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“Iba a ocurrir una tragedia”: el camión de los contrabandistas en Texas era una “trampa mortal” para los migrantes

Otras víctimas que viajaban en el vehículo encontrado en San Antonio, incluidos algunos niños, fueron trasladados a hospitales. Tres personas estaban bajo custodia, según dijeron las autoridades.

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Investigadores en el lugar donde decenas de migrantes fueron encontrados muertos el lunes dentro o cerca de un camión con remolque en San Antonio. (Fot Prensa Libre: Lisa Krantz para The New York Times)

Investigadores en el lugar donde decenas de migrantes fueron encontrados muertos el lunes dentro o cerca de un camión con remolque en San Antonio. (Fot Prensa Libre: Lisa Krantz para The New York Times)

El tráiler estaba sobre el asfalto desgastado de Quintana Road, un suburbio urbano lleno de escombros entre las vías del tren y depósitos de chatarra de autos. Sus puertas traseras estaban abiertas y, a lo largo del pavimento abrasador, varias personas yacían muertas en la carretera.

Al principio, el camión llamó poco la atención en el contexto de un lunes por la tarde en la zona industrial de San Antonio. Esa era la idea: estaba destinado a ser una etapa más de la red de contrabando en expansión, y en su mayoría oculta, de automóviles, camiones, guías y escondites que son utilizados para transportar a miles y miles de personas de manera ilegal hacia Estados Unidos.

El uso de camiones grandes para reunir y ocultar a los migrantes ha ido en aumento, dijeron funcionarios actuales y anteriores, como una forma de maximizar las ganancias de las redes criminales y una señal de la creciente desesperación de quienes buscan ingresar al país por cualquier medio posible.

En Quintana Road, algo había salido mal. El tráiler, que tenía placas de Texas, no se movía. Y el conductor había huido a pie.

Pronto, un trabajador se acercó porque escuchó un grito de ayuda, y descubrió la horrible situación: de un grupo de al menos 62 personas, que fueron traídas de contrabando desde México, Guatemala y Honduras, la mayoría yacían muertas por el calor. Los fallecimientos de al menos 51 personas fueron declarados el martes en lo que las autoridades dijeron que fue uno de los peores episodios de muertes de inmigrantes sucedidos en Estados Unidos en los últimos años.

“Durante un año, he estado advirtiendo que iba a ocurrir una tragedia debido al aumento del contrabando de camiones”, dijo Tom Homan, quien fue director interino del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. durante el gobierno de Trump. “En California, Arizona, Texas, se han visto muchos camiones con remolque”, dijo. “Pueden recoger ocho en una furgoneta, 12 en una camioneta y al menos 80 en un camión con remolque”.

Se cree que la mayor parte de los migrantes que fallecieron en San Antonio eran de México, según afirmó el Secretario de Relaciones Exteriores del país, Marcelo Ebrard, quien dijo que 22 mexicanos habían muerto junto con al menos siete guatemaltecos y dos hondureños. Otras personas que también viajaban en el camión aún no han sido identificadas.

“Lloramos por esos 51 migrantes que vinieron para respirar este aire fresco pero, en cambio, encontraron la muerte en el estado de Texas”, dijo Nelson Wolff, la máximo autoridad en el condado de Bexar, que incluye a San Antonio. Wolff culpó al liderazgo estatal por gastar miles de millones de dólares en tropas de la Guardia Nacional y otras medidas de seguridad fronteriza en lugar de usar ese dinero para proporcionar alimentos y refugio a los migrantes y arrestar a los contrabandistas.

Las autoridades dijeron que al menos tres personas relacionadas con el caso habían sido detenidas el lunes y actualmente estaban bajo la custodia de Investigaciones de Seguridad Nacional, una división del Departamento de Seguridad Nacional que investiga las muertes. El martes, los fiscales federales acusaron a dos de ellos, Juan Francisco D’Luna-Bilbao y Juan Claudio D’Luna-Mendez, de posesión de un arma de fuego sin tener residencia legal en el país luego de que los agentes los detuvieran frente a una casa de San Antonio donde estaba registrado el camión.

El conductor también fue detenido, dijeron las autoridades, aunque no estaba claro si se habían presentado cargos en su contra.

“Lo agarramos cuando se estaba yendo del lugar”, dijo William McManus, jefe del Departamento de Policía de San Antonio, en una entrevista con The New York Times. “Lo encontraron en un campo cercano”.

