De esa cuenta, recibí una decena de correos electrónicos de mujeres que viven, ciertamente, matrimonios y hogares infelices, con hombres que no las quieren, infieles, egoístas e irresponsables como padres. Mi intención bajo este alero ha sido solidarizarme con estas mujeres desdichadas y fortalecerlas para darles consuelo, esperanza y fe a sus vidas, sin que les falte una disciplina espiritual que les acerque a Dios.
¡Y el mensaje llegó a donde yo quería! Sigo recibiendo testimonios que me parecen interesantes dar a conocer, como este que resumo: “Rina, me gustó mucho porque creo que usted describió mi vida. Mi matrimonio ha sido un calvario, pero le cuento que he buscado a Dios para que me guíe en todo. Estoy en un proceso y el siguiente paso es tener el valor de separarme de esa relación con mi esposo, que como usted dice, de ese hombre que para mi mala suerte se cruzó en mi camino. Estoy convencida de que el amor debe ser recíproco y no a la fuerza, y Dios me ha abierto los ojos. ¡Ya no más a la victimización! Y todo lo que usted dice allí cabalmente es lo que a una mujer le pasa, pero con la ayuda de Dios quiero salirme de eso y estar sola con mis pequeños hijos”.
No sé por qué, pero me alienta su confesión final cuando me dice: “Le he sacado fotocopia a su artículo, muy bueno, y lo he compartido con varias amistades. Gracias, porque Dios habla a través de estos mensajes alentadores suyos. Yo oro por usted para que la mantenga siempre bien ayudando a más personas, con la sabiduría que Él le ha dado, levantando a más personas como lo ha hecho conmigo, a través de este testimonio”. Y me queda espacio para incluir otro de los mensajes recibidos en respuesta al mismo tema. Un poco fuerte, tal vez, pero vale la pena conocer cuán distintas reacciones se producen frente a las experiencias vividas por cada mujer, que ha vivido momentos dramáticos con su pareja: “¿Sabe, Rina? todos los jueves leo su columna, en especial la de hoy. Yo pasé casi 15 años conviviendo con un hombre drogadicto, machista, ladrón y muchas cosas más. Hasta que un día decidí dejarlo por el bien de mis cuatro hijos. Hay días que me las veo a palitos, pero gracias a Dios y mi familia que me ayuda salgo adelante, aunque sé que no siempre estará ahí para hacerlo”. Ángela: Tenga la seguridad de que he leído todos los casos relativos al tema, incluyendo el suyo. No todos pueden publicarse, pero me solidarizo con cada uno de ellos.
rina.montalvo@gmail.com