¿Qué evaluar?
Hay varios aspectos que se deben valorar cuando se visiten y conozcan las posibles opciones. Una de estas es la infraestructura. Orellana indicó que cuando son niños pequeños, cuanto más espacio tengan al aire libre para correr, jugar y desarrollar sus destrezas físicas, será mejor.
Deben ser ambientes muy iluminados y ventilados. Además, el mobiliario debe ser apropiado, seguro y cómodo especialmente para los más chicos. “Deben preguntar qué cantidad de maestras y niñeras hay, para qué cantidad de niños y qué competencias y experiencia tienen. Mientras más estudios y conocimientos acerca del desarrollo infantil tengan, de mejor calidad será el servicio que ofrecen. También es válido preguntar si están capacitados en primeros auxilios”, dijo Orellana.
Añadió que “nunca en la vida se aprende con la rapidez e impacto que se hace en los primeros años”.
El tercer punto y uno de los más importantes a evaluar es el programa educativo que el jardín ofrece. “Hay que preguntar sobre el tipo de actividades que harán y evaluar si estas responden al desarrollo integral del niño. Estas deben estar fundamentalmente basadas en el juego y tienen que contribuir con su desarrollo cognitivo-pensamiento, de lenguaje, físico, emocional y social e incluso ético”, expresó Orellana.
La experta recomienda verificar que el programa educativo no esté enfocado en actividades muy académicas, y que en esta etapa lo que más importa es desarrollar sus procesos cerebrales.
“Lo que los pequeños necesitan en esta etapa es estimulación de sus habilidades y destrezas, y no un programa académico que ofrece un aprendizaje muy temprano —de letras y números—, ya que estos tienen que ver con los procesos y madurez cerebrales. A estas edades se debe tener muy claro cuál es el ritmo de aprendizaje de un niño y cuáles son sus etapas de desarrollo para ir introduciendo actividades de este tipo”, agregó.
Adaptación
Tanto el padre como el niño sufren ansiedad, temores y tristeza cuando llega el momento de dejarlo en el jardín infantil.
El período variará para cada niño y será un proceso de cerca de uno o dos meses. Poco a poco, las conductas usuales durante el período de adaptación disminuirán.
Importante saber
Los niños experimentarán cambios físicos, emocionales y químicos durante el tiempo de adaptación a este nuevo entorno.
Estas conductas pueden prolongarse hasta por dos meses, pero deberían disminuir en ese período.
“El llanto es lo evidente, aunque no necesariamente es el mayor indicador. Los niños también experimentan ansiedad y pueden padecer trastornos del sueño y digestivos, rabietas y berrinches”, explicó la profesional.
desarrollo
Estimulación oportuna
Es necesario tener claro en qué consiste la estimulación en esa etapa de la vida. “Las experiencias que los niños reciban deben estimular su desarrollo integral”, afirmó Olga Orellana, quien señaló que los programas educativos deben ser coherentes con la madurez del niño, y no deberían incluir actividades que lo fuercen a aprender cosas para las que todavía no está
preparado.
Consejos
Si el establecimiento lo permite se puede estar con el niño en el salón de clases los primeros días, por un periodo corto. Eso disminuirá en gran medida la ansiedad que puede sentir el pequeño.
Cuando el niño ingrese en el jardín o esté en su período de adaptación no se deben se incrementen otros cambios importantes, como dejar el pañal o el biberón, porque eso aumenta el estrés y la ansiedad y será difícil para él manejar tantos cambios juntos.
La permanencia del pequeño en el jardín infantil debe ser gradual. Se sugiere, por ejemplo, que la primera semana asista dos horas, y la siguiente, tres o cuatro.