El jefe McManus dijo que el camión tenía placas de Texas y se ajustaba a un patrón observado por los policías de la ciudad: el uso de camiones con remolque por parte de los traficantes de personas. “Lo hemos visto varias veces”, dijo. “Es intrínsecamente peligroso porque una vez que estás encerrado allí, estás atrapado”, dijo. “Cuando se apaga la refrigeración, se apaga el aire acondicionado, y se vuelve una trampa mortal”.

El camión no tenía un sistema de enfriamiento que funcionara bien, dijeron las autoridades, lo que hizo que quienes estaban adentro se sofocaran mientras las temperaturas exteriores se elevaban por encima de los 37,7 grados Celsius el lunes. No se encontró agua adentro del camión, dijeron las autoridades. Entre los muertos había 39 hombres y 12 mujeres, según un portavoz del condado de Bexar; al menos 11 sobrevivientes aún estaban siendo atendidos en hospitales del área porque sufrieron un golpe de calor, algunos se encontraban en estado crítico.

Parece que el vehículo fue acondicionado para que se pareciera a un camión con un propósito legítimo, incluso tenía una copia de la insignia de una empresa en la puerta, dijo McManus. Los funcionarios de seguridad dijeron que eso era una táctica común. “En esta área, los vehículos clonados no son nada inusuales”, dijo Eusevio Salinas, alguacil del condado de Zavala, que se encuentra entre la frontera y San Antonio. “Clonan camiones utilitarios, camiones de cable. Hemos atendido a conductores de FedEx y UPS que dicen que les están robando sus etiquetas magnéticas”.

Durante mucho tiempo, ciudades como San Antonio, Houston, Phoenix y Los Ángeles han sido importantes puntos de distribución para los migrantes que son transportados por las redes de contrabando a través de ciudades de entrada como Laredo.

Las redes siguen un patrón que se ha vuelto familiar para los funcionarios fronterizos de EE. UU. Los contrabandistas traen a pequeños grupos de unas cinco o diez personas a través de la frontera, dicen los funcionarios, y los conectan con otros miembros de la red en el lado estadounidense que los recogen y los llevan en autos privados hasta un área de preparación, comúnmente conocida como una casa de seguridad. Las viviendas pueden estar en un rancho ubicado en un área aislada o son casas abandonadas en comunidades fronterizas. Cuando hay un grupo grande, a veces alrededor de 80 o más personas, las suben a un camión y las llevan hasta las grandes ciudades.

Si un camión logra pasar los diversos puntos de control de la Patrulla Fronteriza en el lado estadounidense de la frontera, es poco probable que lo detengan mientras se dirige hacia el norte, a menos que el conductor cometa una infracción de tránsito.

Solo en el último mes, los agentes federales interceptaron a varios grupos de migrantes escondidos en camiones con remolque, incluidas 88 personas en el Valle del Río Grande de Texas, y más de una decena que estaban escondidas en un cargamento de chatarra que fue revisado en un puesto de control en las afueras de Falfurrias, Texas.

En mayo, dos hombres mexicanos fueron arrestados y acusados ​​de contrabandear a 124 migrantes que estaban hacinadas en un camión con remolque. Según los fiscales, el vehículo fue interceptado en un puesto de control en la Interestatal 35, y se le había pagado al conductor para llevarlos hasta San Antonio.

Pero aún queda mucho por aclarar sobre las circunstancias del viaje que hicieron los migrantes que fueron encontrados el lunes.

Las autoridades no han dicho por dónde cruzaron los migrantes, cómo llegaron a la carretera en San Antonio, ni si era un lugar designado en su viaje o un sitio en el que terminaron debido a una avería.

Rudy Martinez, un remolcador que trabaja a lo largo de Quintana Road, dijo que vio que el camión de dieciocho ruedas giraba a la izquierda en algún momento antes de las 5:00 p. m. del lunes. “Vi al tipo conduciendo. Saludé al chofer”, dijo. “El conductor estaba usando una camiseta de neón como las de los tipos que dejan pasar el tráfico”.

A las 5:51 p. m., el trabajador se acercó al camión y llamó al 911, dijo el jefe.

Las nacionalidades de quienes estaban a bordo del camión muestran un cambio en los patrones migratorios que comenzó durante la pandemia: ahora los migrantes mexicanos vuelven a cruzar la frontera después de años de declive.

