Revista D

Pocos guatemaltecos optan a un crédito o beca en Guatemala.

El desconocimiento sobre el sistema es el principal factor por el cual no se opta a una subvención estudiantil.

Son varios los países que otorgan becas a guatemaltecos. (Ilustración Prensa Libre: Kevin Ramírez)<br _mce_bogus="1"/>

Son varios los países que otorgan becas a guatemaltecos. (Ilustración Prensa Libre: Kevin Ramírez)

Los becarios forman parte del selecto grupo de profesionales que gracias a sus  méritos académicos, metas definidas y perseverancia fueron beneficiados para obtener un  financiamiento por parte de un cooperante y costear así sus  estudios, ya sea en el país o en el extranjero. Pero en Guatemala se desaprovecha la mayoría de estas oportunidades, por varios factores, entre ellos el desconocimiento del sistema.  

Al igual que en muchas partes del mundo, en este país se cuenta con esta prebenda para todos los niveles, desde la primaria hasta para obtener un doctorado.

Son muchos los casos de estudiantes becados de éxito. De hecho, la mayoría llega a ocupar posiciones estratégicas, ya sea dentro de su campo de estudio, en el Gobierno o iniciativa privada. No es extraño que algunos de los hombres y mujeres que han llegado a ser jefes de Estado, ministros o premios Nobel, hayan sido becados por universidades de prestigio. Para citar un caso, Muhammad Yunus, el banquero de Bangladés, premio Nobel de la Paz, obtuvo una beca Fulbright en Estados Unidos.

Según los expertos, el aporte intelectual y creativo de un estudiante de este tipo llega a constituirse en factor de cambio para el desarrollo de su entorno.

Meta lejana

En Guatemala, el panorama en este campo es deficiente porque no hay muchas personas que hayan sido beneficiadas con este sistema. Las oportunidades de salir becado al exterior se abren especialmente durante el mandato del expresidente Juan José Arévalo (1945-1951), quien da oportunidad a varios artistas.  

A falta de cifras, Luis Édgar Arenas, director del Instituto para el Desarrollo de la Educación Superior (Indesgua), estima que el total de becas obtenidas por connacionales para grados superiores, dentro de nuestras fronteras o fuera de ellas, no supera las mil cada año. Una mínima porción cuando se calcula una  población universitaria de aproximadamente 300 mil.

“De esta cifra, del 60 por ciento  al 75 por ciento de las becas que se otorgan son locales para los niveles de  licenciatura. El resto, en  el extranjero, especialmente para licenciaturas y maestrías”, dice Arenas. Adicionalmente, un número no estimado de cursos cortos.  

Aspectos como la falta de información de los procedimientos para aplicar, el escaso dominio del  inglés o no lograr el puntaje internacional requerido, así como  la carencia de título académico en el nivel inferior  o no tener el promedio mínimo —de 80 a 85  puntos en las calificaciones—  son algunas de las razones por las que muchos  no logran concretar este beneficio, explica  Arenas, quien se dedica a asesorar estudiantes de forma gratuita desde hace seis años. 

Pero estas no son las únicas complicaciones con las que un aspirante podría enfrentarse, pues para quienes podrían optar a un curso corto, por ejemplo, los problemas giran en torno a dificultades socioeconómicas, porque, por lo general, no se subvenciona el costo del pasaje aéreo. “La inversión resulta muy alta para el tiempo que duran los cursos”, comenta Arenas.

Kleinsy Bonilla es especialista en Desarrollo de Talento Humano, Transferencia de Conocimiento y Tecnología. Su tesis de doctorado, que cursa en Corea, es  sobre “La contribución de la cooperación internacional para el desarrollo de Guatemala a través de las becas para estudios de postgrado”. Uno de los objetivos de su trabajo es recoger experiencias de nueve países cooperantes, de los becados y cómo estos se reincorporan a la vida laboral del  país.

“Un gran problema en Guatemala es la falta de información, no hay estadística; es decir, datos confiables. Los donantes hacen lo que pueden según su propia política exterior. No se tiene  la capacidad de negociación, administración, monitoreo y evaluación. No se trata solo de ser tramitadores: recibir la información de las becas y subirlas a una página de internet, sino  ofrecer asesoría real, un acompañamiento y ganar más espacios para nuestros estudiantes. Pero las entidades creen que los países cooperantes son  los que nos tienen que convencer de aplicar”, asegura.

Limitada

En cuanto a las ofertas para estudios de licenciatura en el país, “la mayoría de universidades privadas, excepto tres —Mariano Gálvez, Panamericana y San Pablo— ofrecen  ayuda para seguir estudiando”,  indica Arenas.

Pero también hay  fundaciones  que ofrecen este beneficio. Estas son Juan Bautista Gutiérrez, Proyecto Miriam, Fundación Fep Maya, Programa Ija’tz,  Progresa, Asociación Cimientos de Educación, CasaSito, Asociación Maya de Estudiantes Universitarios (Ameu), Fundación Spirit, y para jóvenes indígenas en la Asociación  para el  Avance de las Ciencias Sociales (Avancso), entre las más destacadas.

