“Una novela si es grande, es más grande”, sentenció el escritor, que cuenta con casi medio centenar de novelas, ensayos y piezas teatrales en su amplia y celebrada obra.
Vargas Llosa explicó que, como pasa en El héroe discreto, donde narra la historia paralela de un pequeño empresario extorsionado y de un exitoso hombre de negocios, le gusta que sus tramas se desdoblen o contrapongan porque siente que de lo contrario la “novela quedaría tuerta” o carente de algo para “redondearse”.
El autor de La ciudad y los perros y de La fiesta del chivo, entre otros libros, confesó que siempre escribe partiendo desde sus propias experiencias, lamentando que a diferencia de otros autores, no le venga una “inspiración” repentina.
“El punto de partida ha sido siempre algo que he vivido en un sentido ancho de la palabra, algo que leí, algo que se convierte en un recuerdo”, relató el Nobel, que también fue reconocido con el premio Cervantes en 1994 y el Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, entre otras distinciones.
Vargas Llosa recordó también que para él la literatura siempre fue “un compromiso central al que debía que dedicarle el mayor tiempo” y debió al principio, como el pequeño empresario de su última obra, ingeniárselas para “poder dedicar la vida a algo que no era alimenticio” en su Perú natal.
Luego de reunirse el viernes a puerta cerrada con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, el Nobel de Literatura 2010 tiene prevista una amplia agenda de actividades en la FIL, que tiene a Israel como invitado de honor.