La masacre ocurrió entre el 22 y el 25 de noviembre de 1988.
Juana Tala, viuda de José Gabriel Arenales, testificó que el cuerpo de Carlos Humberto Guerra Callejas, a quien el Ejército había nombrado comisionado militar, tenía quemadas las manos y no tenía ojos. Afirmó que no puede culpar a nadie.
“Las señoras de El Aguacate lloraban y gritaban. Qué les pasó, les dije yo. ‘Ay si, usted también’, me dijeron… ‘Ya mataron a nuestros maridos'”, expresó Agustina Machic, de 76 años, esposa de Horacio Tajtaj, una de las viudas.
Dos testigos que presentó la defensa de Solano indicaron que este viajaba a México para enseñar técnicas de cultivos a los desplazados por la guerra.
Los otros aseguraron que conocen al sindicado desde hace 40 años, y que es una persona honesta.
La próxima audiencia está programada para el 8 de mayo.