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El duelo: un ciclo para conmemorar la vida

A pesar de las dificultades que puede traer la partida de un ser querido, existen algunas acciones para menguar el dolor y encauzarse nuevamente en el ciclo vital.

rituales de despedida duelo

La muerte significa que algo se terminó, pero depende de cada persona darle sentido a ese vacío. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

95 días pasaron para que Mariano Gómez entendiera lo que ocurrió el pasado viernes 19 de junio. Ese día, en su casa no se escuchaban ruidos. Una pequeña luz que se asomada a través de la cocina parecía ser el único resquicio de calidez en el hogar.

La familia Gómez no la había pasado bien los últimos cuatro días, ya que el domingo, Juan José -el padre de familia- había sido hospitalizado después de una complicación a causa del covid-19. “No creíamos que fuera a alcanzarnos. Habíamos pasado los últimos meses encerrados”, cuenta con anhelo Mariano, el hijo mayor de la familia.

Aquel 19 de junio los Gómez supieron por los doctores que Juan José había partido. Tenía 57 años. “Los días se tornaron pesados. Por mi parte, creí no volvería a sentir gusto por las cosas o las personas. Pensaba que el mundo se había robado a mi papá y que no merecía estar contento”, narra Mariano.

Aunque no se explica cómo, hace un par de semanas los días transcurrieron diferente. El recuerdo de su padre seguía presente en el hogar, pero ya no dentro de la nube pesada.

“Entendí que no estaba en mis manos o en las de otros decidir cuánto aguantaría mi papá. El tiempo y la paciencia de mis familiares y amistades me hizo recordarlo con amor. Acá seguimos celebrando todo lo bueno que llegó a hacer en vida”, sintetiza Gómez.

El duelo de Mariano ha sido el mismo de muchas más personas alrededor del mundo. Una dinámica vital de la que nadie se escapa, y que, en consecuencia, suele traer desolación.

Comprender la partida

La doctora Gabriela Paz, paliativista y neuróloga pediatra, define la muerte como la pérdida o ausencia de algo; una experiencia ante la que suelen quedar el vacío, la soledad y el dolor en un primer plano.

El psicólogo especializado en energías, Juan Carlos Zetina, coincide con Paz al hablar de una perdida: “Cuando algo nos importa y ya no está, atravesamos un duelo”, dice. Esa emoción de tristeza está conectada con una visión negativa que por un tiempo no logra ver el futuro, agrega Zetina.

La doctora Paz explica que, ante una partida, lo más frecuente en los deudos es el aumento de la adrenalina después de recibir la fatídica noticia. A esta le sigue una liberación de neurotransmisores expresados en miedos, enojos o taquicardias.

Más allá del espectro mental, el duelo propicia cambios en otros sistemas corporales. Es común ver sudoración excesiva, dolor muscular, fatiga, escalofríos o náuseas. “El cuerpo responde ante la idea de una partida”, expresa Gabriela.

El duelo un camino relativo para cada persona. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Aunque pareciera el fin, la muerte puede ser un momento para que los deudos recuerden a sus fallecidos y los celebren. La doctora Gabriela lo explica de la siguiente manera: “El sentido de la muerte es que algo se terminó, pero depende de las creencias de cada persona darle sentido al vacío”, explica.

Para ejemplificarlo, Paz se remite a la religión cristiana, donde persiste la creencia de que las personas fallecidas irán a un lugar mejor, cerca de Dios. “Hay un consuelo al saber que ha conseguido la meta de su fe”, agrega. En el caso de personas ateas, el aliciente de un fallecimiento podría tornarse a que las personas han dejado huella en su círculo y se les debe recordar.

Para explicar las etapas de un duelo, Juan Carlos Zetina se remite al modelo propuesto por la psiquiatra estadounidense Elizabeth Cuthbert Ross.

El proceso inicia con la negación, sigue la ira, la negociación, la posible depresión y por último, la aceptación donde se recupera el sentido y se comprende que hay vida después de la partida.

El psicólogo explica que para toda persona es doloroso enfrentar una muerte; no obstante, los periodos varían. “El tiempo será el mejor aliado y la gran mayoría logra salir adelante”, expresa.

Enfrentar el ciclo

Cerrar un ciclo no es fácil. A pesar de ello, hay algunas acciones que los deudos pueden tomar en cuenta para empezar cuesta arriba los momentos duros.

