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¿Cuánta agua usamos en Guatemala? La proporción depende del sector en el que estén los usuarios

El agua es vital para la vida de los seres humanos pero también para desarrollar sus actividades cotidianas; en Guatemala tiene diversos usos y proporciones.

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Reportaje, sobre la escapes de agua potable  o entubada, lo cual afecta  a los vecinos de varios lugares  del municipio de  Chinahutla , quien ya llegan mas de  cuatro d’as sin el vital liquido, esto ha provocado  infecciones a  sus moradores 
Fotograf’a: Paulo Raquec  23/01/2015

Reportaje, sobre la escapes de agua potable o entubada, lo cual afecta a los vecinos de varios lugares del municipio de Chinahutla , quien ya llegan mas de cuatro d’as sin el vital liquido, esto ha provocado infecciones a sus moradores Fotograf’a: Paulo Raquec 23/01/2015

Una travesía en lancha por un lago, degustar una bebida carbonatada, lavar el vehículo, regar el jardín o beber una taza de café con azúcar, todas estas acciones cotidianas tienen en común la utilización del agua para transformar o producir los bienes y servicios que adquirimos. En marzo pasado se elaboró la Política Nacional del Recurso Hídrico de Guatemala 2023-2032, pendiente de aprobación, en la cual menciona al menos 117 usos específicos del agua en el país, agrupados en 16 grandes sectores, y advierte que existe un “deterioro generalizado del recurso hídrico” que afecta el acceso y disponibilidad en calidad, cantidad y renovación.

La propuesta elaborada por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (Marn) tiene el dictamen favorable de la Secretaría de Planificación de la Presidencia (Segeplán) e identifica como causas del deterioro la deficiente gestión para renovar el recurso hídrico, los altos niveles de contaminación y el manejo inadecuado del agua. En el 2019, el Primer reporte de evaluación del conocimiento sobre cambio climático en Guatemala enfatizó que sin una ley específica, la política de disposición del recurso hídrico es libre, y su uso depende solo del costo de instalación para extraer el agua.

El documento, publicado por el Sistema Guatemalteco de Ciencias del Cambio Climático (SGCCC) señaló que se han hecho tres estimaciones de la demanda de agua para los usos consuntivos —consumo— y no consuntivos —utilización— a nivel nacional. Una de las estimaciones se incluye en el diagnóstico para la estrategia de gestión integrada de los recursos hídricos de Segeplán, que para el 2006 calculó en 9,596 millones de m³ la demanda de agua. De los usos consuntivos (5,143 m³), el 77% se utilizó en riego, el 16.2% para el consumo humano y el 6.7% para la industria.

Otro de los estudios es el Perfil Ambiental 2010-2012, del Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambientales (Iarna), que situó el promedio anual de la disponibilidad de agua en más de 93 mil millones de m³, y la utilización anual para el período 2007-2010 arriba de 20 mil millones de m³.  Dentro de los usos en el 2010, el consumo de los hogares fue el menor, con 461.6 millones, que equivale al 2.3%. por debajo de la industria, con 37.5%, y de las actividades agrícolas con una demanda de 31.9% de los recursos hídricos. Entre los usos no consultivos, la generación de energía demandó más de 5 mil millones de m³, el 25% del total utilizado, señaló el reporte del SGCCC.

Sin actualizar datos

Para mejorar la gestión integrada de los recursos hídricos, el reporte del SGCC considera necesario generar información confiable con la contribución del sector privado y la academia, en coordinación con alcaldías y entidades públicas. El rezago en casi todas las estimaciones se muestra en el documento de la propuesta de la nueva Política Nacional, que utiliza datos del 2006, aunque se empezó a discutir en el 2014 con diferentes sectores, como gubernamental, privado, academia, municipalidades, organizaciones indígenas y sociedad civil.

Al consultar sobre la disponibilidad de nuevas estimaciones de los usos, Luis Castro, viceministro del Agua, indicó que en la Tercera Comunicación Nacional sobre Cambio Climático (3CNCC) 2021 se incluye información del Banco Mundial (2017). En estas, se estimó que el 70% de las actividades que conforman el producto interno bruto (PIB) guatemalteco requieren el aprovechamiento directo del agua, debido a que gran parte de sus operaciones de producción utilizan este recurso.

