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¿Qué motiva a los combatientes del Estado Islámico a permanecer en la organización?

Dádivas por casamiento, un salario mensual y una bonificación por tener hijos son parte de los obsequios a los que tiene derecho cualquier militante del grupo yihadista Estado Islámico. Sumado a ello, la ciudad de Raqa, en Siria cuenta con muchas comidadades por lo cual es llamada "la Nueva York del Califato".

El Estado Islámico consiente a sus seguidores a quienes proporciona primas por casarse o tener hijos. (Foto Prensa Libre: Publimetro, Chile).

El Estado Islámico consiente a sus seguidores a quienes proporciona primas por casarse o tener hijos. (Foto Prensa Libre: Publimetro, Chile).

Estos privilegios lo son aún más cuando un combatiente proviene del extranjero de acuerdo a una entrevista que la Prensa Asociada hizo a un combatiente vía Skype, cuyo verdadero nombre mantiene en el anonimato.

Abu Bilal al-Homsi, seudónimo que utilizó el militante yihadista en la entrevista, contó que hace poco disfrutó de su luna de miel la cual calificó como “un breve momento de amor”, lejos del frente de guerra en Siria, donde él está destacado.

Al-Homsi se reunió con su prometida tunecina por primera vez tras meses charlando por internet.

Se casaron, y después pasaron varios días cenando carne a la brasa en los restaurantes de Raqa, paseando junto al río Éufrates y comiendo helado.

Todo fue posible por la prima de matrimonio que recibió el combatiente del grupo EI: US$1 mil 500 para que él y su esposa crearan su nuevo hogar, una familia y una luna de miel.

“Tiene todo lo que uno querría para una boda”, comentó Al-Homsi sobre Raqa, una capital de provincia junto al río que en los 18 meses desde que fue tomada por el grupo EI ha visto decapitaciones de rivales de los milicianos y lapidaciones públicas de supuestas adúlteras.

Hombres armados observan a los peatones en puntos de control buscando cualquier cosa que consideren una violación de la Sharia, o ley islámica, tan sutiles como un indicio de gomina.

En las viviendas de algunos de los comandantes del grupo hay mujeres y niñas de la minoría religiosa yazidi, secuestradas en Irak y retenidas como esclavas sexuales.

El grupo Estado Islámico es conocido por las atrocidades que cometió al tomar buena parte de Siria y la vecina Irak.

Pero para sus seguidores, está inmersa en un proyecto ambicioso: construir una nueva nación gobernada por lo que los radicales consideran ley divina, con musulmanes de todo el mundo que han dejado atrás sus viejas nacionalidades unidos en el “califato”.

Beneficios sociales

Para hacerlo, el grupo ha establecido un generoso sistema de beneficios sociales para ayudar asentarse e iniciar nuevas vidas a los miles de yihadíes —hombres y mujeres— que han llegado a su territorio desde el mundo árabe, Europa, Asia Central y Estados Unidos.


“No es sólo lucha”, dijo Al-Homsi. “Hay instituciones. Hay civiles sobre los que gobierna y amplios territorios. Debe ayudar a los inmigrantes a casarse. Estos son los componentes de un estado, y debe cuidar de sus súbditos”, explicó Al-Homsi.

La nueva élite del grupo EI es visible en Raqa, la ciudad más grande que controlan los extremistas en Siria.

La Nueva York del Estado Islámico

Casas y apartamentos de lujo, que otrora pertenecieron a miembros del gobierno del presidente sirio, Bashar Asad, han pasado a manos de la nueva clase gobernante de EI, según un miembro de un colectivo de medios contrario al grupo en la ciudad, que utiliza el nombre de Abu Ibrahim al-Raqawi.

Raqa, en el centro del territorio controlado por el grupo, está protegida de los combates en todas direcciones. Sus supermercados están bien surtidos y tiene varias cafeterías con acceso a internet.

“La ciudad es estable, tiene todos los servicios y todo lo necesario. No es como las zonas rurales que controla el grupo”, dijo Al-Raqawi. “Raqa es ahora la nueva Nueva York” del califato. Como otras personas en el colectivo de medios, la fuente utilizó un apodo para preservar su seguridad y no especificó dónde se encontraba.

Ayudar a que los combatientes se casen es una prioridad. Además del salario normal, los combatientes extranjeros reciben US$500 cuando se casan para ayudarles a empezar una familia.

