de empresas, organizaciones y proyectos es fundamental el constante desarrollo personal.

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Este verano tuve la oportunidad de ver en Netflix The Call to Courage (Sé valiente, en español). Este documental anima sobre todo ser valientes poniendo en práctica la vulnerabilidad. Con mucho humor y empatía, la Dra. Brené Brown cuenta qué hace falta para elegir el coraje en vez de la comodidad en una cultura de escasez, miedo e incertidumbre.

Y dos frases que me impactaron fueron: “No puedes ser una cosa sin la otra” y “Se puede medir el coraje de una persona mediante su capacidad para ser vulnerable”. La definición psicológica de vulnerabilidad es incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Todas ellas son sensaciones que definen también a la valentía.

De hecho, en todo acto valiente intervienen estos factores y eso lo dice todo. Asociar el ser vulnerable con ser débil es una trampa mental que es importante que podamos trabajar para no caer en ella. No se trata de ganar o de perder, sino de tener el valor de intentarlo, aun cuando no podemos controlar el resultado.

Quiero compartir tres ideas sobre esta filosofía de vida y desarrollo personal que, de seguro, todos nosotros, como emprendedores, líderes de empresas, organizaciones y proyectos, encontraremos de suma utilidad.

Hay que aprender a vivir en la arena: esto significa que elegir cada día la valentía por encima de la comodidad es la única forma de crecer como persona y yo agrego:  exponernos, jugarnos la piel, aunque esta elección pueda implicar equivocarnos, sufrir y en algunas ocasiones, fracasar. Pero sin ninguna duda, no hay nada más valiente que desprenderse de la armadura de la impostura y dejarse ver tal y como somos: imperfectos, humanos. La fortaleza reside en la vulnerabilidad.

La gratitud: en este documental algo que me sorprendió positivamente es que la alegría que provoca la gratitud es la más vulnerable de todas las emociones humanas. Practicar la gratitud, más que pensar en cosas por las que estamos agradecidos. La estructura de la empresa no es una frontera o un límite que impide apreciar y agradecer fuera de ellos, sino una extensión que va más allá de los círculos íntimos de equipos y personas en los puestos de trabajo.

El cambio nace de la vulnerabilidad: y por ello solo desde la vulnerabilidad podemos aprender, evolucionar y responsabilizarnos de nuestro presente, mirando hacia él. Muchas veces esto es complejo, da miedo, puede ser duro y hasta parecer peligroso.

Y cuando pienso en esto recuerdo el discurso de Ana Botín, presidenta del Banco Santander: “Debemos ser optimistas y asumir riesgos para salir de la crisis”.

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La autora es especialista en Desarrollo organizacional y consultoría de procesos. guatemala@aden.org