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Roma exhibe un siglo de moda creada para el cine

El traje con el que Audrey Hepburn brilló en Guerra y Paz, el que casi dejó sin aire a Claudia Cardinale en Il Gattopardo  o la americana roja del rey de la fiesta de La grande Bellezza  protagonizan una muestra de vestuario de cine en Roma.

La exposición I vestiti dei sogni de un fragmento de la película Marie Antoinette presenta vestidos diseñados por Milena Canonero. (Foto Prensa Libre: EFE)

La exposición I vestiti dei sogni de un fragmento de la película Marie Antoinette presenta vestidos diseñados por Milena Canonero. (Foto Prensa Libre: EFE)

ROMA – Bajo el título I vestiti dei sogni (Los vestidos de los sueños), la exposición, alojada en el espléndido Palacio Braschi de la ciudad capitalina hasta el 22 de marzo, repasa cien años de la indumentaria cinematográfica italiana, de 1915 a 2015.

Con ella, el comisario Gian Luca Farinelli quiere rendir tributo a los vestidos utilizados en el cine, un arte dentro de otro arte que se utiliza durante un breve periodo de tiempo pero que permanece para siempre en las imágenes de las películas.

Comienza con el Delphos obra de Mariano Fortuny que la actriz de cine mudo Francesca Bertini vistió en Rapsodia satánica (1915), de Nino Oxilia, un atuendo inspirado en las túnicas griegas que acentuaba sus curvas.

Cuatro trajes de fiesta femeninos, dos en tono granate y dos en color verde, todos ellos con bordados dorados, mangas largas y abombadas y escotes abiertos, junto a una capa masculina, recuerdan el trabajo del modisto Luigi Sapelli (1865-1936), conocido como Caramba, en I Borgia (1920), que él mismo dirigió.

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También está presente el creador Gino Carlo Sensani, que concebía el diseño del vestuario como una interpretación psicológica de la figura que ilustra una época, que plasmó su obra en La corona di ferro (1941), de Alessandro Blasetti.

De esta primera producción del cine de fantasía italiano, localizada en el imaginario país de Kindaor, se exhiben seis deslumbrantes vestidos de cola adornados con motivos naturales dorados y ocres que vistió la actriz Elisa Cegani.

Son también seis los vestidos expuestos que lució Audrey Hepburn en Guerra y Paz   (1956), de King Vidor, y que presiden una sala que muestra el vídeo de la bella actriz bailando el vals Natasha  junto con el príncipe ruso Andréi.

Trajes para los que la diseñadora Maria De Matteis se inspiró en temas y colores del mundo vegetal y que, según definió la modista entonces, siguen el ciclo vital de una hoja y pasan del delicado verde primaveral al brillante esmeralda del verano, del rojizo del primer otoño al camel seco del invierno.

Otro atuendo deslumbrante utilizado en un baile fue el que vistió la actriz Claudia Cardinale en Il Gattopardo (1963), de Luchino Visconti, junto a Burt Lancaster, un vestido vaporoso de vuelo diseñado por Piero Tosi que la joven eligió para su presentación ante la aristocracia.

A pesar de su belleza, el traje hizo sufrir a la actriz, que tuvo que ajustar su cintura de 68 centímetros de circunferencia a los 53 del vestido, algo que logró tras sufrir durante un mes y con un cuerpo dolorido, según informa el museo que acoge la muestra.

Un vestuario lleno de imaginación es el que creó Piero Gherardi para Giulietta degli spiriti   (1965), del director Federico Fellini, con creaciones con las que el modisto jugó en completa libertad, con contrastes entre el rojo y el verde y el negro y el naranja, con altísimas hombreras y volantes superpuestos.

Me encanta ser arquitecto de mujeres, jugar con pelucas, vestidos, pestañas postizas y otros trucos. Levanté docenas de rostros con mis tiras de gasa escondidas en el pelo, no sé cuántos miles de arrugas suavicé, dijo Gherardi de su trabajo en 1965.

En La edad de la inocencia (1993), de Martin Scorsese, la diseñadora Gabriella Pescucci evocó la opresión de la sociedad neoyorquina de finales del siglo XIX con corpiños muy estrechos, escotes cerrados y faldas con polisón.

También se exhiben las sobrias túnicas papales creadas por Lina Nerli para Habemus papam (2011), de Nanni Moretti, y las brillantes y enjoyadas obra de Danilo Donati para Roma (1971), de Fellini.

Creado por Milena Canonero, con tejidos de raso y repleto de encajes, bordados y plisados, se expone el vestido utilizado por la estadounidense Kirsten Dunst en Marie Antoinette  (2006), de Sofia Coppola, siguiendo los cánones del siglo XVIII.

La americana roja creada por Daniela Ciancio para Jep Gambardella, el rey de las fiestas de La grande Bellezza (2013), de Paolo Sorrentino, pone el broche final y simboliza el renacer del esplendor del cine italiano deseado tras ganar el Óscar.