Al-Homsi, de 28 años, recibió una prima especialmente grande porque su nueva esposa es médico y habla cuatro idiomas.

AP habló con Al Homsi en varias ocasiones durante los últimos tres años, desde sus inicios como activista que cubría los combates en su ciudad natal de Homs, en el centro de Siria.

Antes del estallido de la guerra civil en 2011 era especialista de tecnologías de la información, y siempre expresó opiniones ultraconservadores en las entrevistas, simpatizando con la idea de un califato.

El miliciano dijo haber apoyado al grupo EI desde 2013. Pero fue a mediados de 2014, tras dos años de duro asedio en Homs, cuando se convirtió en combatiente. Cuando el cerco terminó con una tregua en mayo de 2014, Al-Homsi salió como miembro oficial del grupo.

A través de su actividad en medios sociales fue como conoció a su esposa, que admiraba las informaciones que él publicaba en medios en internet. Tras comunicarse por internet, Al-Homsi descubrió que el hermano de ella se había unido al grupo y estaba en Deir al-Zur, una ciudad en el este de Siria.

Como es costumbre, le pidió al hermano la mano de la joven. La novia, de 24 años, atravesó Argelia, llegó a Turquía y desde allí a Raqa con un grupo de otras cuatro mujeres que sumaron al grupo.

Fueron alojadas en una casa de huéspedes para mujeres donde también reside el cuerpo policial femenino del grupo. Al-Homsi hizo el peligroso viaje de 150 millas (250 kilómetros) de Homs a Raqa para reunirse con ella, tras recibir una recomendación de sus comandantes locales.

El matrimonio, entre un combatiente sirio y una migrante extranjera, fue poco habitual. Por lo general, las mujeres extranjeras se casan con milicianos extranjeros del grupo.

En los primeros días de su luna de miel, al-Homsi y su prometida disfrutaron de la tranquilidad relativa de Raqa, paseos junto al río y restaurantes. Después la pareja viajó de vuelta a la zona de Homs, donde combatientes de Estado Islámico defienden su territorio de las fuerzas de Asad y otros grupos rebeldes.

Allí, al-Homsi utilizó el dinero de su prima para preparar una casa para su nueva esposa y cuatro gatitos. La pareja espera ahora un bebé y espera recibir una nueva entrega de efectivo, ya que el grupo puede pagar hasta US$400 como prima por cada hijo.

Por ahora, el grupo le paga US$50 al mes a él y una cifra similar por su esposa. También recibe una asignación para ropas y uniformes, algunos productos de limpieza y una cesta mensual de comida por valor de US$65 dólares.

Poco después de hablar con AP, al-Homsi volvió al campo de batalla, entre los combatientes que tomaron la ciudad de Palmira este mes. “El combatiente está en el frente”, dijo al-Homsi. “¿Cómo llevará comida a la casa?”.

Yihadista sale de prisión y se vuelve a unir al EI

Un salafista marroquí que había cumplido dos años de cárcel por participar en una red de reclutamiento de combatientes para Irak y Siria se incorporó a la “yihad” (guerra santa) poco tiempo después de quedar en libertad, informó hoy el diario Ajbar al Yaum.

Las dádivas que ofrece el grupo terrorista pudieron haber influenciado la decisión del hombre.

Según el rotativo, Mohamed Ulad Omar, originario de Fnideq (Castillejos) , fue la primera persona condenada por reclutar y enviar adeptos al grupo Estado Islámico, lo que le costó en 2012 una pena de dos años de cárcel.

La pasada semana, Omar logró abandonar el país por el Aeropuerto Mohamed V de Casablanca junto a su mujer, con la que viajó a un campamento del EI en Siria, añadió la información.

El diario indicó que el salafista no renovó sus documentos tras salir de la cárcel y probablemente viajó con un pasaporte que poseía de 2012 antes de su encarcelamiento.

Según las últimas estadísticas oficiales, en las filas del EI combaten más de 1.300 marroquíes, de los que 246 murieron en Siria y 40 en Irak, y otros 156 volvieron a Marruecos.

El observatorio del Norte de Derechos Humanos indicó recientemente que el tercio de los combatientes marroquíes en EI proceden del extremo norte de Marruecos, en los alrededores de la ciudad española de Ceuta, concretamente en Castillejos donde hay una gran capacidad de atracción de yihadistas.

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