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Se opone a la guerra contra las drogas

Carl L. Hart, es uno de los primeros profesores titulares afroamericanos de Ciencias en Columbia, es un fastidio entre los investigadores de drogas y una estrella de rock entre los defensores de la despenalización de estupefacientes.

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Carl L. Hart, de la Universidad de Columbia, dice que muchos usuarios de drogas tienen experiencias positivas. (Simbarashe Cha para The New York Times)

Carl L. Hart, de la Universidad de Columbia, dice que muchos usuarios de drogas tienen experiencias positivas. (Simbarashe Cha para The New York Times)

Carl L. Hart, neurocientífico en la Universidad de Columbia en Nueva York, respondió recientemente preguntas sobre su nuevo libro, que presenta un argumento poco convencional a favor del uso de las drogas.

¿Hart, trae algo en su sistema ahorita?

“No”, respondió. “¿Por qué desperdiciarías tu sustancia en una entrevista? Tienes que concentrarte y enfocarte”.

¿Para lidiar con el estrés o el aburrimiento de las entrevistas?

Bueno, tal vez si estuviéramos en una recepción académica, dijo. “Entonces, podrías tomar algo que te ayude a salir adelante”, afirmó. “Como una dosis baja de opioides y una dosis baja de estimulantes”.

Hart, de 54 años, uno de los primeros profesores titulares afroamericanos de Ciencias en Columbia, es un fastidio entre los investigadores de drogas y una estrella de rock entre los defensores de la despenalización de las drogas. En “Drug Use for Grown-Ups: Chasing Liberty in the Land of Fear,” confiesa que ha consumido heroína con regularidad durante los últimos cuatro años.

Todos los adultos deberían tener la libertad de hacerlo, mencionó.

Hart argumentó que la adicción no es una enfermedad cerebral; que la mayoría de los 50 millones de estadounidenses que consumen una droga en un año determinado tiene experiencias positivas; que las políticas estadounidenses han sido deformadas por un enfoque sólo en los malos desenlaces; y que los resultados han sido devastadores para familias afroamericanas como la suya.

Gran parte de la culpa, indicó, recae en su propia profesión. “Nosotros en el campo estamos exagerando los efectos dañinos de las drogas”, aseveró. “Hemos educado equivocadamente al público”.

Los detractores llaman erróneas y peligrosas a estas afirmaciones.

Hart empezó su relación con las drogas cuando crecía en Miami Gardens, Florida. Al igual que muchos de sus compañeros, incursionó en la venta de drogas y portaba un arma. También era un consumado atleta y DJ en fiestas.

Después de irse, primero a la Fuerza Aérea, luego a la universidad y la escuela de posgrado, culpó a las drogas por la delincuencia y la decadencia social en la comunidad. Con un doctorado en Neurociencias, se propuso comprender la adicción y mejorar la vida en lugares como Miami Gardens.

En Columbia, comenzó a realizar experimentos con drogadictos. Hart y sus colegas administraban crack, metanfetamina, cannabis y otras drogas en entornos de laboratorio.

Esperaba que los participantes fueran como las personas de las que había oído hablar en conferencias sobre el abuso de drogas, “alguien que era esencialmente un esclavo de la droga”.

En cambio, dijo, los participantes tomaban decisiones racionales, en lugar de alimentar compulsivamente sus adicciones.

Eso lo llevó a preguntarse: si la mayoría de los consumidores de drogas tenían pocas o ninguna consecuencia negativa, ¿cuál era la mejor forma de aliviar el sufrimiento de quienes sí las tenían?

“Si las personas tienen al mismo tiempo una enfermedad psiquiátrica, ahí es donde debería estar el enfoque”, señaló. “No en la droga que está consumiendo la persona”.

Así empezó su oposición contra la guerra contra las drogas. Le dio un giro a su carrera hacia la defensoría legal.

El próximo paso, dijo Hart, debería ser establecer sitios de prueba donde los usuarios puedan determinar la pureza y la potencia de sus drogas, que es esencial para salvar vidas. Albergaba pocas esperanzas de que eso sucediera pronto.

2021 The New York Times.