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Las variaciones del Sol tienen impacto climático en el hemisferio norte

 Las variaciones de la actividad del Sol tienen un impacto en la meteorología del hemisferio norte, y la inclusión del ciclo solar en los modelos climáticos podría así mejorar las predicciones sobre el calentamiento, sugiere un estudio publicado el domingo en Nature Geoscience.

Según numerosos expertos, estas variaciones, que siguen un ciclo de unos 11 años, serían -junto al volcánico- las principales fuentes naturales del cambio climático, en paralelo con el calentamiento provocado por las actividades humanas.

Pero por falta de instrumentos adaptados, el vínculo entre el ciclo solar y la meteorología no ha sido formalmente demostrado y sigue siendo muy difícil de reproducir en los modelos de predicciones climáticas a largo plazo.

Para acabar con la duda, un equipo de meteorólogos británicos dirigido por Sarah Ineson, del Met Office, analiza los datos más recurrentes sobre las radiaciones ultravioletas emitidas por el Sol, entregadas por el satélite SORCE. Y ha construido su propio modelo océano-atmosférico al integrar estos elementos.

Los resultados, publicados el domingo en la revista científica Nature Geoscience, son perfectamente coherentes con las observaciones de terreno en el hemisferio norte entre 2008 y 2011: inviernos más fríos en Europa del Norte y en Estados Unidos, en paralelo a inviernos más templados en Europa del Sur y en Canadá.

Curiosamente, según este modelo, las variaciones de los ultravioletas solares tendrían un impacto estrictamente regional, sin ninguna influencia notable en la media de las temperaturas a nivel planetario.

“Dada la casi-regularidad del ciclo solar de once años, nuestro descubrimiento podría permitir mejorar la predicción climática a escala decenal por las regiones situadas fuera de los trópicos, densamente pobladas” , estima el equipo de Sarah Ineson.

Otro motivo de asombro, las radiaciones ultravioletas emitidas por el Sol podrían ser mucho más importantes de lo que los científicos pensaban hasta ahora: los ultravioletas medidos por SORCE en el periodo 2004-2007 varían cuatro a seis veces más que en las estimaciones comúnmente utilizadas para construir los modelos climáticos.

“El tema es serio porque las radiaciones ultravioletas desempeñan un papel particularmente importante en el calentamiento de la estratosfera -la capa de la atmósfera comprendida entre 12 y 50 km de altitud- y en la química del ozono” , explica la climatóloga alemana Katja Matthes, en un comentario separado publicado por Nature.

“Por ejemplo, una variación de unos porcentajes de ultravioletas solares durante un ciclo de once años puede conllevar cambios del orden de unos porcentajes en la concentración de ozono, de un grado en la temperatura tropical, y de hasta el 25% en la velocidad de los vientos de la estratosfera” , añade. Estos cambios repercuten luego en la baja atmósfera y la superficie de la Tierra, según procesos mal conocidos.

Los resultados del estudio dirigido por Sarah Ineson “son intrigantes pero, como siempre, presentan cierta cantidad de lagunas” , estima sin embargo Katja Matthes.

Por ejemplo, los investigadores no han integrado en sus modelos los efectos del ozono. Tampoco han tomado en consideración los resplandores del espectro visible o infrarrojo que, al contrario de los ultravioletas, no parecen estar en fase con el ciclo solar.

Si el modelo corresponde de “forma llamativa”  con las observaciones meteorológicas, estos resultados, “únicos”  en todos los sentidos, todavía deben ser validados por observaciones más amplias y sobre un periodo más largo, concluye Matthes.

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