Agregó que según la información disponible, los mayores usuarios del agua son la industria manufacturera, la cual emplea el 39%, y la agricultura y la generación hidroeléctrica —no consuntivo—, con el 27% y 26%, respectivamente. El 8% restante se emplea para otras actividades; entre ellas, el uso domiciliar y otros servicios. Uno de los objetivos de la nueva política es mejorar las condiciones de vida de la población, y la propuesta destaca que entre los distintos usos que se da al agua “el sector doméstico es el más afectado”, ante la mayor demanda en otros como la agricultura, agroindustria y la industria.

Para Raúl Maas, investigador del Iarna, el acceso al agua, al igual que otros servicios —salud, seguridad, educación— es precario y la provisión y cuidado de este recurso pasa por respuestas individualizadas, ya sea una comunidad o una empresa. Se carece de un ente rector que asuma con plena responsabilidad el tema. Velar por obtener y cuidar el agua es cuestión de cada uno, ante la nula capacidad de las entidades de dar respuesta, expuso.

Riego y otras demandas

Carmen Rosa Godoy, asesora ambiental de la Cámara del Agro (Camagro), comentó que en la última década las empresas del sector han aplicado la normativa de utilización de aguas residuales, con un impacto en la demanda del líquido. En cultivos de caña, palma africana y banano se tiene éxito con el reúso, y lo mismo ocurre en plantaciones de café y en la mayoría de compañías, añadió. El 75% de las aguas que se utilizan provienen del reúso de aguas residuales, dijo Godoy al explicar que los procesos de sistematizar el uso del agua han elevado los costos, pero que se ven compensados con los beneficios para el país, como la reducción de la demanda del recurso y el mejor manejo de las cuencas hidrográficas.

La medición de la huella hídrica —volumen de agua utilizado para la producción— de la caña de azúcar es menor al resto de países productores. Según el Instituto Privado de Investigación sobre Cambio Climático (ICC), por cada tonelada se utiliza 45% menos agua que el resto, y en la zafra 2020-2021 el 76% del recurso utilizado provino de las lluvias. En el caso de los ingenios, el viceministro comentó que pasaron de lavar la caña para eliminar impurezas a un proceso de movimiento constante para limpiar el cultivo recolectado, lo que representa un ahorro de agua significativo en los últimos tres años.

Para la palma africana, Castro refirió que las empresas del sector están aplicando las normas de reúso y hacen riegos con aguas tratadas. Se utilizan, en su mayoría, aguas de reúso provenientes de los procesos internos, ya que según Godoy una de las dificultades con el agua de las cuencas es que están muy contaminadas por desechos que se vierten desde los poblados y que ante el mal estado de las plantas de tratamiento, el usuario debe tratarlas antes de su uso y después de utilizarlas, para descargarlas sin contaminación.

La nueva política señala que en la mayoría de las cuencas el agua es de mala calidad por la contaminación que proviene de aguas residuales sin tratamiento y la inadecuada disposición de residuos sólidos. Los municipios aportan 40% de la contaminación, y el mismo porcentaje las actividades agropecuarias, y el 13% y 7% es de las industrias y la agroindustria, respectivamente. El uso del agua en el agro se complementa con las políticas del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) en materia de riego. De acuerdo con esta cartera, bajo riego empresarial se encuentran los cultivos de caña de azúcar, palma africana y banano.

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En el 2012, el 86% del riego existente correspondía a esta categoría y el resto se ubicó en áreas que utilizan riego artesanal y minirriego implementados por pequeños y medianos productores agrícolas. El sector agrícola es uno los más vulnerables al impacto del cambio climático, con amenazas de períodos de sequías, inundaciones, aumento de la prevalencia de plagas, cambio de uso de los suelos y estrés hídrico que afectarían las condiciones de vida de la población y la seguridad alimentaria, en especial para pequeños y medianos agricultores que subsisten de la producción de maíz, frijol y hortalizas.

