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La pandemia en la vida de un médico

Relato en primera persona de un profesional a quien, como a miles, el covid le cambió la vida.

La pandemia en la vida de un médico

El agotamiento es real, pero el afán de servicio triunfa. Foto cortesía Dr. Omar Sandoval

Nos preparábamos. En el hospital de Antigua Guatemala hacíamos ensayos de cómo colocarnos el EPP (equipo de protección personal) y la técnica para hacer los hisopados a los pacientes que comenzaran a llegar con síntomas sugestivos de covid. Era la primera semana de marzo de 2020.

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Una semana después de los ensayos se anunció el primer caso positivo en Guatemala. El Ministerio de Salud Pública ordenó el resguardo del personal mayor de 60 años de edad y que pasaríamos a la modalidad de teletrabajo (desde nuestros hogares). Yo estoy en ese grupo. Por mi edad y por ser sobreviviente de un cáncer linfático me tenía que ir.

Quería seguir trabajando en el hospital, quería seguir atendiendo pacientes, pero también debía proteger mi vida, por lo que lo más sensato fue acatar las medidas del Ministerio. Recordé que en años anteriores había estado en la primera línea de atención durante las epidemias de cólera, VIH e influenza tipo A H1N1. Pero era el momento de pasar la estafeta a los médicos jóvenes. Lo que ignorábamos era que la relativa juventud de algunos colegas no era garantía de sobrevivencia.

La pandemia apareció sin que los médicos en todo el mundo tuviéramos claro el comportamiento biológico y patológico del coronavirus Sars-cov2.

Aun los más connotados virólogos y epidemiólogos tuvieron que ir aprendiendo sobre la marcha. Por supuesto, existía ya un conocimiento sólido de la virología en general y del comportamiento epidemiológico de las enfermedades virales, pero el coronavirus actual fue todo un abanico de sorpresas.

Yo me inscribí en varios cursos en línea impartidos por la OMS/OPS y por las asociaciones de enfermedades infecciosas de Guatemala y otros países.

Tomé un diplomado de la Universidad de Harvard (gratuito) sobre las técnicas avanzadas de ventilación mecánica en pacientes con neumonía severa por covid. A pesar de no estar trabajando en el hospital, yo quería prepararme para cuando retornara a mis labores, porque, como es sabido en la comunidad médica, la enfermedad provocada por este coronavirus con alta probabilidad se va a quedar como una enfermedad endémica por un largo tiempo, a pesar de la vacunación masiva.

Falsas informaciones

A la par de esto, los médicos comenzamos a sufrir con la divulgación de información falsa entre la población, particularmente la vulnerable a las creencias de la pseudociencia, que amenazan con desviar la atención de las personas de bajo perfil intelectual hacia historias de conspiración y de terapéuticas inefectivas, pero de fácil aceptación, en detrimento de la información confiable derivada de los datos obtenidos por el método científico.

Yo me di a la tarea de subir a una plataforma visual de internet algunos videos de corta duración en los que proporcionaba información clara y sencilla, pero con respaldo científico contundente. Increíblemente, mis videos no obtuvieron el interés que yo hubiera querido, tal vez porque competían con spots de noticias amarillistas y falsas.

Me di cuenta, como lo hicieron mis colegas, de que era más fácil consumir esa información falsa y tendenciosa que tomarse el tiempo y el esfuerzo intelectual de leer páginas de información científica confiable. Pero ese fenómeno social no es nada nuevo en el campo de la Medicina, como es del conocimiento de quienes lo investiguen un poco.

Cauda mortal

Los meses pasaban y un día cualquiera aparece en redes sociales la noticia sobre la muerte de uno de nuestros colegas del hospital.

Luego siguieron más notas de colegas fallecidos en las líneas de atención directa: médicos entrados en años que habían seguido en su trabajo hospitalario o en sus consultorios privados, pero también de médicos relativamente jóvenes. También fue noticia la muerte de un médico en el hospital temporal del Parque de la Industria, a quien nunca le pagaron sus honorarios por los meses trabajados.
Indolencia estatal

La política comenzó a impregnar negativamente las acciones de los altos mandos del Gobierno en el manejo de la pandemia a nivel local. Se volvió irritante que se manejaran números fríos y no personas concretas.

