Revista D

Instrumentos musicales prehispánicos son nuestra herencia sonora

Desde la época colonial los instrumentos prehispánicos han sido piezas fundamentales en los festejos mayas correspondientes al cicIo anual marcado por la siembra.

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HERENCIA SONORA

Músicos ejecutan tambor y chirimía, en la fiesta patronal de Sololá 2009. Foto Prensa Libre: Edwin Castro.

Los instrumentos musicales usados por los habitantes originales en estas tierras antes de la llegada de los españoles han quedado registrados en evidencias arqueológicas, documentales y literarias.

Por ejemplo, los murales de Bonampak, que muestran a 16 músicos mayas ejecutando instrumentos tradicionales, entre los que sobresalen largas trompetas.

En el códice de Dresden, conservado en Alemania, se ve a la deidad de la fertilidad tocar un tambor. Por aparte, en piezas de cerámica como el vaso policromo de Chamá, Alta Verapaz, del período Posclásico, se ve a cuatro personajes disfrazados de animales ejecutando música. La otra fuente en la que se evidencia el uso de instrumentos aborígenes son las crónicas de misioneros y militares hispanos que describen celebraciones autóctonas de los siglos XVI y XVII.

El Popol Vuh, libro sagrado de los maya-k´iche´, contiene referencias de la música, la danza y los instrumentos musicales de los antiguos mayas. Cita: “Todas las artes les fueron enseñadas a Humbatz y Hunchouén, los hijos de Hun-Hunahpú. Eran flautistas, cantores, tiradores con cerbatana, pintores, escultores, joyeros, plateros… eran grandes músicos y cantores, todo lo sabían hacer. La sola ocupación de Humbatz y Hunchouén era tocar la flauta y cantar”.

Los instrumentos utilizados incluían variedad de flautas de barro, hueso o caña; ocarinas de cerámica y vasos que emitían silbidos; las trompetas largas de madera y conchas marinas (strombus gigas), caparazones de tortuga, sonajas hechas de jícaras y los raspadores de hueso. Además eran muy populares el tun o tunkal, y el tambor vertical de una sola membrana de piel y fabricado generalmente de cerámica.

Las investigaciones refieren que la función de la música en Mesoamérica era predominantemente ceremonial y bélica. El sonido de los instrumentos de los nativos infundió temor a los invasores ibéricos, quienes la noche en que llegaban a inmediaciones del río Xequijel -en el actual Quetzaltenango- creyeron que los indígenas contaban con ejércitos bien organizados, al escuchar el sonido de caracoles y de los tambores. “Detuvieron su marcha hasta el día siguiente en que pudieron darse cuenta de que por medio de aquellos instrumentos comunicaban a la población que a sus tierras estaban llegando personas extrañas”, describe Bernal Díaz del Castillo, en su Verdadera y notable relación de la conquista de la Nueva España y Guatemala, tomo 1.

En la fiesta de Santa Cecilia, hacia 1737, “el ruido que metían los tocadores de chirimías, pitos, tambores, zambumbias, marimbas de tecomate y otros muchos instrumentos de los indígenas, tocados al mismo tiempo, producían una bulla tal, que se oía a grandes distancias”, destaca Víctor Miguel Díaz, en su libro Vida artística de Guatemala.

Desde la época colonial los instrumentos prehispánicos han sido piezas fundamentales en los festejos mayas correspondientes al cicIo anual marcado por la siembra, el cultivo y la cosecha del maíz. Los mestizos han adoptado estos instrumentos a las fiestas del año religioso católico.

“Basta mencionar los chinchines que originalmente se utilizaron en las danzas tradicionales y que ahora, junto al caparazón de tortuga, suenan durante las fiestas de Navidad, en las posadas y cantos al Niño Dios. Estos ritmos y melodías han sido transmitidos por la tradición oral, igual que los rezos y danzas grupales”, explica Dieter Lehnhoff, musicólogo y director de orquesta guatemalteco.

