Hemeroteca

Guardianes de fe y tradición

La devoción a los santos patronos continúa en los mercados cantonales. En cada mercado cantonal de la Ciudad de Guatemala hay un lugar que se caracteriza por el olor a cera, la luz de las velas y el colorido de las flores.

Beatriz Cux se encarga de la capilla del Mercado Cervantes, zona 3. (Foto: Hemeroteca PL)

Beatriz Cux se encarga de la capilla del Mercado Cervantes, zona 3. (Foto: Hemeroteca PL)

El centro de estos altares son vírgenes, cristos y santos, a quienes por tradición se les considera patronos. Algunos de estos centros de comercio tienen hasta cuatro imágenes, cada una en su propio camarín.

En el mercado Sur 2, también conocido como La Placita, zona 1, por ejemplo, la Virgen María está en el sector de las verduras; la del Rosario, en las carnicerías; la Santísima Trinidad, en los comedores; la de Fátima, en el de frutas; y el Sagrado Corazón de María, en el sector de ropa.

En otros mercados solo hay una imagen, como sucede en el Cervantes de la zona 3. En este centro la patrona es María Auxiliadora.

Lo que es común en todos estos ambientes comerciales es la celebración anual, según el santoral. Cada año se festeja al santo patrono con gran pompa. Las capillas son decoradas, así como algunos puestos, e incluso, el perímetro del mercado. Los materiales que se usan para los adornos son, por lo general, de plástico. Pero eso sí, la quema de cohetillos, el pino en el piso y la música son imprescindibles. Claro, todo depende de los recursos con que se cuenten. “Significa un momento extraordinario que rompe con la cotidianidad. Se trata de la manifestación de una identidad cultural local, refiere la historiadora Artemis Torres Valenzuela, en el estudio Tradiciones de Guatemala, editado por el Centro de Estudios Folklóricos Nacionales (Cefol) de la Universidad de San Carlos.

Parte del folclor de esta tradición popular es llevar en andas por todo el mercado la imagen de la advocación y oficiar misa. El colofón es un baile y un buen banquete. Estos festejos son heredados de generación en generación. Se han arraigado tanto que ahora son considerados tradiciones populares que “aun frente a las adversidades continúan vigentes”, indica Torres Valenzuela.

Virgen venerada

Gladys Cabrera, propietaria de la cremería El Rosario, en el mercado La Placita, es la encargada de la imagen de la Virgen de Fátima. Cada año, dice, se planifican dos fiestas en su honor: una el 13 de mayo, para conmemorar el día que se mostró por primera vez, y la segunda el 13 de octubre. “Se cuenta que cuando se apareció a los pastores de Fátima, les dijo que llegaran al lugar los 13 de cada mes y que el 13 de octubre les iba a decir quién era y qué quería de ellos”, explica Cabrera, quien heredó la tradición de su madre.

La Placita fue reconstruida en tiempos del presidente Juan José Arévalo (1945-1951), recuerda, y su madre fue una de las primeras inquilinas. “Contaba que todas las tardes pasaban con un canastito para recaudar fondos para comprar la imagen, que luego esculpió Julio Dubois”, refiere.

Antiguamente, la Virgen salía en anda y se celebraba una misa, pero con el tiempo se descartó debido a que las personas no ponían atención a la celebración. Además, “muchas de las inquilinas del mercado ya no son católicas”, agrega.
Ahora doña Gladys trata de hacer tiempo entre su trabajo de vender quesos de Taxisco para mantener en orden el altar de la Virgen. Le lleva flores, pero sobre todo se preocupa por cuidar de que los niños no hagan travesuras dentro de la capilla.

En el sector de carnes del mismo mercado, hay un altar para la Virgen del Rosario. Julio Carías, de 54 años, es el encargado de ponerle flores frescas cada semana. El 7 de octubre es el último día de la novena y organizan una fiesta. “Se alquila un equipo de sonido y una soprano acompaña el rezo”, cuenta.

Milagros

Otro de los mercados que mantiene esta costumbre es el de Cervantes, zona 3. Aquí se venera la imagen de la Virgen María Auxiliadora. Su fiesta tiene lugar, con gran pompa, el 24 de mayo, que coincide con el final de la novena. Se celebra una misa y se degusta un almuerzo que es amenizado con la música de una marimba.

Beatriz Cux López, de 51 años, vendedora de frutas y una de las inquilinas más antiguas de este sitio, refiere que esta Virgen es la patrona que protege contra los incendios, tormentas, rayos y ladrones. “Es mi intercesora y abogada, por eso trato de que el día de su fiesta sea de gran algarabía”, comparte Cux López, quien además cuenta que su vida, desde que nació, está ligada a este mercado.

“Crecí en un canastito; luego fue un cajoncito y con el tiempo empecé a vender”, recuerda. Al igual que otras comerciantes, Cux López sigue con la tradición que comenzó su madre. Además, tiene una gran devoción por la Virgen, pues, según cuenta, en una ocasión se salvó de morir ahogada en el mar, pero le imploró por su vida a ella tres veces y un salvadidas la sacó del mar.

El mercado Colón, zona 1, tampoco escapa a estas costumbres. En un camarín ubicado en el segundo piso está la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Su fiesta se celebra en junio y la fecha es movible. “Se hace misa, se adorna el mercado y se escucha música. Luego se reza”, afirma Cristina Rivera, de 77 años, quien tiene un puesto de hierbas medicinales.
En el sector de comedores, muy cerca, está el altar del Cristo Negro de Esquipulas. Atrás se guarda con recelo una imagen de la Virgen de Guadalupe. El 15 de enero se celebra su fiesta con misa, y se reparten refrigerios y “recuerditos”, dice Silvia Anleu, de 52 años.

Tradición

Torres Valenzuela, como parte de su trabajo de investigación, ha documentado el trabajo de las y los encargados de los patronos de varios mercados de la ciudad, y una de las conclusiones de su trabajo es que estos centro se han convertido en referentes de muchas costumbres y tradiciones de tipo religioso, gastronómico y de esparcimiento.

ESCRITO POR: