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La obsesión por la “cintura de avispa”

El corsé se ha usado durante más de veinte siglos, y no ha desaparecido aún en el siglo XXI. Este va unido al cuidado obsesivo de la cintura femenina.

El talle de Beyoncé (Foto PL: Hemeroteca)

El talle de Beyoncé (Foto PL: Hemeroteca)

El corsé fue defendido y usado por millones de mujeres en pro de la coquetería, a pesar del sufrimiento que provocaba el uso de esta prenda íntima, las deformidades del tórax, la disminución de la capacidad respiratoria y el aumento a la propensión de contraer tuberculosis.

Basta observar figuras estilizadas de Egipto, Mesopotamia o Grecia para comprobar lo anterior.

También estaba el “cingulum” , una pieza de metal colocada arriba del corsé, para dar mayor talle a la cintura. Ambas piezas, antecesoras lejanas de los tratamientos, las cirugías, las liposucciones, contribuyeron a la industria de la moda, la cual demandaba mejores figuras, mejores cinturas y por ende mejores caderas y busto.

Historia

Ya desde los siglos XIII hasta el XVI, el uso de metal en corsés y delineadores de cintura es más que evidente. De hecho, no era extraño que, en el afán de poseer una “cintura de avispa”, muchas mujeres sacrificaran la circulación sanguínea y cayeran desmayadas después de horas de apretujarse excesivamente la cintura o intentar, en vano, levantar las caderas de forma artificial. ¿Hasta dónde soportaban estrujar los músculos, tendones, venas y arterias? Muchas veces, hasta la muerte.

En 1823 aparece el corsé que dio a las mujeres el “talle de avispa”, el molde casi perfecto para una cintura estilo “Barbie”, la famosa muñeca espigada.

De hecho, la industria del juguete aprovechó la bulimia, la anorexia y otras enfermedades relacionadas con la obesidad para lanzar sus famosas muñecas con talle de avispa. A fin de cuentas, los hombres siempre han apetecido los cuerpos femeninos bien tallados, y las mujeres han envidiado a las más esbeltas y atléticas.

“Lipo” y tratamientos

Hoy, entrados en el siglo XXI, se siguen ofreciendo una gran variedad de modelos de corsés con idénticos fines de modelado artificial del cuerpo, lo que demuestra el enorme interés que tiene el sexo femenino por lucir un talle esbelto y bien modelado.

Todos estos esfuerzos de imaginación para crear, durante más de 24 siglos, esta infinidad de artilugios para que las mujeres lucieran, con dolor, falta de higiene y las torturas más inverosímiles, caen por tierra, al inventarse la lipoescultura, en 1978.

Con la lipoaspiración supuestamente se logra el talle para dar la forma estilizada, tan deseada por millones de mujeres y hasta hombres, aunque muchas veces con riesgos mortales.

Supuestamente, con la lipoescultura cadera-cintura se obtiene un talle esbelto y definitivo. ¿Verdad o fantasía alimentada durante siglos?

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