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Salud mental recibe poca atención en la pandemia

Enfoque biológico de salud deja de lado padecimientos emocionales y psicológicos que a menudo se agravan en crisis como la actual.

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La OMS, concibe la salud mental como un "estado de bienestar en el que el individuo realiza sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja en forma productiva y fructífera, y aporta a la comunidad. Foto Hemeroteca

La OMS, concibe la salud mental como un "estado de bienestar en el que el individuo realiza sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja en forma productiva y fructífera, y aporta a la comunidad. Foto Hemeroteca

En Guatemala, el enfoque clínico-hospitalario ha sido el dominante para manejar la pandemia delcovid-19, y en esta crisis se ha hecho muy poco respecto de la atención a los problemas de salud mental, sobre todo en un período que demanda reactivarla e incluirla como una de las prioridades salubristas, como un programa de emergencia holístico e integral, participativo, eficaz y de amplio alcance e impacto en todo el territorio.

En la actualidad, es evidente el dominio del modelo biomédico sobre el concepto de salud y el enfoque propuesto de cuerpo-mente, entendiéndose la salud en términos exclusivamente biológicos. Se necesita dar espacio al análisis de la enfermedad desde el enfoque mental o psicológico.

El país vive un escenario complejo, con expresiones de violencia histórica, política, económica, social, étnica y comunitaria, visibilizadas a través de los conflictos de tierras, la extorsión generalizada, las pandillas, el crimen organizado, las migraciones forzadas y otras situaciones.

Aproximadamente el 59% de la población guatemalteca vive en la pobreza y 23%, en extrema pobreza, lo cual afecta a ocho de 10 familias en el área rural, en donde existe poca infraestructura y el Estado está casi ausente: más de siete mil comunidades —de 2 mil 500 habitantes, en promedio— no cuentan con un puesto de salud cercano.

Al menos el 75% de esa población trabaja en la informalidad, con niveles de precariedad o incertidumbre respecto del ingreso diario, y sin prestaciones sociales. Muchas familias no tienen acceso a servicios e infraestructura adecuados, lo que conlleva estados frecuentes de desnutrición aguda y crónica.

Se debe agregar que el país salió de una guerra interna que terminó en 1996, la cual dejó muchas pérdidas humanas.

Las deficiencias y las ausencias del Estado en el territorio nacional, las secuelas del trauma del conflicto armado, además de la pobreza y la exclusión —falta de oportunidades de realización y bienestar— pueden resultar en otros efectos negativos como violencia, migración, adicciones —incluyendo drogadicción y alcoholismo— y conductas suicidas, muy violentas o antisociales a temprana edad que pueden estar asociadas con la violencia común u organizada.

En el 2016 se llevó a cabo en Guatemala la Encuesta sobre Discapacidad (Endis), a cargo de un grupo de investigación de Washington DC, la cual ubicó la depresión como primera causa de discapacidad por el impacto que produce en la vida de quien la padece, ya que lo limita o reduce a continuar de la misma forma su vida cotidiana familiar, social, laboral, etc.La iniciativa de ley 5125 sobre Discapacidad en Guatemala, bajo el marco de la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, se encuentra en el Congreso desde el 2016, sin que este muestre aparente interés en conocerla y aprobarla.

Por lo tanto, la salud mental en Guatemala se debe entender como causa y efecto en gran medida, aunque no únicamente a la conflictividad, la complejidad y las características de la historia política, económica y social del país, reflejada en el estatus de su salud integral en sentido amplio y múltiple, como se definió en la Conferencia Internacional de Alma-Ata, en 1978.

De acuerdo con las recomendaciones del Programa Nacional de Salud Mental (2007-2015) y el Plan Estratégico Nacional (2007-2020) del Ministerio de Salud, el abordaje de este tipo de problemas ha priorizado el tratamiento psiquiátrico de la enfermedad mental, y se centraliza el servicio en el Hospital Nacional de Salud Mental Carlos Federico Mora (HCFM), que ofrece consulta externa y hospitalización para pacientes agudos y crónicos.

La información disponible para Guatemala muestra, en términos de los padecimientos de la población, que uno de cada cuatro guatemaltecos mayores de 18 años ha sufrido al menos un trastorno mental en su vida, y en general solamente el 2.3% de la población ha consultado a algún profesional en salud por algún problema relacionado con esos trastornos —Encuesta Nacional de Salud Mental, Usac, 2009—.

En términos generales, los trastornos de depresión, ansiedad y síndrome de estrés postraumático constituyen los más frecuentes entre la población guatemalteca, ya que afectan aproximadamente a un 48%, mientras que alteraciones del humor, del estado de ánimo, de las emociones y la personalidad ocupan el segundo lugar, con lo que afectan a un 8% de la población, grupo al que afectan los trastornos depresivos más comunes.

Para el 2020, la depresión será la segunda causa principal de discapacidad en el país, y la combinación de ansiedad y depresión representan ya, desde hace algunos años, un reto difícil para el país y el resto del mundo .

Estos padecimientos emocionales se doblan regularmente cuando existen situaciones como la que se vive actualmente, por la pandemia del covid-19.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) concibe la salud mental como un “estado de bienestar en el que el individuo realiza sus capacidades, supera el estrés normal de la vida, trabaja de forma productiva y fructífera y aporta algo a su comunidad” (OMS/OPS, 2013:42) .
La escasa atención en la salud mental está centrada en los problemas mentales graves, los cuales no suceden o no se dan a conocer y a tratar en espacios comunitarios, sino solamente en el Hospital Federico Mora. A escala nacional, existe muy poco personal para atender la salud mental de la población, principalmente en la provincia y sus áreas.

