Videos de la manifestación, que tuvo que ser dispersada por la policía, muestran a uno de los participantes en el relevo que concluirá en el estadio Maracaná subiendo a un bus con el pebetero.

Pero en las imágenes no hay vestigios del fuego, que fue encendido en la ciudad griega de Olimpia el 21 de abril pasado y había sobrevivido a varios intentos de apagarlo desde su llegada a territorio brasileño.

El más triste En Mato Gross un hombre le lanzó un balde de agua, en Santa Catarina otro la atacó con un extintor, y un tercero “se la intentó robar” en Sao Paulo.

Los incidentes también incluyen caídas y hasta una moto que atropelló a un ciclista a pocos metros de la antorcha.

Aunque el episodio más triste de todos es, sin duda, la muerte de un jaguar que debía participar en una ceremonia organizada a su paso por Manaos.

El animal se escapó y tuvo que ser abatido por las autoridades.    
 

Escenario de protestas

El recorrido de la antorcha seguramente les seguirá brindando un escenario para protestar a aquellos que quieren llamar la atención por la situación en Brasil o a los descontentos por el costo de los juegos.

Pero nada, sin embargo, logrará impedir que el fuego olímpico complete su recorrido y esté en la ceremonia de inauguración del próximo 5 de agosto.

El secreto, como le explicó al diario The Guardian Philip Wilkinson, uno de los voceros de los juegos, es que un fuego de reserva se conserva encendido en ocho linternas “de emergencia”.

“La antorcha se apaga a menudo por lo que hay que volver a encenderla”, explicó Wilkinson.

“Pero la llama olímpica nunca se extingue completamente”.