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Integración tecnológica para una transición a una educación híbrida efectiva y de calidad

La reapertura de escuelas pone a prueba el retorno físico, las modalidades, la tecnología y el papel fundamental del docente.

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Con la reapertura de las escuelas, luego de un año de que fueran cerradas debido a la emergencia sanitaria ocasionada por el covid-19, surgen preguntas sobre el regreso a clases, a las modalidades de entrega, a la importancia de las tecnologías en el aprendizaje y el rol del docente dentro y fuera del aula.

Actualmente, ya no está en discusión sobre si una modalidad premia sobre otra, las diversas modalidades, tales como la híbrida y en línea, llegaron para quedarse.

Estos procesos de transición de una modalidad a otra requieren una profunda transformación digital en el sistema educativo, y por lo tanto en la formación docente y en las instituciones educativas.

El Banco Interamericano de Desarrollo, en el documento Hablemos de Política Educativa en América Latina y el Caribe #2: De la Educación a distancia a la híbrida: 4 elementos clave para hacerla realidad, menciona cuatro pilares fundamentales para que la transición sea posible y efectiva.

Entre estos cuatro destaca la transformación del perfil del docente para que pueda integrar nuevos roles en su desempeño; por ejemplo, el diseño instruccional para implementar apropiadamente nuevas modalidades de entrega, el desarrollo de competencias digitales para promoverlas en sus estudiantes y manejar elementos de curaduría y selección de contenido y recursos digitales. Esto requiere que los maestros estén formados y se sientan cómodos con la integración intencionada de las herramientas tecnológicas. Estas competencias digitales se definen en el Marco Común de Competencia Digital Docente como aquellos saberes, habilidades, capacidades y destrezas relacionadas con el uso de la tecnología, que deben desarrollar para hacer uso crítico y aplicarlas en contextos educativos.

Plataforma y contenido

El diseño instruccional supone la claridad de los educadores, en que el tiempo de aprendizaje se divide en dos momentos: sincrónicos y asincrónicos. Esto implica la utilización de nuevas metodologías como la clase invertida, aprendizaje basado en proyectos, gamificación, entre otras, que les permitirán optimizar el tiempo sincrónico con los estudiantes, ya sea de forma presencial o por medio de sesiones virtuales.

Es importante destacar que ambos momentos se desarrollan de manera “separada”, pero deben estar estrechamente relacionados entre sí, buscando que ambos aporten al logro de los aprendizajes propuestos.

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Evaluación

El cambio obligatorio de la modalidad presencial hacia la virtual trajo retos a la comunidad educativa, y la evaluación en línea ha sido el centro de la conversación. En la UVG hemos visto retos en procesos de evaluación educativa, desde las evaluaciones estandarizadas a nivel nacional y las evaluaciones de admisión en universidades, etcétera. En este contexto, todos los proveedores de evaluación educativa se vieron en la necesidad de adaptar sus sistemas a la tecnología existente.

Si bien las evaluaciones para medir el aprendizaje de los estudiantes pueden cambiar, los aspectos de calidad como la validez y la confiabilidad deben ser consideraciones constantes.

Para las instituciones que realizan evaluaciones en línea, entre las ventajas está la flexibilidad en la ubicación y el tiempo para realizarlas, la cantidad de alumnos que se manejan, la automatización de los procesos de calificación y, desde la perspectiva de los estudiantes, el tiempo en trasladarse para tomar una prueba estandarizada, inclusive el tiempo usado para la evaluación puede ser flexible.

¿Podremos incorporar estas modalidades y aprendizajes de ahora en adelante? Quizás lo más relevante de la situación es que la tecnología llegó para quedarse.

Herramientas

Un área de intervención educativa de mucha importancia para países en vías de desarrollo es la de proyectos financiados que intervienen en escuelas públicas rurales. El reto que enfrentan es encontrar las estrategias para crear una verdadera integración tecnológica en el quehacer diario y algo más que la simple “digitalización” de tareas.

En nuestra experiencia de campo con escuelas rurales, observamos lo que proponen expertos en que los usos de las TIC en procesos de enseñanza se integran en la misma rutina y en las mismas prácticas educativas. Por ejemplo, los usos más frecuentes para la tecnología en las aulas han sido: a) Búsqueda de información; b) Hacer ejercicios en línea; c) Ver videos y juegos de apoyo —el más común—; y d) Una forma de distracción.

El ámbito virtual obliga a una modificación de las prácticas tradicionales. Además, la falta de formación docente y capacitación para el uso adecuado de las TIC puede reducir la tecnología al mismo uso que el cuaderno y el libro de texto.

Modelo

¿Cómo lograr esta integración de tecnología en el aula?

  1. Reconocer que antes de exigir buenas prácticas, es necesario ofrecer las condiciones para que se integren herramientas digitales al currículo.
  2. Es fundamental formar en nuevas competencias digitales al equipo docente, partiendo desde la premisa que ese conocimiento trasciende a nuevas prácticas pedagógicas.
  3. Promover el diseño de experiencias dinámicas e innovadoras de aprendizaje donde el profesor sea un mediador.
  4. Tomar en cuenta que el estudiante puede estar rodeado de tecnología, pero no significa que sepa usarla. Sea consciente del acceso a los recursos y planifique poco a poco la integración de los mismos.
  5. Realizar evaluaciones cada vez que se integre una herramienta o una metodología. Lo importante es determinar si el proceso de integración tecnológica logró potenciar los aprendizajes de los estudiantes.

Conclusiones

El reto transversal en todos los niveles es lograr que la educación a distancia migre a un modelo híbrido efectivo. Los retos específicos no se solventan solo con dotar de equipo y conectividad a los docentes, estudiantes e instituciones, sino que los docentes puedan hacer un uso intencionado basado en evidencia, de las tecnologías y que promuevan la innovación en el aula y las instituciones.

Resolver la transición implica también considerar el lado humano de la educación y sensibilizar al cuerpo docente en que las experiencias educativas están ligadas a las necesidades socioemocionales de ellos mismos y sus estudiantes. La emergencia sanitaria no se debe menospreciar, y es clave apoyar en manejo de duelo, pérdidas, sentimientos de tristeza. Para promover el bienestar de la comunidad y que la escuela sea un lugar seguro, tanto física como emocionalmente, para aprender.

Solo así tenemos frente a nosotros una gran oportunidad para desarrollar ciudadanos competentes que respondan a las exigencias de este siglo. Si logramos integrar la tecnología en las aulas.

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* M. Ed. Mariela Zelada es decana de la Facultad de Educación y MA. Jorge Andrés Gálvez-Sobral Aguilar es director del Centro de Investigaciones Educativas de la Universidad del Valle de Guatemala (UVG)