Salud y Familia

¿Qué tan buenas son las aplicaciones digitales para conciliar el sueño?

Quien dispone de un smartwatch o un rastreador de fitness, también puede utilizarlo para recopilar información sobre la calidad del sueño.

¿Qué tan buenas son las aplicaciones digitales para conciliar el sueño?

Las ayudas digitales para dormir pueden ser útiles si se las incorpora a un ritual de sueño. (Foto: Karolin Krämer/dpa)

La digitalización también ha llegado al sueño. Las aplicaciones para dormir, los dispositivos de ruido blanco y otros ayudantes están diseñados para facilitar el sueño y mejorar su calidad. ¿Qué hay exactamente detrás de estos gadgets? ¿Pueden ayudar a conciliar el sueño?

Los dispositivos de rastreo del sueño son un ejemplo. Quien dispone de un smartwatch o un rastreador de fitness, también puede utilizarlo para recopilar información sobre la calidad del sueño.

“Básicamente, la existencia de los rastreadores del sueño es algo positivo porque aumentan la conciencia de que el sueño cumple una función biológica muy importante”, afirma Hans-Günter Weess. El especialista en sueño dirige el centro interdisciplinario de trastornos del sueño en una clínica en el oeste de Alemania.

Wees explica que el sueño es el programa de regeneración y reparación más importante del organismo, pero opina que los rastreadores del sueño no son absolutamente fiables: “Desgraciadamente, hay que decir que la mayoría de los rastreadores del sueño son muy inexactos y no pueden medir correctamente ni la calidad del sueño ni la cantidad dormida. Y, por regla general, no han sido probados científicamente”.

Weess afirma que estos rastreadores se basan en “métodos de la edad de piedra” de la investigación del sueño, ya que a menudo solo miden la actividad, la hora del día y el pulso. Por tanto, existe el peligro de que el rastreador ofrezca un resultado falso, es decir, que no detecte un trastorno del sueño cuando lo hay.

El experto añade que, especialmente las personas con trastornos del sueño, se sienten muy inseguras sobre su sueño, y que, al medir su propio sueño, se centran cada vez más en su problema.

Se trata de un círculo vicioso: cuanto más se concentra una persona en el problema del sueño, más inquieta y tensa se pone. “La tensión es enemiga del sueño. La gente solo puede dormir cuando no se preocupa demasiado por los problemas cotidianos y tampoco por su propia capacidad de conciliar el sueño”, afirma Weess, quien recomienda a sus pacientes que prescindan de los aparatos y confíen en la sensación de su propio cuerpo.

Sin embargo, hay otras ayudas técnicas para dormir, por ejemplo, un metrónomo luminoso. Se trata de un aparato que proyecta impulsos de luz en el techo. Una persona con problemas para conciliar el sueño puede seguir los puntos y rayos de luz con los ojos o ajustar su ritmo respiratorio a ellos, lo que puede contribuir a que se tranquilice.

El llamado ruido blanco, un sonido monótono que a mucha gente le resulta agradable, también puede ayudar a relajarse. Existen aparatos especiales, pero también apps y vídeos de internet que permiten escuchar el ruido.

“Muchos de estos somníferos digitales tienen el objetivo de relajar a la persona y ayudarla a sobrellevar mejor la inquietud mental, emocional o física”, explica Weess.

Sin embargo, prosigue, estas ayudas rara vez tienen éxito en personas con un trastorno grave del sueño. Además, según su experiencia, el ruido blanco, por ejemplo, solo es utilizado por entre el uno y el dos por ciento de los pacientes como ayuda para dormir.

El especialista señala que el beneficio real de los somníferos digitales no suele estar demostrado por estudios de eficacia: “Vienen empaquetados de forma muy técnica, lo que da al usuario apariencia de cientificidad. Además, algunos son bastante caros”.

El profesor Thomas Penzel, investigador del sueño y jefe del departamento de Medicina del sueño del hospital Charité de Berlín, también señala que muy pocas ayudas digitales para dormir han sido probadas científicamente. Una excepción, acota, es la aplicación “Somnio”, que puede ser prescrita por un médico como aplicación digital de salud (DiGA).

Un estudio demuestra que esta puede ayudar con los trastornos del sueño. Según Penzel, la aplicación proporciona principalmente normas de higiene del sueño, combinadas con consejos. Por ejemplo: horarios regulares para acostarse o la separación de la cama y el espacio de trabajo.

“Porque el sueño no es un automatismo que simplemente se enciende e inmediatamente uno se duerme. El sueño es un comportamiento. Hay que intentar reducir el estrés y relajarse antes de acostarse”, enfatiza Penzel.

Las ayudas digitales para dormir pueden ser muy útiles si se las incorpora a un ritual de sueño. A una persona puede resultarle útil la lectura o la leche caliente, a otra la luz relajante o el ruido blanco. “Cualquier cosa que ayude a calmarse es positiva”, afirma Penzel. “En ese sentido, no se puede decir: ‘Todo eso es basura’. Pero si se entienden todos estos gadgets como apoyo a un ritual… sí, pueden ayudar”, puntualiza el experto.

El entrenador del sueño Jan Herzog lo ve de forma similar. “Estas herramientas no consiguen que alguien que tenga un verdadero trastorno del sueño se duerma mejor y más rápido”, señala, y también opina que los ayudantes digitales pueden ayudar a relajarse mejor en casos individuales. “Nuestro sistema nervioso interno tiene que cambiar del modo estrés y rendimiento al modo relajación y descanso para poder dormir”, precisa el profesional alemán.

Herzog explica que lo que ayuda a combatir el insomnio es enfrentarse a las propias preocupaciones y miedos, y que quienes afrontan su estrés durante el día tienen menos probabilidades de no dormir por la noche. “Siempre recomiendo escribir tres cosas que estresan en el momento y tres soluciones para ellas. Así, la gente no tiene que pensar en sus preocupaciones en los últimos 20 minutos del día”, aconseja el entrenador.

En caso de trastornos graves del sueño, puede ser útil una terapia cognitivo-conductual especializada. “Siempre es mejor que el paciente aprenda a ser su propio somnífero. Es decir, aprender a alcanzar por sí mismo la relajación y la calma que favorecen el sueño y que no se consiguen con un fármaco ni con ayudas técnicas”, afirma Weess.

 

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