Para Juan Carlos Zetina, lo primero es reconocer los sentimientos y no tratar de delimitarlos por creencias psicológicas o religiosas. “Se les debe dar su lugar”, dice el psicólogo.

Partiendo de esa misma premisa, Gabriela Paz enlista otros consejos para darle un sentido al fallecimiento de un ser querido:

  • Tener derecho a sentirse mal: Acá se entiende que no todas las personas viven el duelo de una misma forma. Las personalidades experimentarán distinto el duelo.
  • Acompañar: Puede que hablar no sea el mejor aliciente inmediato para alguien dolido. El acompañamiento se puede expresar escuchando y dejando a los otros manifestar lo que sienten.
  • Realizar un altar: A través de ritos religiosos (como los rezos) o tener un espacio para recordar a la persona fallecida busca homenajear sus acciones, respetarla y saber que permanece en los recuerdos.
  • Hacer un álbum fotográfico: Esto permite recopilar momentos valiosos y al igual que un altar, pretende que nadie olvide a la persona que se marchó.
  • Lanzar un globo blanco o encender una vela: Estos gestos sirven para darle significado a un alma que ha tenido que volar o apagarse.
  • Ejercitarse: Aunque puede no haya ánimos, es recomendable que las personas tengan actividades físicas para despejar su mente, y en consecuencia, liberar endorfinas (neurotransmisores que liberan tensión).

Hay personas que en un mismo círculo logran cerrar el duelo más rápido que otras. Quienes lo “lograron” antes pueden ser de gran ayuda para quienes aún no. La doctora Paz explica que es recomendable encontrar momentos de apoyo muto.

“Contarle qué le ha funcionado para salir adelante -puede ser un libro, por ejemplo-, u otras acciones pueden ayudar a los deudos a superar el duelo”, agrega.

Otro aspecto es velar por la salud de quien no lo ha cerrado el ciclo, ya que, conforme pasa el tiempo, los signos físicos pueden replicarse. “Es importante vigilar si la persona está durmiendo y comiendo bien, teniendo pesadillas, dolores o malestares”, dice.

Muchas veces los rituales nos ayudan a despedir adecuadamente a los fallecidos. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Ante lo dicho, cabe resaltar la diferencia entre soltar y olvidar a la persona fallecida; que radica en la forma en que el deudo se plantea la pérdida. Soltar significa aceptar la partida y entender las circunstancias, mientras que olvidar sería desestimar la presencia de esa persona y no valorar sus actos en vida.

Si esto se mantiene por mucho tiempo, puede que el cuerpo esté tratando de exteriorizar que algo no va bien con la forma de experimentar el duelo. En esos momentos, Paz recomienda buscar ayuda profesional.

Acompañamiento especializado

Muchas veces, los duelos suelen convertirse en una situación patológica en la que los afectados no logran cerrar el ciclo. Si llega a suceder, los especialistas consultados recomiendan asistir a algún tipo de ayuda psicoterapéutica.

Además de la psicología, la tanatología se ha convertido en una disciplina más frecuentada por los deudos. Esta práctica es un acompañamiento durante procesos de pérdida en que el tanatólogo escucha y hace ver a los pacientes que el dolor es normal y que se puede superar.

La práctica es mediante una orientación para que el sufrimiento disminuya, la persona acepte la situación, pero que no se conforme.

“Se trata de hacer valer las cosas importantes del difunto y los recuerdos que perdurarán hasta el momento en que se vuelva a las actividades vitales sin sentir el vacío o soledad inmensa”, explica Gabriela Paz.

Hablar de la muerte tiene valor solamente si nos sirve para vivir mejor, dice la doctora Gabriela Paz. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

De igual forma, la doctora hace hincapié en los cuidados paliativos: sintetizados en un cuidado de tipo médico que se enfocan en el bien morir de las personas. Estos empiezan cuando alguien recibe la noticia de una enfermedad difícil e incurable.

Aunque no se pueda regenerar el estado de salud de la persona, los paliativistas buscan darle una calidad de vida mediante cuidados que menguan el dolor y sufrimiento, desde acciones espirituales y físicas. Además, son un acompañamiento para los familiares del enfermo porque permiten prepararles y hacerles saber que pronto llegará la despedida.

Paz resalta que, aunque no es un pensamiento recurrente, se debe dar espacio a considerar y tener presente la muerte. “Debemos recordar que algún día moriremos. Esto nos permite apreciar mejor la vida, el tiempo y las cosas a nuestro alrededor, aún con las ventajas y desventajas que existen”, expresa.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.