Escenario

El ritmo de la devoción; baile urbano de Moros y Cristianos

Son dos filas de personas que bailan y chocan sus machetes, una viste de color celeste, la otra, de colorado: representan el Baile de Moros y Cristianos. Se mueven entre gran cantidad de cohetillos que estallan casi bajo sus pies. Con evidente placer desafían las detonaciones y las chispas de los juegos pirotécnicos y de los numerosos Toritos, durante los tradicionales rezados en honor de la Inmaculada Concepción y del Señor de Esquipulas, en diciembre y enero, de diferentes parroquias de la capital.

Los Moros y Cristianos  acompañan los rezados de la Inmaculada Concepción. (Foto Prensa Libre: Edwin Castro)

Los Moros y Cristianos acompañan los rezados de la Inmaculada Concepción. (Foto Prensa Libre: Edwin Castro)

“El baile simboliza la lucha entre el ejército musulmán que profesa la religión islámica, vestido de rojo, y el ejército español cristiano, con traje celeste, que vence para lograr la propagación del catolicismo en esas regiones y posteriormente en América”, explica Mario Antonio Lorenzo, de 51 años, cofundador y director del grupo de Moros y Cristianos.

Así comenzó

El Grupo Folclórico Amistad surgió en 1982 en la colonia Guajitos, zona 21, lugar donde se celebra con mucha devoción el Día de la Virgen de Guadalupe, patrona de esa parroquia.

Don Concepción Lorenzo Gómez, quien falleció hace 12 años, padre de Mario Antonio, y otros entusiastas parroquianos, como los hermanos Ricardo y Pedro Xoná, Manuel Rodríguez y Arturo Rivas, tuvieron la idea de formar el grupo de baile inspirado en uno similar que participaba en los festejos patronales de la parroquia Las Charcas, de la zona 11 de la capital.

Para sorpresa del grupo no fue difícil conseguir el apoyo de jóvenes a quienes les gustaba el baile y, sobre todo, se atrevieran a vestir la vistosa indumentaria que los identifica.

El traje

Cada integrante da su toque personal al vestuario. Consta de pantalón y camisa de manga larga, capa bordada o con cromos de la Virgen de Guadalupe, y figuras de papel brillante, como estrellas, la Luna, el Sol o ángeles. Llevan calcetines hasta la rodilla y dos pañuelos, uno cubre la cabeza y otro la cara para protegerse del fuego, humo y explosión de los cohetillos.

Algunos usan caballera larga y encima corona de cartón forrado de papel brillante o de latón forrada con bricho de colores. Se colocan algodones en los oídos para aislar el estruendo de los juegos pirotécnicos. No usan máscara como en las danzas tradicionales, sino se pintan bigote y barba. Portan un machete en sustitución del sable o espada, arma medieval de combate, y, como dicta la moda actual, la mayoría de bailadores usa zapatos deportivos. Todo el atuendo tiene un precio aproximado de Q400. Precio accesible si se compara con los fabricados en morerías cuyo precio promedio es de Q5 mil.

Por devoción

El 12 de diciembre último en la celebración de la Virgen de Guadalupe, en Guajitos, Lorenzo reunió a 320 bailadores. “Las madres de los jóvenes preguntan ‘¿qué se necesita para que mi hijo participe?’. Yo contesto: voluntad, servicio, devoción… ¡Ah, y mandar a hacer su traje!”, cuenta Lorenzo.

“Participo para cumplir una promesa que le hice a la Virgen María de bailar siete años para agradecer que salvó la vida de mi hija cuanto tenía 8 meses”, expresa Mario Toc, 29, técnico en refrigeración.

Toc está a punto de cumplir con lo ofrecido. “Seguiré bailando toda la vida”, rectifica con convicción. “Bailé durante 20 años”, comenta María Dolores Leiva, 66, la primera mujer que integró el grupo. “Ahora acompaño a mis hijos que bailan y por el recuerdo a mi hija Vidalia, que murió hace 14 años. Ella me pidió que no abandonara esta tradición”, agrega.

José Francisco Echeverría, 18, quien se graduó de bachiller este año, baila para agradecer a la Santísima Virgen el haber curado a su madre, quien padecía migraña. “Ofrecí esta tradición, si se curaba, agradecer bailando, y ella sanó”, asegura. Recuerda que Don Chon, padre de Mario Lorenzo, le regaló su primer traje rojo cuando tenía 3 años. Lleva 15 años continuos bailando.

“La devoción la aprendí de mi papá y de mi hermano”, relata Karla Azucena Noj, 16, estudiante. “Me agrada que este grupo dé oportunidad a las mujeres”, dice. Varias de sus amigas desean participar pero les da vergüenza, otras por el contrario, solo quieren lucirse. “Yo les digo que si no hay devoción, nada tiene sentido”, añade.

¿Dónde verLa?

El Grupo Folclórico Amistad, representará la batalla de Moros y Cristianos, en el rezado de la Inmaculada Concepción del Santuario Expiatorio del Sagrado Corazón, Santa Cecilia, zona 1 capitalina, que saldrá el 1 de enero del 2014, de 12 a 20 horas. Esta procesión es uno de los espectáculos pirotécnicos más tradicionales del ciclo navideño guatemalteco.

Orígenes

Las Cruzadas

Las  luchas por la reconquista de los territorios españoles en poder de los  árabes desde el  711 d. C. se relatan en el Baile de Moros y Cristianos. Este episodio   está inspirado en las hazañas de Carlomagno,  primer rey católico que dirigió campañas bélicas, explica el antropólogo Carlos René García.

En el área mediterránea y  centro de Europa, los árabes  lucharon durante ocho siglos contra el cristianismo para  apoderarse de esos territorios, estas batallas son conocidas como  las Cruzadas.

En el siglo XVI, en tierras americanas, los españoles en su proceso de invasión y  evangelización estructuraron danzas y teatro popular que rememoran  esas batallas y victorias de héroes legendarios que lograron  la  difusión del cristianismo.

¿Cómo   recibieron los nativos americanos esas  extrañas historias de otros tiempos y lugares desconocidos? Al principio estas ideas fueron impuestas,  pero a las siguientes generaciones estas historias les  parecieron novedosas, fantásticas y sumamente atractivas. Estas danzas se conservan y se representan  en varios lugares del país y se han convertido en parte de la cultura guatemalteca.

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