La madruga de ayer, en la plaza de la Basílica, fue todo algarabía, debido a que varias personas de distintos estados mexicanos llevaron mariachis y le cantaron Las mañanitas a la imagen.
“Es similar a la serenata que le hacemos a la Virgen de Guadalupe en México, pues su hijo también merece un festejo”, explicó Gilberto Hernández, quien viajó desde Querétaro.
Varios grupos de católicos de Oaxaca, México, llegaron, y antes de iniciar la veneración quemaron cohetes y le cantaron al Cristo Negro.
La mexicana María Antonia Guzmán llegó a pedirle a la imagen paz para su país y el cese de la violencia.
Latinoamérica unida
Los peregrinos guatemaltecos se unieron al festejo mexicano y al de otros países como Estados Unidos, de Centroamérica y Sudamérica, y juntos entonaron cánticos católicos y melodías rancheras frente al templo.
“Vengo de San Juan Ostuncalco, Quetzaltenango, mi familia y varios vecinos dormimos en la plaza para agradecer la vida, la salud y pedirle al Cristo que nos dé paz y armonía”, expresó Catarina López.
Una pareja de ciudadanos de Francia fue atraída por toda la religiosidad y tradición que se genera en torno al Cristo Negro y filmó y fotografió todas las actividades que se desarrollaron alrededor de la Basílica.
Esperan bendición
Feligreses esperaron afuera del recinto católico para que los hermanos benedictinos pudieran bendecir imágenes, rosarios, dulces, candelas, vehículos y animales, un ritual que se ha convertido en una tradición.
A las 11 horas, el arzobispo metropolitano, Óscar Vian, ofició la misa en la Basílica.
El máximo jerarca de la iglesia católica en Guatemala llamó a la feligresía a no abandonar la Iglesia Católica, a permanecer en ella y pidió rezar por la paz y futuro del país.
Agradeció a los peregrinos de otros países y dijo que el Cristo de Esquipulas es de todos, mexicanos, salvadores, hondureños y guatemaltecos.
Dijo que nadie se salva por tener un crucifijo, sino que hay que ser correctos en sus actos y en su fe.