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Cómo un concurso resucitó a los Breaks y los puso a bailar

Una página de facebook lanzó un concurso de baile en video. El único requisito: hacerlo con música disco. Eso hizo clic en una generación aficionada a ese estilo musical y desempolvó sus pasos de baile.

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

De los participantes, quien más dio que hablar fue Fabio Rodolfo Vásquez, conocido como el Lobo Vásquez, un zapatero de la zona 5 cuyo peculiar baile recordó los años de discotecas rodantes, de centros comerciales. La época de los breaks.

Los breaks pertenecieron a barrios populares de la ciudad de Guatemala, seducidos por la música disco y sus extravagantes pasos, en los 80. En esa época también se formaron movimientos de rock y hip hop que predominan hasta el momento.

La Montaña Púrpura, una de las discotecas más populares en ese momento, quedaba en el parqueo del Centro Comercial de la Zona 4 y las noches más memorables tenían como anfitrión al Maestro Chang, el DJ favorito de los breaks.

Las fiestas, generalmente, eran los domingos por la noche y los asistentes eran jóvenes de entre 12 y 18 años. Vivían en barrios como San Antonio y Jocotales, en la zona 6, y Lomas del Norte, zona 18. Se cuidaban entre ellos porque si la policía los detenía en solitario les cortaba el pelo y se los llevaba. En ese entonces el servicio militar era obligatorio.

Marvin Pineda formó parte de la pandilla BKS 33, de las más grandes de aquel entonces. Solo ellos llenaban por cientos las instalaciones de la Montaña Púrpura.

“Una noche caminamos todos juntos y cuando venía por la municipalidad volteé a ver y era como ver la San Silvestre”, relata Pineda. Al verlos, la policía no tuvo más opción que dejarlos pasar. “Éramos un gentío”, añade, y refiere que junto a sus hermanos Ileana y Giovanni salían cada domingo a breakear.

Con los Bee Gees y ABBA, la música disco vino a Guatemala a mediados de los 70 y se popularizó con la película protagonizada por John Travolta, Fiebre de Sábado por la Noche (1977).

“Estados Unidos ha tenido una influencia mediática muy fuerte sobre nosotros y exportaban sus procesos culturales a través de la música y el cine. A diferencia de ahora, los estrenos tardaban uno o más años en venir a Guatemala”, explica el historiador Mario Castañeda.

Antes de la música disco, en las fiestas se acostumbraba contratar a un conjunto de marimba o a un grupo de rock and roll de jóvenes que tocaban cóvers. Sin embargo, era más barato pagarle solo a un DJ que a un grupo completo, añade Castañeda.

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García
Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

La socióloga Leslie Lemus describe la entrada de la música disco en una década muy oscura: “Era un país quebrado por la violencia, con el movimiento estudiantil quebrado y desprestigiada toda la educación pública”.

Además, dice, la televisión llegó en masa a América Latina, por lo que esa generación conoció una estética con la que se sentía identificada.

Castañeda añade que hubo otras películas que marcaron identidad a las juventudes de los barrios populares como Breakin’ (1984). La fusión de música disco con un estilo de baile callejero y beat street formó a los breaks en Guatemala.

Byron Dávila, alias el Pastel, confirma esta versión. Él fue miembro de la BKS 33 y reconoce que, si bien no fue la única influencia, copiaron mucho del estilo de la película Breakin’.

“Usábamos pañuelos rojos con chibolas blancas, pantalones pachucos, que eran flojos y apretados de abajo, con Converse altos, o los Levis 501 de lona, rectos y pachucos hasta abajo, que muchas veces los usábamos con mocasines”, cuenta el Pastel.

Junto a la Five (de la zona 5) y a la Plaza, los 33 eran las pandillas predominantes, aunque también existían otras más pequeñas como La Isla (zona 19) o La Miller (El Milagro).

En las fiestas de los institutos públicos se juntaban a bailar y con el tiempo empezaron a hacer competencias. La mayoría eran de los institutos Rafael Aqueche, Central para Varones, Belén, Inca, Adrián Zapata, Federico Mora y la Escuela Normal Central para Varones.

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García
Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

Lemus aclara que esas pandillas no son las mismas, ni con los mismos propósitos, que las de ahora. “Esa mara que tenía códigos de vestimenta, códigos de música y eran grupos juveniles que se juntaban a bailar desapareció hace 20 años”, asegura.

Dávila estudió en el Instituto por Cooperativa de la Zona 6, Inbach. Las discotecas que frecuentaba eran Manzana Disco, en Jocotales, zona 6; Frankestein Disco, en el Cerrito del Carmen, zona 1; y Tucan Disco, por la iglesia de La Parroquia. Las discotecas móviles también eran populares, como Three Two One, Audio Ilussion y Music Power.

Además, el vecino que tenía la discoteca más grande del barrio sacaba a la calle sus bocinas para Navidad y entre todos cerraban una cuadra para bailar.

Los pasos que muestra Dávila y su generación son una mezcla del estilo vogue, por cómo mueven las manos, explica Gerardo Galicia, conocido como Dj Flako, y quien ha estudiado la cultura hip hop en Guatemala.

