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Olimpiadas de Río 2016: cómo los entrenadores de Nadia Comaneci convirtieron a EE.UU. en una potencia mundial en gimnasia

Cuando tras huir de la Rumanía de Nicolás Ceaucescu en 1981 Béla y Mártha Károlyi abrieron un pequeño gimnasio en Houston, Estados Unidos, decenas de jóvenes llegaron a tocarles la puerta.

Béla y Mártha Károlyi no por nada habían sido los entrenadores de Nadia Comaneci, la gimnasta más famosa de la historia.

Pero a partir de ese momento su apellido dejaría de ser sinónimo exclusivo del éxito rumano, y se vincularía a 9 campeonas olímpicas, 15 campeonas mundiales, 16 medallistas europeas y 6 de Estados Unidos.

Hoy es indisociable de la nueva estrella de la gimnasia mundial, Simone Biles, explosiva y única, a quien no se le resiste ningún aparato y que anuncia una cosecha de medallas para EE.UU. en los próximos días.

A ella la entrena Mártha Károlyi, quien coordina el equipo olímpico nacional de EE.UU. desde que en 2001 su marido se retirara del puesto.

Y por todo ello, los expertos aseguran que los Károlyi revolucionaron la gimnasia en EE.UU. y convirtieron al país en una potencia en esa disciplina.

Trabajo conjunto

“La gimnasia no hubiera sido lo mismo (en EE.UU.) sin Béla, Mártha y Nadia”, le dijo Mary Lou Retton, quien ganó la competición individual de gimnasia artística en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984, al diario estadounidense The Washington Post.

Retton fue la primera protegida de los Károlyi en EE.UU., y asegura que al menos la mitad de sus medallas se las debe al matrimonio.

“Béla fue siempre el rostro y el lugar de Mártha, al menos para mi generación, estuvo tras bambalinas”, explicó.

“Pero él hubiera sido un cachorro perdido sin Mártha. Es ella la que lleva todo el programa y siempre lo hizo”.

Sin embargo, su trabajo conjunto no es una novedad. Se remonta a la Rumanía de la década de 1960.

Tras haber sido campeón nacional juvenil de boxeo y tras participar como lanzador de martillo en las Olimpiadas de 1956, Béla Károlyi decidió estudiar educación física en la Universidad de Rumanía.

Y en el último año de carrera, empezó a entrenar al equipo nacional de gimnasia, del que era miembro Mártha (por aquél entonces Mártha Eross).

Se casaron en 1963 y se mudaron a Onesti, la pequeña localidad de la región minera de Rumanía en la que creció Béla.

Se hicieron cargo de un internado y allí empezaron a entrenar -Mártha siempre en un segundo plano- a niñas con potencial atlético.

Nadia Comaneci, quien vivía cerca de Onesti y tenía entonces seis años, fue una de las primeras.

El factor Comaneci

Pronto el matrimonio sería invitado a fundar la escuela nacional de gimnasia.

En 1975 Béla Károlyi tuvo que convencer a la Federación de Gimnasia de Rumanía para que permitiera a Comaneci y al resto de sus atletas participar en el campeonato europeo de aquél año y para que las aceptara en su equipo olímpico.

El equipo obtuvo la medalla de plata en las Olimpiadas de verano de 1976 en Montreal, Canadá, y Comaneci hizo historia con su calificación perfecta.

Gracias a esos resultados, Béla Károlyi sería el entrenador de la selección rumana hasta 1980, cuando estalló su conflicto con la federación de su país.

Como consecuencia que él, su esposa y el coreógrafo Géza Poszár acabaron pidiendo asilo político en EE.UU. un año más tarde.

Con ellos se llevaron un modelo de entrenamiento que les dio resultados tan brillantes como el de Comaneci, y que después combinarían con la tradición estadounidense.

Y es a esa mezcla a lo que los expertos atribuyen los buenos resultados de las gimnastas estadounidenses, un ciclo que comenzó con una medalla de plata en Pekín 2008 y consolidó con Londres 2012 y ahora con Río.

Modelo semicentralizado

El modelo que desarrollaron los Károlyi en EE.UU. permite a las niñas con el sueño olímpico seguir viviendo en casa y prepararse con su entrenador local en lugar de tener que ser internadas en una academia nacional.

Sin embargo, cada mes la élite de esas gimnastas deben viajar junto a sus preparadores al rancho de 800 hectáreas que el matrimonio tiene cerca de Houston y en el que se encuentra el Centro Nacional de Entrenamiento de EE.UU.

Allí se evalúan sus rutinas y su rendimiento, algo a lo que llaman “verificaciones”.

“A veces estas verificaciones son más estresantes que la misma competición”, le dijoNastia Liukin, una exgimnasta estadounidense de origen ruso y hoy analista de esa disciplina para la NBC al diario The Washington Post.

Otros han sido más duros a la hora de calificar el sistema de los Károlyi.

En su autobiografía “Off Balance” (Sin equilibrio), publicada en 2012, Dominique Moceanu, miembro de las “Siete magníficas” que lograron la medalla de oro por equipos en las Olimpiadas de Atlanta 1996, se sintió “dentro de una camisa de fuerza” y dijo que el del matrimonio era “un tratamiento mentalmente abusivo”.

Los Károlyi, por su parte, han negado en numerosas ocasiones haber utilizado tácticas inapropiadas con sus gimnastas.
Y medallistas como Shawn Johnson, quien obtuvo el oro en Pekín 2008, los defiende.

“No creo que (Martha, la coordinadora actual del equipo estadounidense) pida perfección a diario. Ella sólo quiere ver disciplina y respeto”, dijo a los medios.

“Y así ha logrado, junto a Béla, cambiarle el rostro a la gimnasia de EE.UU.”.

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