Nunca hubo una muestra de condolencia de las autoridades de alto nivel hacia los médicos caídos. Los recursos nunca fueron suficientes, se carecía de lo más elemental como mascarillas con adecuada certificación de eficacia, equipos de protección personal y medicamentos.

El gobierno central gestionó préstamos multimillonarios, pero nunca se supo el destino de ese dinero. Los ánimos decayeron y la confianza en los altos funcionarios, especialmente en la persona que ostentaba la primera magistratura, se vino en picada, y cayeron las máscaras y hubo frustración y enojo e indignación hacia la parafernalia de los discursos y las falsas promesas. Afortunadamente yo era uno de los privilegiados, por estar resguardado y no tener que exponerme a enfermar o morir, pero muchos de mis colegas no corrieron con esa suerte, enfermaron y murieron.

Yo llegué al convencimiento de que la percepción de los altos mandos era la de la inevitabilidad de esas cosas, pero eso era solo una justificación a las malas políticas y a la mala voluntad. Si se logró salvar muchas vidas de personas contagiadas con el virus y que enfermaron de gravedad no fue por el apoyo de las autoridades, sino por el contrario, a pesar de la falta de apoyo.

Que el alto mando haya etiquetado de “héroes” a los médicos y enfermeras de los hospitales, con discursos dulzones de sensiblería, fue visto y sentido por esas personas en el frente de lucha contra el covid como un mero asunto retórico, totalmente inútil y más bien sarcástico y ofensivo, cuya manifestación mas burda y ridícula fue la de un funcionario que invitó a la población a sonar cacerolas a una hora determinada de la noche para “homenajear” a los “héroes”, mientras estos se encontraban trabajando de verdad en las carpas y otras áreas de alta peligrosidad con los paupérrimos recursos. Afortunadamente la población desoyó la ridícula y ofensiva propuesta del funcionario.

La pandemia en la vida de un médico
Llegó el momento de la vacunación para quien escribió esta nota. Pese a todas las polémicas, es la mejor vía para vencer la pandemia. Foto cortesía Dr. Omar Sandoval

¿Dónde está el dinero?

Este fue un hashtag que se hizo visible en las redes sociales y la plaza mayor de la ciudad capital. La pregunta todavía está vigente porque no ha sido respondida y porque los lotes de vacunas contra el Sars-cov2 que han venido a nuestro país son donaciones por las que, obviamente, el Gobierno no ha invertido un solo centavo.

Como decía al inicio de esta crónica, yo trabajé y trabajo aún desde la comodidad de mi hogar, en el seguimiento de pacientes recuperados de covid. Tuve la oportunidad de hablar con muchos de esos pacientes por la vía telefónica y videoconsultas. La mayoría fueron testigos de los esfuerzos de los médicos y de las enfermeras por sacarlos adelante con los magros recursos. Muchos de esos pacientes vieron morir ante sus ojos a otros paisanos suyos que no pudieron sobrevivir a las complicaciones de la enfermedad.

Yo atendí algunos pacientes vía telefónica que se habían recuperado de la enfermedad pero que luego se complicaron y fallecieron.
Para un médico, la muerte de un solo paciente es dolorosa, y la de muchos pacientes es una verdadera catástrofe. Como es del dominio público, las acciones de la OMS/OPS fueron “satanizadas por muchas personas. Un país del mundo, muy rico en recursos económicos, decidió, a manera de represalia por considerarse lesionado por esas medidas, quitar todo el apoyo financiero a esas instituciones.

Entonces tuvieron que trabajar también con menguados recursos, pero, en una demostración de entereza y valentía, su director general se mantuvo firme en sus decisiones y políticas de salud a nivel global. Los discursos de descalificación hacia esas entidades tuvieron cierto impacto en algunas mentes débiles que se dieron a la tarea de inventar y divulgar noticias deletéreas y criminales.

Afortunadamente, después de todo, a mi modo de ver han prevalecido las mentes más sensatas, y las personas, en su mayoría, han reconocido los esfuerzos de todas las instituciones del mundo en su lucha frontal contra esta pandemia. Y la población guatemalteca no ha sido la excepción. Prueba de ello es la fuerte adhesión a la necesidad de la vacunación contra el virus, porque, a pesar de las dudas y los recelos, muchos sabemos que la vacunación masiva es la mejor estrategia contra la pandemia.

*Médico con 30 años de carrera, director del Hospital Nacional de Antigua Guatemala

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