Economía

Un país rico, lleno de pobres

Guatemala: 108 mil km2 de territorio, casi 12 millones de personas, de las cuales cuatro millones son aptas para trabajar y más de la mitad de ellas están en su edad más productiva (entre 20 y 50 años).

Recursos naturales en abundancia, microclimas diversos, salida a los dos océanos, distancia geográfica estratégica entre Norte y Sudamérica, con más horas de sol por día que los países del hemisferio norte y un promedio de temperatura de 18 grados centígrados al año en la zona central.

La riqueza monetaria del país en figuras absolutas es de US$7 mil millones al año. Es decir, eso es lo que producimos actualmente. En promedio, cada guatemalteco ganaría US$5 mil 200 (Q41 mil 600) anualmente, pero la realidad es que muy pocos ganan mucho más que eso, y la mayoría (seis de cada 10) tienen ingresos del equivalente a US$730 al año. El promedio de educación es de 4 años de primaria, y según datos de Unicef, la desnutrición crónica afecta a uno de dos niños en general, y ocho de cada 10 niños indígenas. Pero al mismo tiempo Guatemala obtuvo el récord Guiness 2009 por el buffet de comida más largo.

En general, el 20 por ciento de personas viven con el 80 por ciento de los ingresos usando los recursos productivos del país. No podemos decir que Guatemala sea un “país pobre”. Guatemala, de hecho, es un país rico en recursos, rico en cantidad y calidad de personas, rico en culturas, rico en acceso a climas, a horas de sol, a acceso a los océanos, abundante en ecosistemas, pero es un país donde viven pocos ricos y mucha gente pobre, muchísima gente ignorante y muchísimos niños desnutridos. Explicaciones de nuestra situación socioeconómica abundan. Algunos se estancan en discusiones ideológicas: comunismo-capitalismo. Sin embargo, las razones van mas allá de una simple dicotomía Estado/Mercado.

Para entendernos hoy debemos ver la película completa y, sobre todo, los más jóvenes contestarse preguntas como: ¿Cómo llegamos a donde estamos? ¿Cómo y por qué el capital y los recursos productivos están en tan pocas manos? ¿Qué responsabilidad existe en los gobiernos en que esas desigualdades se mantengan en el tiempo? ¿Es que no es el Estado la representación de los intereses y necesidades a satisfacer de la población? ¿A qué intereses responde y ha respondido el Estado? ¿Existe el potencial de un Estado que proporcione herramientas a quienes nunca las tuvieron para salir de la pobreza por sus propios medios? ¿No es esa la idea de la democracia? ¿Cuál es el costo de que existan tantas desigualdades que pagamos quienes no vivimos en condiciones de pobreza? ¿No es contradictorio que en nombre de la libertad se limite a otros tener las mismas oportunidades para competir en un sistema económico en el que la igualdad en acceso para competir es crucial?

Es imperante repensar la forma en que se ha pretendido crear riqueza en el país. La limitación de los recursos y la transparencia y eficiencia en su utilización nos han posicionado con los indicadores que vergonzosamente acarreamos. Pero la concentración de los recursos en una pequeña parte de la población mantiene al resto en miseria económica derramándose en el tiempo las consecuencias sociales y ambientales negativas en todos los pobladores. Basta con ver la situación social y ambiental de Guatemala hoy más que el PIB per cápita.

El debate sobre la concentración de recursos productivos y la utilización de los mismos ha sido evitado por años y es tiempo de abordarlo. Guatemala no puede migajear algunos recursos para las mayorías y mantener al gran potencial humano debajo de la línea de pobreza, pudiendo generar en una generación un cambio sostenible para que nuestros propios hijos vivan en un país donde exista futuro.

Para quienes tienen mentalidad empresarial, valga la comparación: en una empresa las utilidades vienen después de algunos años de inversión en capital. En este caso, es el país el que generará”utilidades sociales” que todos disfrutaremos después de invertir en el país a través impuestos y el ejercicio de ciudadanía al elegir y auditar a gobiernos eficientes, gobernantes y funcionarios honestos, líderes y partidos políticos representativos de quienes no reciben las bondades que el sistema otorga a pocos. Utilidades se podrían llamar el gozar de los beneficios que a la larga brinda una población más educada, más sana, más competitiva, más libre, más segura, más crítica, más ambientalmente estable, más socialmente desarrollada.

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