Revista D

Tercera llamada, la historia del teatro guatemalteco

Hoy, domingo 29 de mayo del 2016, se publica la tercera lámina del área de Expresión Artística, dedicada al teatro. Búsquela en nuestra edición impresa.

Detalle del desaparecido Teatro Colón. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

Detalle del desaparecido Teatro Colón. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca).

René García Mejía indica en su obra Raíces del teatro guatemalteco que hay registros prehispánicos del teatro guatemalteco, en la primera de las cuatro etapas que aborda. Las otras pertenecen a los períodos Hispánico, Independiente y Contemporáneo.  Este reportaje se centra en la última etapa.

En las primeras dos décadas del siglo XX predominaron las comedias ligeras, las revistas musicales, algunos dramas y argumentos costumbristas. Destacó  la Compañía Típica Nacional, que fue fundada en 1902.

Piezas dramáticas, propiamente, se presentaron pocas en el (teatro) Colón, entonces el Teatro Nacional. Pero los terremotos de 1917 y 1918 dañaron las salas principales: Abril, inaugurada en 1916,  Variedades y Colón, que finalmente fue demolido.

“La devastación fue grande y compleja, pero, paradójicamente, resultó beneficiosa para el desarrollo del teatro hecho por guatemaltecos, especialmente en la línea de la comedia”, apunta el director y actor Alfredo Porras Smith, en el Tomo IV de  Historia General de Guatemala.

En 1918 surgió el Grupo Artístico Nacional. En 1919 se presentó en el teatro Renacimiento,  recién construido frente al dañado Colón.

“Sus integrantes comenzaron a hacer montajes propios y Alberto Carrera (1886-1956) se convirtió en el comediógrafo principal. Este conjunto fue el embrión de la futura dramaturgia de Guatemala”, menciona Porras.

En 1920 reabrió parcialmente el Teatro Abril, y por completo en 1926. “En el período de 1926 a 1930 alcanzó la categoría que años atrás tuvo el Colón”, dice Porras. Pero en el Abril actuaron más grupos nacionales, pues en el Colón lo tuvieron prohibido los primeros 12 años de su historia. 

Años ubiquistas

“En los años 1930 hubo mucho menos montajes, tanto de grupos nacionales como de visitantes. Durante los primeros cuatro años de la administración de Jorge Ubico (1931-1935), el movimiento escénico se redujo casi a cero”, comparte Porras y explica que en 1935, superados los efectos de la crisis, sucedieron dos efemérides que hicieron al Estado patrocinar actividades culturales: el centenario del nacimiento del presidente Justo Rufino Barrios y el tricentenario de la muerte del poeta y dramaturgo Lope de Vega.

La tendencia de ofrecer poco apoyo a la creación artística se mantuvo invariable hasta la salida del dictador Ubico, en 1944. “Ello hizo posible que germinara el teatro en un contexto político favorable, a partir de 1945”, anota Porras.

Época revolucionaria

“Sin demeritar las actividades teatrales anteriores a 1945, se puede afirmar que el teatro nacional casi nace a partir de la década de 1940”, detalla el escritor Francisco Albizúrez Palma, en Grandes momentos de la literatura guatemalteca.

Después de la Revolución de Octubre, “el arte guatemalteco en general recibió un impulso durante el gobierno del presidente  Juan José Arévalo Bermejo; el teatro no fue la excepción”, menciona el director de teatro Ricardo Martínez en su trabajo Autoritarismo, represión y teatro. Los sentidos de autoritarismo y represión en el teatro guatemalteco (1954-1996).

El Teatro de Arte Universitario (TAU) comenzó en esta época, reorganizándose después bajo la dirección de Carlos Mencos, quien marcó el cambio del teatro profesional. En 1950 la obra El tren amarillo, de Manuel Galich, denunció la manera de operar en el país de la United Fruit Company (UFCO), sentando un estilo de dramaturgia que continuó las siguientes décadas.

Represión

En 1954 sucedió la intervención estadounidense y “los artistas consecuentes fueron llamados a testimoniar el momento histórico que les correspondió vivir”, agrega Martínez.

En los años 1960, particularmente con el surgimiento de los grupos guerrilleros (1962) “se estructuró una nueva forma de hacer teatro en el país”. El autor comenta que el mayor de los exponentes de aquella época  fue Rubén Morales Monroy, director de la Compañía de Teatro de la Universidad Popular (UP), fundada en 1962.

En esa década surgió la primera etapa de los festivales de teatro. Comenzaron en septiembre y octubre de 1962 con el  I Festival de Teatro Guatemalteco, “en el que participaron 10 grupos presentando 13 obras de autores nacionales”. 

A este siguió una modalidad similar en los departamentos (de 1975  a 1986).  En los años 1970, las obras de teatro hicieron visibles las denuncias de la represión estatal, el autoritarismo y las ejecuciones extrajudiciales. “Las autoridades de turno prestaron más atención al fenómeno y vino la debacle”, explica Martínez, citando a Carrillo.

Este dramaturgo escribió en 1992 para la revista Spring: “Tácitamente y por consenso general los teatristas se impusieron una autocensura. Precipitadamente se acabó la época de oro del teatro guatemalteco de autores. De esa cuenta el teatro se refugió en la comedia y en el teatro para niños durante los años 1980 y 1990”.

En la década de 1990 surgieron con éxito los teatro-restaurantes, donde primordialmente se presentaron comedias de enredo.

Actualidad

A partir del presente siglo, si bien la comedia continúa a la cabeza de la cartelera, también sobresalen propuestas esporádicas de teatro independiente.

De nuevo se aprecian en escena temas de rigor dramático, contenido político y de rescate de la memoria histórica.  Las salas se reducen a alrededor de una docena, pero las presentaciones en ambientes alternativos se multiplican: centros culturales, auditorios, restaurantes e incluso bares.

En la dramaturgia se retoma  la creación colectiva (1966), que en los años 70 y 80 marcó el trabajo de grupos universitarios como Los Lagartos, Costilla y Carne y Nalga y Pantorrilla. Ahora, lo realizan grupos teatrales en comunidades de los departamentos, independientes (como Andamio Teatro Raro) o al cobijo de alguna institución (Laboratorio de Artes Landívar). Hay también propuestas de dramaturgos que no están vinculados necesariamente a un colectivo.

Un teatro nacional

La construcción del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias comenzó en 1961, pero la obra fue suspendida por  cinco años; se reiniciaron en 1971.

Fue inaugurado el 16 junio de 1978, 54 años después de la demolición del Teatro Colón (30 de diciembre de 1924), fue el primer teatro nacional de Guatemala. El Teatro Carrera, (llamado después Colón) fue  inaugurado el  23 de octubre de 1859.

Antes, cuenta José A. Móvil en Historia del arte guatemalteco, existieron otras salas. El 18 de marzo de 1794 se emitió el primer reglamento para que funcione un teatro, perteneció al empresario  Antonio Camato. En 1835 funcionó el Teatro Fedriani, cerca de la iglesia La Merced. En 1839 Tiburcio Estrada tuvo una  pequeña sala. El teatro Las Carnicerías (1843), estuvo ubicado cerca de expendios de carne frente a la Plaza Mayor;  y Las variedades (1847) teatro que comenzó como un café.

  • Este reportaje está relacionado con la infografía Un siglo de drama y comedia, de la serie DSaber. El teatro, de acuerdo al Currículo Nacional Base “desarrolla integralmente a la persona humana ya que nos hace utilizar, mezclar y organizar todos los niveles de consciencia con un fin primordial: la comunicación”.

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