“Tengo que picar o recolectar a diario cien piedras de regular tamaño, las cuales vendo a Q30, aunque esto no es siempre. A veces las piedras pasan amontonadas a la orilla del río algún tiempo, hasta que llega algún comprador”, explicó Ramírez.
Álvaro García, 13, expresó: “Como existe mucha necesidad económica en la comunidad y nuestros padres no encuentran un trabajo fijo, he decidido picar piedra. Yo trabajo durante el año solo en las mañanas porque estudio en la tarde, pero ahora que estoy de vacaciones laboro todo el día, y de lo que gano de la venta de piedra mis padres me compran los útiles escolares y el uniforme para que pueda estudiar el próximo año”.
“Con el dinero que obtengo de la venta de piedra compro ropa, cohetes y comida para celebrar la Navidad y el Año Nuevo junto a mi familia. Mis padres son muy pobres para darme mis gustos”, afirmó Francisco Ramos, 9.
“La venta ha bajado desde que la comuna de Antigua Guatemala, Sacatepéquez, tiene problemas, porque me compraba piedra para reparar las calles, pero ahora solo le vendo a personas particulares, pues la utilizan para el jardín en sus viviendas”, dijo Juan de Cid, 15.