El museo en su memoria “no es una cuestión que tenga que ver con banderitas partidarias, es un tema de todos los argentinos”, sostiene Mario Sábato en una entrevista.
Sábato obtuvo fondos del gobierno de la provincia de Buenos Aires para su proyecto, pero fueron insuficientes para conseguir su objetivo y tuvo que emprender, a finales del año pasado, una campaña de aportaciones voluntarias que le ha permitido avanzar en la propuesta, pero no garantizar la apertura de la institución.
Su última iniciativa: denunciar la falta de apoyo institucional en una carta pública dirigida a su padre muerto con motivo del último aniversario del escritor (1911-2011) .
“Cuando teníamos que decirnos algo importante, recurríamos a las cartas”, recuerda Sábato, que en esta ocasión le explica a su padre que no ha logrado abrir el museo en junio, tal como le habría gustado, pero que no abandona su empeño.
“Es verdad que este junio no es propicio para inaugurar nuestro sueño. A los argentinos nos sacuden las pasiones del Mundial (de fútbol) y nos agobian los temores por nuestro futuro, amenazado por los buitres”, señala en su carta.
“Sé que debería ser una cuestión de Estado proteger y difundir el legado de alguien que tanto hizo por la cultura de nuestro país, que se jugó, a riesgo de su vida y a costa de su salud, por restaurar la justicia en un país arrasado. No ignoro que esto está por encima de banderías partidarias y de intereses fugaces”, continúa.
“Lo que todos sabemos es obligatorio que lo sepan también los circunstanciales funcionarios de la cultura nacional”, añade.
“Fue muy fácil para otros tener su apoyo. Yo no conseguí otra cosa que tres años de silencio”, denuncia en el texto.
Los fondos conseguidos, explica Sábato, se destinaron a rehabilitar la casa, pero “la burocracia se encargó de demorar la entrega del dinero, y no hemos podido completar lo que estaba planeado” .
“No queremos hacer un mausoleo, queremos hacer un museo interactivo y tenemos muchas ideas para que sea un lugar dinámico, como era la casa cuando convocaba artistas conocidos y otros que iban a serlo, a políticos, a periodistas, a escritores. Esa es la atmósfera que queremos recuperar”, insiste.
“La casa está como era cuando mi padre estaba en su plenitud, como si se hubiera ido hace diez minutos y estuviera a punto de volver”, asegura, porque “queremos que la gente sienta que está ahí, porque realmente está”, insiste.
Aunque es una ardua tarea, Mario Sábato está dispuesto a continuar batallando para conseguir su propósito.
“Virtudes heredadas de mi padre, no tengo ninguna. Heredé los defectos, y, entre ellos, el carácter podrido. Lo tengo, y mi mayor dificultad es mantener la calma, no cerrar la puerta y tener esperanzas”, apunta Sábato.
Y concluye en la carta a su padre: “No quiero que caigas en esas depresiones que tanto nos agobiaban en casa. Quédate tranquilo (aunque me cuesta imaginarte tranquilo, aún después de muerto), porque lo vamos a lograr”.