Ubaldo Ruiz, de la radio comunitaria Estéreo Génesis, de Rabinal, contó que contratistas pagan anuncios para avisar a la población indígena sobre trabajo fuera de Baja Verapaz. Incluso ofrecen trabajo en EE. UU., México y Honduras.
El contratista Antonio Raymundo aseguró que en abril lleva a unos 300 hombres a ingenios de la Costa Sur para trabajar la zafra. “Antes llevaba niños; ahora ya no, porque ya no los aceptan”, dijo.
No se conocen cifras de esta emigración, pero la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplán) estableció que de los 264 mil habitantes de este departamento, el 90 por ciento están en edad productiva —hombres, mujeres y niños— y que en la mayoría de hogares toda la familia participa en el cultivo de sus terrenos, los cuales son pequeños.
Causas
La razón principal de esta emigración es la pobreza, los bajos salarios y la falta de fuentes de trabajo en ese departamento, en especial en Cubulco y San Miguel Chicaj.
En Purulhá, el jornal promedio diario es de Q30, aunque muy pocos buscan trabajo fuera, porque en las fincas les dan dónde vivir y al salir temen perder su estado de mozo colono, según el informe Plan de Desarrollo 2011-2025 de Segeplán.
En Granados, donde la mayor parte de la población es ladina, la migración es hacia la capital y EE. UU.
Quienes viajan a la región oriente durante fin y principio de año trabajan como jornaleros en fincas fruteras de Zacapa, plantaciones de café de Chiquimula y bananeras de Izabal.
En la región sur se concentran en plataneras e ingenios de caña de azúcar, en época de zafra. Mientras que en el norte son empleados en fincas cardamoneras y de café.
También van a plantaciones del sur de México y al oriente hondureño.
Jared Matheu García, alcalde de Cubulco, dijo que hasta el 80 por ciento de pobladores de comunidades rurales van a trabajar a otros departamentos en diferentes fechas.
Sin embargo, un grupo de Cubulco viaja por distintos motivos a Ixcán, Quiché, pues compraron tierra allá porque es más barata, explicó el vecino Hugo Hernández.
Igual situación se da en Purulhá, donde hay grupos que tienen tierras en La Tinta, Panzós y Tucurú, Alta Verapaz.
Con niños
Bernardino Chiruy, campesino del área del embalse de la presa de la hidroeléctrica Chixoy, refirió que antes iba a fincas meloneras de oriente, pero pagan muy poco, por lo que ahora viaja a la Costa Sur. “Los patrones nos dicen que no llevemos familia, pero nosotros no los dejamos porque los niños en algo ayudan, y si trabajamos todos hacemos el doble”, indicó.
Chiruy dijo que en el área del embalse de Chixoy tienen que emigrar para trabajar porque no hay empleo y ellos se quedaron sin tierras cuando el Estado las inundó para construir la hidroeléctrica.
Entre abril y mayo los jornaleros retornan a Baja Verapaz para sembrar maíz y frijol en sus pequeños terrenos.
Drama
En las fincas los agricultores tienen que vivir en condiciones infrahumanas, hacinados y consumen alimentos inapropiados. Además se exponen a enfermedades ajenas a su región, como paludismo.
Viajan amontonados en camiones y a su retorno a Baja Verapaz sufren asaltos o llegan enfermos.
Unos mueren fuera de Baja Verapaz. “Hace poco ayudamos a una familia a traer a su difunto de una finca de Honduras y sepultarlo”, expuso un vecino.
Sergio Urízar, encargado de una farmacia, afirmó que desde septiembre la farmacia la tiene que abrir a las 3 horas porque los campesinos prefieren llevar analgésicos y antidiarréicos porque adonde van no hay médico ni medicina.