Desde la implementación del Título 42, una regla de salud pública, la mayoría de los mexicanos y centroamericanos han sido expulsados de ​​inmediato a México cuando son encontrados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.

Eso ha hecho que muchos de ellos traten, en repetidas ocasiones, de cruzar la frontera hasta lograrlo. El mes pasado, uno de cada cuatro migrantes capturados por agentes había sido detenido previamente al menos una vez en los últimos 12 meses.

La situación ha impulsado una economía clandestina y criminal a ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México. Los migrantes están a merced de las organizaciones de traficantes, cuyos tentáculos se extienden desde los pueblos de América Latina hasta las ciudades de Estados Unidos. En su camino, cambian de manos y vehículos muchas veces.

En varias entrevistas durante los últimos dos años, los migrantes y los trabajadores humanitarios han dicho que es prácticamente imposible viajar sin pagarles a las pandillas que controlan amplias extensiones del lado mexicano de la frontera, cuyos servicios de contrabando se extienden hasta Estados Unidos.

Adriana Rocha, integrante del Concejo Municipal de San Antonio que representa el área donde se encontraron los migrantes, dijo que no era inusual que pasaran camiones con migrantes. En un viaje reciente con la policía local, Rocha notó que el aislamiento de la zona era una especie de protección para quienes transportaban inmigrantes de manera ilegal.

Jack Staton, quien fue un alto funcionario de Investigaciones de Seguridad Nacional, dijo que era muy poco probable que se detectaran los vehículos que transportaban migrantes a lo largo del concurrido corredor comercial entre Laredo y San Antonio. “Es la manera perfecta de contrabandear personas cuando tienes tantos vehículos entrando a diario”, dijo. “Te mezclas con el tráfico comercial regular”.

Si bien las familias que cruzan la frontera generalmente se entregan a los agentes, la mayoría de los migrantes transportados en vehículos comerciales son adultos solteros que buscan evadir la detección.

“Son personas que no quieren ser atrapadas ni entregarse. Quieren ponerse a trabajar”, ​​dijo Staton, quien se jubiló del Departamento de Seguridad Nacional en diciembre. “La covid devastó las economías, y ha dejado a la gente sin trabajo”.

Homan, quien trabajó durante 35 años en la vigilancia fronteriza, dijo que el peor día de su vida fue cuando se alistó en 2003 para dirigir una investigación en Victoria, Texas, de una operación de contrabando que resultó en la muerte de 19 migrantes que viajaban en un camión.

“Se estaban asfixiando adentro de una caja de acero a 76 grados”, dijo Homan.

“La gente se quedó en ropa interior”, agregó, explicando que se quitaron la ropa en un intento desesperado por refrescarse. “Era como una casa de los horrores”.

Quienes trabajan a lo largo de Quintana Road dijeron que esa área remota ha sido un lugar de llegada de inmigrantes desde al menos la década de 1990.

“Sé que cuando comencé a trabajar en los deshuesaderos de coches, mucha gente venía de México”, dijo Rose Ann Iniguez, de 53 años, gerente de recuperación de automóviles de Junk Yard Dogs. “Tenían hambre y sed”.

Iñiguez dijo que se sorprendió al enterarse de las muertes a solo unos cientos de metros de su lugar de trabajo. “Son humanos. Sé por qué vienen. Ellos también tienen que sobrevivir”, dijo.

Aseguró que solía ver a más personas caminando en el pasado. Ahora quienes pasaban parecían ser más cautelosos. “Creo que están asustados”, dijo. “Cuando veo migrantes, se suben a los autos. Alguien los está esperando para recogerlos”.

Miriam Jordan cubre el impacto de la migración en la sociedad, la cultura y la economía de Estados Unidos. Antes de unirse al Times, cubrió inmigración por más de una década en el Wall Street Journal y fue corresponsal en Brasil, Israel, Hong Kong e India. @mirjordan

J. David Goodman es el jefe de la oficina de Houston, y cubre Texas. Ha escrito sobre el gobierno, la justicia penal y el papel del dinero en la política para el Times desde 2012. @jdavidgoodman

Edgar Sandoval, Maria Abi-Habib, Oscar Lopez, Eileen Sullivan, Alexandra E. Petri, Zolan Kanno-Youngs, David Montgomery y Daniel Victor colaboraron con trabajo de reporteo. Susan C. Beachy colaboró en la investigación.