El agua en las fábricas

El nivel de industrialización en el país aún es bajo, apuntó Daniel García, gerente ambiental de la Cámara de Industria de Guatemala (CIG). A nivel mundial, el sector industrial demanda el 20% del total de agua que se consume, los hogares el 10% y la otra parte se ocupa en la agricultura, añadió. “La data en el país, como en varios temas ambientales, es muy poca”, señaló García al citar el Perfil Ambiental de Guatemala, que estimó en 20,373.88 millones de m³ el agua aprovechada en el 2010. El 37.5% de este volumen (7,643.17 millones) es empleado por la industria, incluidos los procesos agroindustriales.

En la industria se promueven acciones sostenibles para la gestión hídrica, se generan estudios hidrometeorológicos, varios sectores tiene medición de la huella hídrica —se mantienen bitácoras de consumos y salidas de los sistemas—, se usan equipos modernos para recircular el agua en sus diferentes procesos y se invierte en el tratamiento y reúso de las aguas, aseveró García.  El cumplimiento del marco legal ambiental, como el Reglamento de descargas y reúso de aguas residuales (AG-236-2006), así como los estudios hidrológicos de oferta y demanda para generar balances y con base en ello tomar decisiones en los modelos y consumos productivos, son los ejes que impulsan desde hace 25 años, señaló García al incluir la capacitación de 1,800 empresas en temas de manejo de aguas residuales.

Además, desde el 2012 se hacen visitas a Baviera, Alemania, para conocer de tecnología y manejo del agua, lo que ha llevado a las empresas locales a invertir en estas áreas. En el sector de alimentos y bebidas hay industrias con consumos entre 7 mil y 8 mil litros de agua por día, y han elaborado guías ambientales para cumplir con la normativa vigente. Por ejemplo, la industria láctea incluye las normas relacionadas con el agua para el consumo humano y el AG-236-2006, así como las medidas para mitigar los impactos ambientales de la ganadería.

Enrique Lacs, director ejecutivo de la Cámara Guatemalteca de Alimentos y Bebidas (CGAB), expresó que las acciones en materia ambiental en este sector van desde la preservación de las fuentes de agua y del manto freático hasta reducir la contaminación y utilizar la infraestructura y tecnología para tratar las aguas residuales. El ahorro del recurso hídrico es una tendencia en el sector industrial a partir de mapeos —con uso de tecnología y sistemas de gestión— para encontrar procesos que reducen la huella hídrica, explicó Francisco Sedano, consultor en Economía Circular de la compañía Biorem.

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Acciones como aprovechar el agua pluvial con techos cosechadores que permiten conducirla al manto freático y potabilizadores para el reúso de las aguas residuales, ya sea como vapor o para lavado, son algunas de las que se implementan en las industrias locales, agregó Sedano. El país avanza en la producción más limpia y en ahorrar agua, y aunque se requiere de inversiones, la ganancia al final es el impacto que se tiene a nivel de país, subrayó. García sostiene que asegurar el suministro suficiente y constante de agua es muy valioso, y en ello el sector industrial tiene un papel importante, por lo que muchos socios de la CIG miden su huella hídrica y se inclinan por la gestión ambiental sostenible.

Energía y construcciones

Con los datos ambientales que se conocen —perfil ambiental— se calcula que los hogares y otras actividades derivadas de la construcción representan más del 35% del consumo de agua, mientras que los sectores residencial, comercio y servicios fueron el 57% de la demanda de energía en el 2020, manifestó Pamela Castellán, directora ejecutiva de Guatemala Green Building Council (GGBC).

La mayor parte de la matriz energética proviene de la generación con fuentes renovables, pero el consumo energético está relacionado con los costos operativos y de mantenimiento de las edificaciones, puntualizó Castellán al destacar la importancia de los edificios sostenibles que priorizan la eficiencia energética como un mecanismo de reducción de emisiones, entre otros beneficios ambientales.

Hasta agosto de este año, la Comisión Nacional de Energía Eléctrica (CNEE) reportó 1,513.6 megavatios (MW) de capacidad instalada efectiva de las centrales hidroeléctricas, incluida la Generación Distribuida Renovable (GDR) —una modalidad que incluye las unidades con potencia de hasta 5 MW— que representa el 6% de la capacidad total.