En relación con el número de hospitales que cuentan con espacios psiquiátricos públicos en el país, se registran tres, el Federico Mora, el Centro de Atención Integral de Salud Mental del IGSS, ambos en la capital, y el Hospital de San Benito, Petén. Respecto de este último, no se cuenta con información actualizada sobre la disponibilidad de camas por cantidad de pacientes con problemas de salud mental.

Uno de los pocos artículos de prensa publicados en el 2017 sobre el sector de salud mental y sus recursos humanos profesionales —no se cuenta con información completa sobre si esta es consistente, confiable y actualizada—, analiza descriptivamente que la debilidad es muy grande y extendida para proporcionar los servicios de atención en salud mental —desde el punto de vista de los servicios clínico-hospitalarios, su infraestructura y recursos humanos profesionales—, ya que solo 108 profesionales estaban activos en la Asociación Psiquiátrica de Guatemala, para todo el territorio nacional.

La cifra no superaba los 150 médicos. Otro problema importante es que el 30% de estos eran mayores de 50 años, y en general primaba la visión biomédica tradicional, poco abierta a nuevos enfoques.

Había un grupo de psiquiatras que ya estaban jubilados, y la gran mayoría de los retirados o los activos no estaban dispuestos a trabajar en la provincia, por “falta de incentivos”.

Actualmente, los listados preliminares del Ministerio de Salud (2020) arrojan cifras aproximadas sobre los recursos humanos profesionales trabajando en la salud mental, y muestran que en las áreas de Salud trabajan 260 psicólogos y en los hospitales nacionales, 27 psiquiatras.

Si se calcula en tasas, existen 1.74 psicólogos por cada cien mil habitantes, y en las áreas de Salud, 0.93 por cada cien mil habitantes. En hospitales públicos trabajan 0.82 psicólogos por cada cien mil habitantes. Es evidente que hay poquísimos psicólogos en el área pública para atender a la población guatemalteca.

Las tasas de profesionales de la Psiquiatría son más dramáticas: en hospitales nacionales hay 0.18 psiquiatras por cien mil habitantes o, más claro, 1.8 por cada millón de habitantes. En las áreas de Salud simplemente no se cuenta con esos profesionales.

Es importante tomar en cuenta que desde marzo último los servicios públicos de salud mental a escala nacional quedaron suspendidos temporalmente, por orden de la cartera salubrista, debido a la pandemia, con lo que muchos pacientes no tuvieron acceso a tratamiento ni a medicinas.

Actualmente se han retomado algunos pasos iniciales estratégicos, se ha implementado la capacitación para reforzar y actualizar al personal sobre diferentes herramientas para mejorar la capacidad de evaluación y tratamiento de la salud mental. Otro de los aspectos importantes es el dirigido a la descentralización y desconcentración de la atención en salud mental.

Atiende a entre 150 y 200 pacientes cada día en la consulta externa. Hay hospitalizados entre 330 y 350. En mayo de 2020 se contabilizaban 349 internos. El presupuesto que se le asignó a esta institución en el 2016 fue de Q53 millones y se logró una ampliación de Q6 millones. Esta unidad hospitalaria ha sido señalada de detenciones arbitrarias por orden del sistema de justicia y aún se mantiene como un modelo en el que se saca a la persona de su entorno social y se le encierra en un lugar fuera de la vista de la sociedad, una medida aislante, institucionalizante y estigmatizante para los pacientes.

El plan nacional que ha visto finalmente su resurgimiento y reactivación hace poco tiene los contenidos temáticos siguientes: organización de los servicios —desarrollo de servicios de salud mental comunitaria—, “equidad y facilidad de acceso” de los diferentes grupos sociales a estos. Para producir los impactos esperados, se necesita un incremento significativo en las inversiones y acciones en el campo de la salud mental. De esa cuenta, se deben analizar varios problemas para generar propuestas que permitan acercarse a la atención primaria para todos. En primer lugar, la promoción de la salud mental a escala nacional, a través de una estrategia sistemática y definida, un proceso que proporcione a los individuos y a sus comunidades los medios necesarios para ejercer un mayor control sobre su propia salud y así poder mejorarla —Ottawa, 1986—.

Es urgente la descentralización de la atención, a fin de llegar a todos los departamentos y que en forma coordinada se empodere a los equipos de Salud para que se incorpore este tipo de atención y la población sea atendida desde sus propias comunidades.*Integrado por profesionales guatemaltecos (cas) de la salud mental y otras áreas académicas.

Áreas de Salud Hospitales Hospitales TOTAL
 Departamento Psicólogos Psicólogos Psiquiatras Psicólogos y Psiquiatras 
Zacapa 0 6 6
Suchitepéquez 5 5
Sololá 11 11
Santa Rosa 11 7 1 19
Totonicapán 5 5
San Marcos 1 1
Sacatepéquez 6 6
Retalhuleu 1 1
Quetzaltenango 5 5
Jutiapa 21 11 2 34
Jalapa 1 1
Izabal 2 10 12
Huehuetenango 3 5 8
Guatemala 33 68 21 122
Escuintla 4 4
Quiché 5 5 1 11
El Progreso 1 1
Petén 5 10 1 16
Chiquimula 4 4
Chimaltenango 2 1 3
Baja Verapaz 3 3
Alta Verapaz 9 9
TOTAL 138 122 27 287

 Fuente: cifras aproximadas del Programa de Salud Mental, septiembre 2020 y elaboración propia

Unidad de Salud Psicólogos Psiquiatras Total
Direcciones de Áreas de Salud MSPAS 138 0 138
Hospitales Nacionales MSPAS 122 27 149
TOTAL 260 27  287

Fuente: cifras aproximadas del Programa de Salud Mental, septiembre 2020 y elaboración propia.

 

*Integrado por profesionales guatemaltecos (cas) de la salud mental y otras áreas académicas.