Internacional

|

Suscriptores

La evolución de Trump durante su exilio de las redes sociales

Tras el asalto al Capitolio, Trump fue excluido de varias plataformas de medios sociales por el riesgo de incitar a más violencia. Aun así, sigue buscando varios espacios en redes para emitir sus opiniones.

|

Manifestantes incitados por el presidente Donald Trump irrumpen en el Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021. (Foto: Prensa Libre: Kenny Holston/The New York Times)

Manifestantes incitados por el presidente Donald Trump irrumpen en el Capitolio de Washington el 6 de enero de 2021. (Foto: Prensa Libre: Kenny Holston/The New York Times)

En septiembre, el expresidente Donald Trump se conectó a Truth Social, su red social, y compartió una imagen de sí mismo en la que lucía un broche con la forma de la letra Q, junto con una frase que se asocia mucho con el movimiento de QAnon de teorías conspirativas: “La tormenta se aproxima”.

Con eso, Trump se aseguró de que el mensaje —que primero fue publicado por una cuenta vinculada con QAnon— se divulgara ampliamente, pues sus más de cuatro millones de seguidores podrían verlo. También le estaba dando una especie de patrocinio descarado al movimiento, el cual afirma falsamente que los demócratas más prominentes son parte de un culto satánico en el que adoran al demonio y comen bebés.

Incluso cuando Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, anunció la semana pasada que Trump sería readmitido —una medida que siguió al levantamiento de su expulsión de Twitter, aunque él todavía no ha regresado ahí—, no hay indicios de que haya atenuado su comportamiento o dejado de difundir el tipo de mensajes que lo llevaron al exilio.

De hecho, dos años después de que fuera expulsado de la mayoría de las principales redes sociales por su papel en la incitación a los disturbios del Capitolio, su presencia en internet se ha vuelto cada vez más extrema, aunque es mucho menos visible para la mayoría de los estadounidenses, quienes nunca utilizan las plataformas poco conocidas en las que ha estado publicando a un ritmo a veces asombroso.

Desde que presentó el sitio de su red social en febrero de 2022, Trump ha compartido cientos de publicaciones de cuentas que promueven las ideas de QAnon. Ha seguido insistiendo falsamente en que las elecciones de 2020 fueron robadas y que es víctima de las agencias federales corruptas. Asimismo, ha lanzado ataques personales contra sus múltiples presuntos enemigos, incluidos ciudadanos particulares cuyos nombres ha puesto de relieve.

Ahora, el regreso cada vez más probable de Trump a las principales plataformas plantea la posibilidad de que traslade su comportamiento más extremista a un público mucho más amplio en Facebook e Instagram, que suman cinco mil millones de usuarios activos, y Twitter, con 360 millones de usuarios activos.

La posibilidad de que esto ocurra ha alarmado a los expertos en extremismo, ha obligado a las plataformas a explicar que han instalado “vallas protectoras” para frenar las publicaciones incendiarias y ha suscitado preguntas sobre cómo las afirmaciones de Trump, que durante mucho tiempo se limitaron al ámbito de la derecha, pueden repercutir en los votantes de la corriente dominante, sobre todo porque una parte considerable de su partido ha dado a entender que está dispuesto a pasar página.

“No es que Trump haya cambiado demasiado su forma de comportarse en internet. De hecho, se ha vuelto más extremista”, afirmó Jared Holt, investigador del Instituto para el Diálogo Estratégico que estudia la tecnología y el extremismo en Estados Unidos. “No creo que nadie deba realmente esperar que sea diferente si vuelve a Facebook y Twitter. Y cuando se trata de difundir teorías conspiratorias, Trump es el pez gordo”.

Steven Cheung, portavoz de Trump, dijo el jueves que “Truth Social ha sido un éxito porque el presidente Trump ha creado una verdadera plataforma de libertad de expresión, a diferencia de los oligarcas de los gigantes tecnológicos que censuran a los conservadores”. Y añadió: “El presidente Trump nunca debió haber sido vetado de esas plataformas de redes sociales, y todo el mundo sabe que sus decisiones fueron injustas y, en última instancia, destruyeron la integridad de nuestra democracia”.

En una carta enviada este mes a tres altos mandos de Meta, incluido Mark Zuckerberg, director ejecutivo de la empresa, un abogado de Trump argumentó que la suspensión de sus perfiles había “distorsionado e inhibido drásticamente el discurso público”.

La petición de restablecimiento se programó de modo que coincidiera con el segundo aniversario de la decisión de prohibirle el acceso al exmandatario a Facebook e Instagram, tomada un día después del ataque con saldo mortal perpetrado por partidarios de Trump en el Capitolio. En aquel momento, la compañía dijo que la presencia de Trump en sus sitios web suponía un riesgo para la seguridad pública.

Los demócratas han dicho que el expresidente sigue siendo peligroso. El mes pasado, cuatro congresistas de este partido exhortaron a Meta para que no reincorporara a Trump, y escribieron en una carta que este seguía “socavando nuestra democracia”.

Pero el miércoles, Nick Clegg, presidente para asuntos globales de Meta, escribió en una entrada de blog: “Nuestra determinación es que el riesgo ha disminuido lo suficiente”. Añadió que la suspensión fue “una decisión extraordinaria tomada en circunstancias extraordinarias” y que, normalmente, “el público debería poder volver a escuchar en nuestras plataformas a un expresidente de Estados Unidos y a un candidato declarado a ese cargo”.

