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Adrián Boboc vino a triunfar en la gimnasia guatemalteca

Adecuarse a las  costumbres de  nuestro país ha  sido un proceso  fácil para la familia Boboc.  Hace 10 años  llegaron a Guatemala con la  intención de iniciar el nuevo  proyecto de la gimnasia artística.

Adrián y Elena Boboc son los responsables de la gimnasia en los últimos días. (Foto Prensa Libre: Francisco Sánchez)<br _mce_bogus="1"/>

Adrián y Elena Boboc son los responsables de la gimnasia en los últimos días. (Foto Prensa Libre: Francisco Sánchez)

Adecuarse a las  costumbres de  nuestro país ha  sido un proceso  fácil para la familia Boboc.  Hace 10 años  llegaron a Guatemala con la  intención de iniciar el nuevo  proyecto de la gimnasia artística.

Un breve paso  se dio en  1996, cuando Adrián y Elena  Boboc llegaron por primera  vez. “Nos ofrecieron un proyecto en esa oportunidad, pe ro vimos que no era dirigido  para atletas del pueblo”, re cuerda Adrián, en su casa de  habitación.

MUY ESTRICTO

Nació en la ciudad de Buzau, Rumanía, y  creció bajo  las normas del comunismo  que rigieron en ese país hasta  1989. Adrián se formó como  deportista, gracias a la in fluencia de su padre, Petrica  Boboc, quien fue boxeador y  eventualmente practicó la  gimnasia.

Adrián se considera  disciplinado gracias  al comunismo, pero también combina  sus principios religiosos, que   están basados en la iglesia  ortodoxa.

En 1978, una lesión en el  hombro lo alejó de la posibilidad de participar en  unos Juegos Olímpicos, por  lo que se dedicó a estudiar  para ser entrenador. “Un  mal movimiento en las argollas me causó una lesión  que me alejó seis meses y  después ya no fui el mismo”,  reconoce.

 En 1986 se convirtió en uno  de los entrenadores del Dynamo de Bucarest, un club  dedicado a los deportes y uno  de los más importantes de  Rumanía, en especial en la  gimnasia y el futbol. Fue ahí  cuando conoció a Elena y se  enamoran.

 Ahora, 27 años después, en  su casa, la sala es una clara  muestra de su interés por la  gimnasia, en la que recalca  que “volvería a practicar la  gimnasia si volviera a nacer”.

Cuadros con fotografías y  reconocimientos recibidos  por sus aportes a este deporte  en nuestro país ocupan casi  todos los espacios. Paredes,  mesas, calendarios, videos.  Todo es  de gimnasia.

 Sus inicios

Desde los 7 años Adrián  fue llevado por su padre a la  gimnasia. Practicó  deportes  como el futbol, patinaje y  otros juegos que sus amigos  realizaron, pero su interés fue  siempre la gimnasia.

¿Cómo empieza su vida en  la gimnasia?

En 1967 mis papás pensaron en llevarme a practicar ese deporte en el mejor  club de la ciudad de origen.  Creo que por  las raíces deportivas de mi papá tengo el  talento para hacer ese de porte; desde el primer momento me gustó. Mis padres  tal vez pensaron que sería un  pasatiempo, pero a mí me  gustó y poco a poco subí mi  nivel. Mi vida se convirtió en  hacer gimnasia de alto rendimiento.

 Por mis resultados  fui  preseleccionado juvenil de  Rumanía. Empecé a tener actividades, como campamentos con los mejores entrenadores del país, fue un período muy bueno. Me gustaba mucho leer en mis tiem pos libres, me dediqué a la  lectura. En casa llegamos a  tener una biblioteca de mil  libros.

   En la niñez, ¿qué hacía en  su tiempo libre?

Jugaba en la calle futbol  con mis amigos, todo lo que  hace un varón en la calle.  Generalmente hacíamos juegos con pelota, me gustó el  tenis de campo. Prácticamente mi papá, como fue profesor  de educación física, sabía de  todos los deportes. Así aprendí a patinar sobre hielo; todo  el tiempo estaba ocupado. No  me gustaban las fiestas, eso  me lo reservé para cuando ya  estaba grande.

¿Cómo era la vida en casa?

Todo estaba entre las tareas. Me gustaba mucho leer,  creo que eso fue una herencia  de mi mamá. Cada día compraba libros y así llegamos  con los años a tener mil libros  en la biblioteca en la casa. Mi  hermana se dedicó a las leyes  después y leíamos mucho.

¿Cómo se sintió al no sobresalir como deportista?

Por algo pasó. Eso me fortaleció, me dio la idea de ser  entrenador y de lograr lo que  no pude como atleta. Hay ese  refugio para un deportista que  por algunos motivos no logra  resultados importantes, pero  como entrenador se cumple  con los sueños.

¿Según usted ha evolucio nado la gimnasia?

Prácticamente si miramos  como se hacía  antes de 1976 y  cómo se hace ahora, ha evolucionado. Hay una diferencia  muy grande, el nivel de dificultad de las atletas creció  demasiado, el riesgo es máximo, es considerado como  un deporte extremo, por su puesto en paralelo al crecimiento y la tecnología también ayudó en el mejoramiento de los aparatos.

¿Cómo lo influenció usted  el comunismo?

Por sus tres pilares, lo importante fue una muy buena  educación. El deporte se hizo  en condiciones óptimas por que era lo que buscaban asegurar, pero claro que hay cosas que fueron buenas y malas. No puedo decir que me  sentía muy bien, ya que me  sentía como  encerrado en una  jaula, y eso afectaba mucho, es  algo  normal que el ser humano se afecte así.

¿Cambió su vida con la  caída del comunismo?

En primer lugar, sentirse libre es algo importante, desde  todos los puntos de vista. La  democracia trajo la posibilidad  de reafirmarme como entrenador. Dentro del comunismo  todo se tenía que hacer por  contactos, los nombramientos  se daban bajo ese criterio.

En el momento que llegó la  democracia, otros que esperábamos la oportunidad, pudimos acceder a las selecciones de nuestro país.

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