Niños tocando una tortuga
Pequeños devotos tocan caparazones de tortuga en la visita del Niño Dios a los
hogares. Santa María de Jesús, Sacatepéquez 2010. Foto Prensa Libre: Edwin Castro.

Tun

Conocido como tunkal por los mayas antiguos, es un tambor de madera de hormigo vaciado, al que se le hacen dos lengüetas en forma de “H” en la parte superior. Se toca igual que las teclas de marimba, con baquetas recubiertas de caucho en uno de sus extremos. La lengüeta grande produce notas graves y se percute con bolillo de goma voluminoso y suave. La lengüeta pequeña produce notas altas y se toca con un bolillo pequeño y compacto. Además, los ejecutantes producen otro tono golpeando la estructura de madera del instrumento. Por eso se dice que el tun produce tres sonidos diferentes.

Los aztecas lo denominaban teponaxtle o teponahuaxtli, con la diferencia de que tenía formas zoomorfas o antropomorfas, mientras que el tun maya es un tronco rústico. La palabra teponaxtle aparece en el poema Tecún Umán, escrito por el premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias.

El tzijolaj

Es una flauta con embocadura recta y tres o cuatro agujeros de entonación. Es de sonido agudo, dulce, agradable, de poca intensidad, parecido al del pícolo. Es el de tono más agudo entre la gama de instrumentos indígenas, explica J. Eduardo Tánchez.

“La palabra tzijolaj se podría traducir como “elevador de oraciones”. Es considerado un instrumento sagrado entre los indígenas, cuyas melodías son parecidas al canto de los pájaros llamados “coronaditos” (Zonotrichia capensis). “Los indígenas consideran que estas aves elevan a diario cantos de gratitud al Creador por el alimento y piden el del nuevo día”, describió el músico e investigador Jesús Castillo, nacido en San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, quien era ornitofólogo -estudioso del canto de los pájaros-, inspirado en la música de la cultura maya k´iche´, que investigó y compuso cinco oberturas, poemas sinfónicos, óperas y ballets.

Fray Diego de Landa escribe que los antiguos mayas “tenían recreaciones muy alegres representando farsas con mucho donaire… usaban pitos de caña y de hueso de venado”. Fabricaban el tzijolaj de jade, barro cocido o hueso de venado. También se ha hecho de caña de carrizo o Castilla (Arundo donax). Actualmente, la habilidad de los músicos y artesanos los ha llevado a construirlo de tubos de pvc de una pulgada de diámetro.

Su´

Su´, en idioma k´iche´ significa flauta, y xul en cakchikel. Antiguamente existía el su´b´aaq, variante de este instrumento fabricado de hueso. Aún se puede escuchar en las representación de la danza tradicional de Moros y cristianos. Está elaborado de caña de carrizo o Castilla, con seis o siete agujeros de entonación. Es más grande que el tzijolaj. Para los indígenas la palabra xul abarca otros instrumentos de viento como los pitos de barro, muy populares entre los niños, mientras que los mestizos llaman pito a todo instrumento indígena que acompaña las procesiones y danzas tradicionales.

Tambores

Llamado q´ojon, el vocablo también designa a la marimba. El q´ojon es parecido al tambor y redoblante europeo. Estos instrumentos se fabrican de un cilindro de madera, cubierto en sus extremos por parches de piel de ovino o bovino. Antiguamente era de piel de venado. Estos cueros se sujetan y tensan con cordeles y aros de varas de rosal. Los mayas los utilizan en tres tamaños. El más pequeño suele acompañar al tzijolaj. El mediano y el voluminoso, conocido como tamborón, regularmente acompañan a la chirimía en ceremonias religiosas.

Chinchines

Están fabricados con jícaras o morros (Crescentia alata) secos y vaciados de su carnasa interna a los que se les introducen piedrecitas, granos de maíz o semillas del palo de pito (Erythrina berteroana). En la parte central a los chinchines se les atraviesa un pequeño palo del cual se sostienen para hacerlos sonar por medio de movimientos de vaivén.

