El que se robó el espectáculo fue un jet que cuenta con una turbina a escala y alcanza una velocidad de 170 millas por hora, según Juan Pablo Castillo, de RCG, quien aseguró que esta es primera vez que lo traen al país.
Castillo tiene 17 años de estar volando estas aeronaves y ha ganado premios internacionales por la destreza que tiene con el control, porque su capacidad especial no ha sido impedimento.
“Lo importante es que nos reunimos con amigos a platicar y compartir, y lo más apasionante es que nos gustan mucho los motores y la velocidad, y de esta forma lo disfrutamos demasiado”, expresó.
“Una persona que se dedicaba a volar aviones, cuando comencé en esta actividad, me dijo: ‘Mirá vos, nunca vas a poder volar estos aparatos’, y se dio la vuelta. En ese tiempo tenía 17 años y me propuse, a pesar de mis limitaciones físicas, aprender a volar estos aviones, hasta que le gane a ese señor, lo cual logré años más adelante”, refirió.
“Armando Monzón, quien también vuela esta clase de aviones y reside en la capital, amablemente fue quien me enseñó a maniobrar estos aparatos”, expresó Castillo.
Rodrigo Rosales, del Club de Aeromodelismo Salvadoreño (CAS), quien lleva más de 20 años de participar en estos eventos, dijo: “Traemos dos aviones extras llamados 60, de un porcentaje de escala de 33 por ciento, que significa que es 33 veces más pequeño que un avión real. Traemos un jet llamado 339, de origen italiano, que alcanza una velocidad de unas 170 millas por hora y una altura de mil 500 metros de altura. Esta experiencia es muy bonita, pues en Guatemala hay una buena pista con clima agradable, óptimo para volar”, explicó Rosales.
“Es la primera ocasión que vengo a una exhibición de estas, y me gustó mucho. Creo que lo más importante fue la destreza que tienen para maniobrar el control, a pesar de la velocidad y la altura. Una excelente acrobacia fue la que hizo Castillo, ya que mantuvo el avión en el aire como a un metro de distancia de él”, aseguró Mario Echeverría, de origen salvadoreño.