El Progreso

Tristes relatos del terremoto del 4 de febrero de 1976

Unos 23 mil muertos y 77 mil heridos, dejó en todo el territorio nacional el terremoto del 4 de febrero de 1976, el cual también ocasionó que la tercera parte de la población quedara sin hogar y considerables daños en infraestructura. Estos son los relatos de algunos sobrevivientes.

En el cementerio de Tecpán Guatemala, Chimaltenango, las cruces y lápidas recuerdan a las víctimas del terremoto del 4 de febrero de 1976. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

En el cementerio de Tecpán Guatemala, Chimaltenango, las cruces y lápidas recuerdan a las víctimas del terremoto del 4 de febrero de 1976. (Foto Prensa Libre: José Rosales)

“En Tecpán Guatemala, Chimaltenango, lo único que quedó en pie fue la fachada de la iglesia católica y dos viviendas.  Fue una  tragedia que nos marcó para toda la vida”, narró la vecina Ercilia López.

“Personal  voluntario de México cavó una fosa; no hubo clases sociales. Lo que se buscaba era evitar malos olores”, agregó López, quien explicó que en ese municipio unas tres mil 23 personas perdieron la vida.

Destrucción total

Se van a cumplir cuatro décadas de que la Villa de Joyabaj, Quiché, fue totalmente destruida por este fenómeno natural.
Odilo Cruz Monroy, historiador local, narró cómo el sismo destruyó completamente las viviendas del área urbano de ese municipio, ya que estaban construidas a base de barro.

“Solo se mantuvo en pie la vivienda de don Efraín Elías Roca y la fachada de la iglesia. Todo lo demás eran escombros”, recordó.

Cruz Monroy mencionó  que  fue conmovedor que 360 personas  murieran soterradas y más de un millar resultaran con fracturas y  heridas.

“En ese momento no hubo ataúdes, eran muchos los muertos. Como única alternativa se optó por enterrar a las víctimas en fosas comunes a la orilla de los cementerios” añadió el historiador.

El párroco de Joyabaj, Rufino Joj, indicó que a pesar del esfuerzo y aportes económicos de vecinos que han migrado a otros países, en la actualidad no se ha completado la construcción de la iglesia, cuya estructura colapsó a causa del terremoto de 1976.
 
“Tentativamente creemos que a finales de este año o principios del otro estará culminado el trabajo de reconstrucción de la casa de Dios”, afirmó Joj.

En oriente

 “Todo ocurrió cuando dormíamos.  Nunca imaginamos que esa madrugada la íbamos a tener presente por años, y más los vecinos que perdieron a sus seres queridos”, recordó  Eulalia Fajardo, residente  de Sanarate, El Progreso.

“Repentinamente empezó a temblar, y cada vez con mayor intensidad, por lo que corrimos con mi familia a un lugar seguro y vimos como poco a poco se derrumbaba nuestra casa”, relató Fajardo.

“Recuerdo que al amanecer todo el departamento se encontraba envuelto en una nube de polvo y en un caos total; además, sin energía eléctrica y sin agua entubada”, dijo Idelfonso Paiz, vecino.

“Aún recuerdo el conteo de muertos que en ese momento ascendía a más 10 mil en todo El Progreso, pero al final se perdió el conteo oficial”, relató Paiz.

“Creíamos que era el fin del mundo porque todo colapsó; escuchamos estruendos en el puente del kilómetro 30 de la ruta al Atlántico, luego la estructura cayó al fondo del río”, manifestó Vilma Palencia, vecina de la aldea Agua Caliente, San Antonio La Paz.

Video

La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres publicó un video en el que se explica las características y repercusiones del terremoto de 1976. 

Relato de periodista

Édgar Girón, quien ya era corresponsal de Prensa Libre en Coatepeque, Quetzaltenango, refiere cómo vivió la emergencia en 1976.

“Participé en algunas acciones de auxilio de afectados en Sumpango, Sacatepéquez;  Sololá y Chimaltenango. Se pudo observar el despertar del espíritu solidario de que quienes estábamos bien y podíamos hacer obras para asistir a los damnificados”, narró Girón.

“Hubo una reunión con los maestros de la escuela para conocer sobre la situación del país, a pocas horas de ocurrido el sismo. Se convocó a los padres de familia y se acordó de inmediato llevar alimentos, agua potable, medicinas y ropa a Sumpango, uno de los lugares más afectados”, añadió.

“Al llegar a Sumpango se pudo ver la magnitud del desastre, ya que casi todas las viviendas estaban en ruinas y de entre los escombros salían sus habitantes, muchos de la tercera edad”, recordó el periodista, quien añadió que fue instalado un hospital móvil para atender a los heridos.

“En Tecpán Guatemala, Chimaltenango, los muertos se contaban por decenas, y al ser rescatados los cuerpos eran trasladados a lugares donde se abrieron zanjas para depositarlos y evitar epidemias”, dijo Girón.

“Los lugares que no fueron afectados, como Coatepeque, se fortalecieron en solidaridad y salieron en ayuda de los damnificados”, finalizó el corresponsal.

Con información de A. Marroquín, O. Figueroa, H. Contreras, M. Sandoval, J. Rosales, E. Girón y J. Tizol

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