Este instrumento ha sido empleado por la mayoría de pueblos aborígenes de América. Es de uso generalizado entre los danzantes tradicionales, en el ciclo navideño, y los usan los conjuntos de música popular para enriquecer el sonido de ritmos tropicales. Un derivado de este instrumento son “los guacalitos”, que consisten en dos piezas que se forman de cortar longitudinalmente el morro. El sonido resulta de golpear el lado convexo uno con otro.

La tortuga

Es el caparazón de tortugas o quelonios, el cual se golpea con una baqueta. Actualmente indígenas y mestizos lo usan para producir la música que acompaña las posadas y cantos al Niño Dios en Navidad. En Aguacatán, Huehuetenango, se tocaba en la danza del Muxtec y del Tz´unum o gorrión, durante la fiesta Nim K´ij, que se celebraba 20 días después del Martes Santo y se prolonga durante cuatro días. Actualmente conjuntos musicales de proyección folclórica lo han integrado a sus instrumentos.

El caracol

T´oot´, en idiomas mayas. Es un instrumento hecho del caracol marino grande (Lobatus gigas). Está horadado en el vértice agudo, sitio en que se apoyan los labios para soplar fuertemente y producir un sonido explosivo parecido al del corno francés. Actualmente su sonido acompaña las ceremonias mayas. Los aztecas lo llamaban Atecocolli.

Güiro de hueso

Estaba fabricado del fémur de algún animal al que los aborígenes hacían una serie de incisiones transversales. Producía sonido al frotarlo con otro hueso pequeño y plano. Este mismo principio se usa actualmente para tocar el güiro cubano. J. Eduardo Tánchez, catedrático, marimbista e investigador musical, refiere que conoció un güiro de hueso en la primera mitad del siglo XX, usado por la banda de Huehuetenango, con el que acentuaban el estilo autóctono de las melodías indígenas que en ese tiempo ejecutaban.

La chirimía

Aunque es un instrumento de origen árabe que llegó a nuestras tierras con los españoles, actualmente es muy popular, de gusto y respeto entre los pueblos mayas, quienes consideran sagrada su música.

La palabra chirimía deriva del francés antiguo chalemie. Su sonido es parecido al oboe y de timbre fino, solemne, pero triste. En la época colonial los nativos lo adoptaron en sus ritos religiosos con el beneplácito de los españoles, quienes pensaron que así lograrían terminar con los instrumentos autóctonos que para los europeos eran satánicos.

Consiste en un tubo de madera con ocho agujeros de entonación. Se ejecuta haciendo presión con los labios por medio de una lengüeta doble de palma, atada en su extremo inferior con hilo e introducida en una pequeña rueda de madera ajustada a un tubo de metal. Se toca acompañada de tambor.

En cofradías de algunos pueblos se mantiene la tradición de bailar sones interpretados por estos instrumentos autóctonos con fines ceremoniales, en honor a los santos católicos, en los que subyacen creencias prehispánicas. Se les considera objetos rituales, por lo que al finalizar su ejecución se colocan en un altar.

El triunfo militar español, pocos años después de la invasión en 1524 en nuestro actual territorio, determinó criterios en la diversa sociedad guatemalteca. Entre ellos, el pensamiento cristiano, que por medio del arte enlazó ambas culturas. En este proceso se consideró “cultas” todas las manifestaciones provenientes de Europa, mientras que todo lo indígena fue considerado “ordinario” y no escapó a esta etiqueta la música y los instrumentos musicales originales.

La chirimia
La chirimía de origen árabe se ha incorporado a los rituales mayas. Fiesta
patronal de la Virgen de la Asunción.
Sololá 2009. Foto Prensa Libre: Edwin Castro.

Fuentes:

1- Música y músicos de Guatemala. Revista Cultura de Guatemala. Universidad Rafael Landívar. Dieter Lehnhoff.

2- La Música en Guatemala. Algunos músicos y compositores. J. Eduardo Tánchez.

3- Nuevas notas para el estudio de la marchas fúnebres en Guatemala. Fernando Urquizú.