Con el objetivo de evitar que Trump provoque disturbios futuros, Meta dijo que impediría que se compartieran publicaciones que, entre otras cosas, cuestionen la legitimidad de las elecciones o promuevan contenidos de QAnon. Las violaciones de las políticas de la compañía también podrían derivar en otro bloqueo de parte del sitio, indicó Meta. Los conservadores elogiaron la decisión, y la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y el senador Bernie Sanders defendieron la medida.

No hay restricciones de este tipo para Trump en Twitter, que lo había vetado poco después de los disturbios del Capitolio, pero lo reincorporó en noviembre después de que Elon Musk, el nuevo propietario de la compañía, realizara una encuesta pública sobre su posible regreso.

En febrero de 2022, el expresidente ingresó por primera vez a Truth Social, en la que tiene una importante participación financiera, para publicar el siguiente mensaje: “¡Prepárense! Su presidente favorito los verá pronto”.

No volvió en más de dos meses, pero luego las compuertas se abrieron y Trump hizo “truthing” y “retruthing” —como se les llama a las publicaciones propias y compartidas— docenas de veces al día.

El 31 de agosto, por ejemplo, realizó más de 50 publicaciones, en las que hizo afirmaciones descabelladas sobre la computadora portátil de Hunter Biden, las máquinas de votación de Dominion y los supuestos vínculos con Rusia del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris.

A menudo ha repetido mentiras sobre las elecciones de 2020. Esta semana pasada, publicó que la infame llamada telefónica en la que exigió más votos en Georgia fue “perfecta” y que los funcionarios habían “hecho trampa de muchas maneras”.

Si Trump vuelve a las principales redes sociales, es mucho más probable que se presione a los candidatos y funcionarios electos republicanos —que se pasaron su presidencia esquivando preguntas sobre sus tuits incendiarios—para que opinen sobre lo que dice.

Trump también tendría que ingeniárselas para gestionar su presencia en línea.

Según documentos reglamentarios, está obligado a publicar sus mensajes exclusivamente en Truth Social y no compartirlos en ningún otro sitio durante seis horas. Sin embargo, ese contrato tiene una excepción importante, que le permite publicar material “relacionado específicamente con mensajes políticos, recaudación de fondos para fines políticos o campañas de promoción del voto en cualquier momento” en otros sitios.

Hasta la fecha, Trump no ha hecho uso de esta cláusula, ya que publica exclusivamente para sus 4,8 millones de seguidores en Truth Social y, en ocasiones, reenvía ese contenido a sus casi 800.000 suscriptores en Telegram.

Ese número de seguidores palidece en comparación con su alcance potencial en otros medios. Un análisis del Centro de Investigaciones Pew de octubre reveló que solo el 2 por ciento de los estadounidenses utilizaba Truth Social o Telegram como fuente habitual de noticias, frente al 28 por ciento de Facebook y el 14 por ciento de Twitter.

Las propias estadísticas de Trump subrayan esa diferencia. Tiene casi 88 millones de seguidores en Twitter; su cuenta de Facebook tiene 34 millones de seguidores. Su página de Instagram, más centrada en fotos familiares, tiene 23 millones de seguidores.

Según personas cercanas a Trump, es consciente de que volver a esas plataformas podría privar a Truth Social de su mayor atractivo. Pero tal vez su deseo de obtener más ingresos se vea superado por la enorme atención que Facebook y Twitter pueden proporcionarle en su nueva contienda por la presidencia.

Rashad Robinson, presidente de Color of Change, un grupo de defensa de los derechos civiles, dijo que el enorme número de seguidores de Trump podría explicar en parte la decisión de Meta.

“Corporaciones como Facebook siguen encontrando formas de beneficiarse de Trump incluso cuando lo condenan”, explicó Robinson, cuyo grupo ha presionado a Facebook a través de boicots contra anunciantes para que cambie sus políticas. “No es solo que permitan que Donald Trump vuelva a su plataforma; es que se benefician de ello”.

Él y otros señalaron el hecho de que la campaña de Trump gastó US$89 millones para anunciarse en Facebook e Instagram durante las elecciones de 2020 y US$56 millones para anunciarse en Google y YouTube. Google, que también suspendió a Trump de YouTube en enero de 2021, no ha anunciado planes para reincorporarlo.

“Facebook tiene más seguidores que el cristianismo”, afirmó Robinson. “No hay realmente un punto de comparación en términos de alcance y poder publicitario”. Meta no quiso hacer comentarios sobre las críticas de Robinson. Pero algunos ejecutivos han señalado en el pasado que la publicidad política representa una fracción pequeña de los ingresos globales de la empresa, y Meta reconoció que ha ajustado su algoritmo para restar importancia al contenido político en los últimos dos años.

Aunque es posible que Trump modere su flujo de publicaciones extremas si vuelve a las plataformas convencionales, en absoluto queda claro que lo vaya a hacer.

El miércoles, Trump no dio indicios de que fuera a bajar el ritmo, pues publicó o compartió contenido 19 veces en Truth Social sobre las elecciones de 2020, los medios de comunicación y el fin de lo que llamó su “desplazamiento” de Facebook.

“Algo así no debería volver a ocurrir”, escribió.