El sistema de becas durante años ha sido coordinado por  la Secretaría General de Planificación Económica (Segeplan). Disponen de un boletín  en línea en el  cual se anuncian las  convocatorias para los distintos programas, aunque con el tiempo, varios países cooperantes han optado por manejar sus propias agendas.

Segeplán, además, ofrece programas de crédito-beca locales a través del Fideicomiso Nacional de Becas y Crédito Educativo (Finabece). Este incluye a  la  Universidad de San Carlos y cinco  privadas: Mariano Gálvez, del Valle, Rafael Landívar, Panamericana y Rural.  

Esmeralda Rosas, directora de becas de Segeplán, comenta que en la actualidad apoyan a 281 universitarios. Los montos son variables, pero ofrecen entre 50 y 75 por ciento de gastos, según las necesidades del estudiante.

Una de las estrategias que emplean para promocionar estos beneficios tuvo lugar en la Feria Nacional de Becas, actividad que se llevó a cabo del 7 al 9 de noviembre, donde se dieron a conocer los programas y destinos de estudio. 

Su participación en ferias departamentales ha despertado el interés de unos dos mil 800 interesados, en su mayoría mujeres, especialmente en las carreras de Ingeniería y Ciencias de la Comunicación. “Para el 2014 esperamos abrir cien cupos nuevos“, afirma Rosas.

En estudios de posgrado se cuenta con el apoyo del Banco de Guatemala, la Escuela de Gobierno, el programa de la Fundación Konrad Adenauer (KAS),  y  de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).  

En el extranjero, los tipos de programas incluyen desde técnico universitario, consistente en becas semilla que otorga Estados Unidos para jóvenes del área rural; licenciaturas, cursos cortos, maestrías y doctorados. En estas tres últimas es donde se amplía la oferta de los países cooperantes, que incluyen a la mayor parte de países de la Unión Europea, Norteamérica, Latinoamérica, Australia y varios países asiáticos como Taiwán, Corea y Japón.

Asesoría

Existe una brecha entre los destinos a los cuales el aspirante desea ir y los que ofrecen becas. La mayoría se inclina por Estados Unidos, España y Alemania, pero los que otorgan mayor número son Corea y Taiwán, con un promedio de 20 becas anuales, comenta Arenas.

Desde el 2007, Indesgua ha beneficiado a 353 personas, incluyendo a ocho extranjeros. También publica un boletín semanal el cual dirige a casi 12 mil suscriptores sobre las nuevas ofertas del mundo  académico.

Guatefuturo es otra de las opciones en el país. Esta fundación otorga créditos-subsidios para estudios de maestría y doctorado, “con el plus de ingresar a las mejores universidades del mundo”, resalta Yolani Soto, gerente del programa. 

El aspirante que demuestre méritos académicos opta a un crédito de US$25 mil anuales con un límite de dos años de estudio y un máximo de US$50 mil. Sin embargo, hay opciones para condonar parte del capital. Durante los seis años de su trabajo, han ayudado a 112 estudiantes de un total de 342 postulantes.

Sus estadísticas permiten contemplar el perfil de sus beneficiarios: el 92 por ciento es capitalino, con preferencia para estudiar en España o Estados Unidos. Noventa y ocho de ellos fueron a maestrías, nueve a distintas especializaciones y cinco a doctorados. El área de estudio de mayor interés, hasta el momento, es Administración y Negocios, con un 10 por ciento, aunque este año hubo una beneficiada para cursar arte.

La más requerida

Entre las ofertas más codiciadas por los guatemaltecos están las Fulbright del Gobierno de Estados Unidos, programa establecido desde 1945 a escala  mundial con seis mil aportes en 150 países. Carmen de Foncea, encargada de este sistema para el país desde hace 29 años, refiere: “No se pierde ni media oportunidad”. 

Cada año son alrededor de 300 aspirantes“, indica Hugo Cardona, egresado de Fulbright y miembro invitado en el proceso de selección. Pero los espacios están reservados para los más destacados. No más de ocho, divididos entre el programa total (5) y el de profesores universitarios (3).

Amplia perspectiva

Salir a estudiar fuera del país representa para muchos un antes y después en su perspectiva personal y profesional. Cardona lo ejemplifica así. “Tiene el efecto de prestarnos un lente de magnificación que nos permite ver el mundo de manera multidimensional”. El guatemalteco tiene el honor  de ser el primer becario Fulbright en obtener esta subvención dos veces.

Soto remarca por qué consideran importante invertir en este alto nivel educativo, cuando es sabido que existen grandes carencias en los niveles primario y medio. Primero porque hay un sector que no ha sido apoyado, como la docencia y la investigación. Segundo, porque el retorno de la inversión es más rápido, afirma.

“Invertir en la punta de la pirámide puede tener resultados en dos o cuatro años, distinto a los 18 de un ciclo completo. La idea es formar una nueva generación de líderes que regresen e impulsen el desarrollo del país”, indica.

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