“Es un estilo que nació en los 70 y se llama vogue, lo característico es la manera como mueven las manos, pero el movimiento de las piernas no lo he visto en otro lado; ya es una forma propia de Guatemala”, comenta Dj Flako.

Rock y el Hip Hop

Durante los 80 fue el apogeo de los breaks. Los territorios estaban claros y definidos. Las discotecas tenían días específicos para la Five y para los 33, así no se mezclaban y evitaban enfrentamientos.

Junto a los breaks convivieron otros dos movimientos en los 90: el rock y el metal.

Aunque en Guatemala ya había registros del primer grupo de rock and roll en 1959, con la banda Black Cats, Castañeda, quien se ha especializado en la historia del rock en Guatemala, señala que muchos de estos grupos se dedicaban a tocar cóvers.

En su tesis de graduación, Castañeda consigna que en 1970 y 1972 se hicieron notar nuevas bandas en el imaginario rockero urbano: S.O.S., Cuerpo y Alma y Caballo Loco, entre otras.

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García
Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

Los metaleros sufrían del mismo estigma que los breaks, que también eran perseguidos por la Policía o el Ejército, por su apariencia. A diferencia de los breaks, los rockeros y metaleros fueron más visibles. En 1986, el gobierno de Vinicio Cerezo hizo el primer concierto navideño en la plaza central, con la banda de heavy metal mexicana Luzbel.

“Aunque era visible, las familias de muchos aún los estigmatizaban, les tiraban el equipo de sonido, les quemaban los discos y la ropa”, explica Castañeda.

El Blacko, de la agrupación Guerreros del Metal, tuvo el primer programa en La Voz del Hogar, 940 AM, y presentó bandas de todo el continente. Años después, la radio Metrostéreo también aportó un gran cambio para la programación de música hecha en Guatemala.

En los 90 se consolidó el movimiento metalero y en la actualidad mantiene una escena fuerte en el país, en especial en el altiplano. Según Musicartes, en 2017 existían 150 bandas de heavy metal y al menos 60 producciones discográficas.

La película Breakin’ ayudó a crear el primer semillero de seguidores del hip hop. El Flako cuenta que los primeros guatemaltecos deportados de Los Ángeles, EE. UU., entre 1993 y 1994, vieron un terreno fértil con las pandillas que ya existían en los barrios.

“En los 90 hubo una ola musical con el reggae panameño, por un lado, y el puertorriqueño, por el otro, gracias a la influencia de raperos como Vico C y Big Boy, que empezaron a cantar sus historias de vida de barrio.

En el 2004 coincidieron grafiteros y bboys (bailarines) de los barrios Mario Alioto y El Mezquital en un solo evento. Conocerse permitió celebrar el Festival Nacional de Hip Hop, en el 2006. El evento creció tanto que en el 2016 fue de carácter internacional, con la participación de 40 artistas de otros países, 200 nacionales y 16 actividades en cuatro días de eventos.

“En Centroamérica dicen que Guatemala es el Bronx del hip hop, por el tamaño de la cultura y los artistas que lo representan en la actualidad”, agrega.

El break, el rock y el hip hop son ejemplos de cómo las culturas musicales y las barras juveniles son producto de una época.

Al inicio de los 2000, el antropólogo español Carlos Feixas acuñó el término “tribus urbanas” para describir a estos grupos que comparten un estilo musical, código de vestimenta y formas de expresión.

Aunque la Sociología califica el término de “desfasado”, según Castañeda y Lemus, a este mismo vocablo se aglutinaron movimientos que existieron a inicios de este milenio como el punk, ska y los emos, entre otros.

Lemus menciona que las culturas populares contemporáneas se han vuelto más individualistas, por la represión estatal que durante décadas calificó a los jóvenes que se organizaban alrededor de un estilo musical como delincuentes juveniles. En Guatemala, y en el mundo está ocurriendo un fenómeno que apenas se está estudiando.

Se trata del korean pop o el kpop, que aunque para algunos no tengan punto de comparación con la cultura hip hop, por ejemplo, es un movimiento que está creciendo alrededor de una banda de chicos que debutó el 13 de junio de 2013: BTS (Bangtan Soneydan), que se empezaron a organizar en Guatemala en el 2015.

Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García
Exmiembros de La 33, La Five y Plaza Vivar, participan en Covid Dance 2020, un concurso que recordó esos movimientos de los 80. Foto: Esbin García

Los seguidores de BTS se llaman Army y están organizados en fanbases. Ellos mismos reconocen que no son una tribu urbana, pero se identifican como un movimiento dirigido más a la ayuda social.

“Ellos te enseñan a través de la música que puedes llegar a amarte a ti misma, muchos Army han tenido problemas de ansiedad, estrés y depresión.”, explica Daniela Girón, de 27 años y miembro del staff de BTS Guatemala.

BTS se comunica con sus fanes a través de la red social Weverse, con mensajes en coreano. Debido a que muy pocas letras están en inglés, han orillado a muchos jóvenes a aprender la cultura coreana y el idioma, para comunicarse con ellos. Incluso, recién sacaron un libro con un lápiz interactivo para aprender coreano.

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