A ciertas piezas les arrancaron la cabeza; otros elementos fueron hallados en el suelo. Se trata de una de las piezas de patrimonio fúnebre más notorias, cuyo daño es irreparable.
Una cinta amarilla todavía rodea el lugar, símbolo de una escena en investigación. Es similar a lo que vemos después de un hecho violento en Guatemala; hay años de historia dañados para siempre.
El abogado e historiador Roberto Mayorga comenta que el Cementerio General fue desde el principio una necrópolis amplia y bien trazada, dotada de calles tiradas a cordel como las del Centro Histórico —a cuyo conjunto pertenece—. Fue dotada de capilla, criptas oficinas administrativas y numerosos árboles.
Poco a poco se fue embelleciendo, a medida que las diferentes familias y entidades iban construyendo sus mausoleos.
“Muchos de ellos denotan el buen gusto y un estilo arquitectónico a la moda de la época. Algunas de estas construcciones fueron dedicadas a personajes notables de nuestra historia y fueron dotadas de esculturas y otros elementos que las convirtieron en verdaderas obras de arte”, agrega Mayorga.
El investigador también comenta que con el transcurso del tiempo se empezó a observar una creciente decadencia del cementerio. Las áreas circundantes, antaño vacías, se empezaron a poblar, lo cual implicó mayores riesgos de invasión, pues el camposanto nunca ha sido circulado en su totalidad.
Área vulnerable
Byron Fernando Fuentes, asesor jurídico del Cementerio General de la capital, explica que los hechos vandálicos contra las tumbas se han dado por décadas. “Lamentablemente, las personas logran entrar por los puntos ciegos, a falta de un muro perimetral completo y la extensión de este cementerio dificulta cuidarlo. Es el más amplio en la capital”, describe Fuentes.
En el 2019, intentaron robar la puerta de la tumba de Justo Rufino Barrios, aunque la seguridad se percató y solo quedaron daños que ya fueron reparados.
“El acto que más se da es la de profanación de tumbas y daño al patrimonio cultural”, explica. A veces e trata del robo de piezas de bronce, que son fundidas y vendidas: toda una pérdida para la historia del arte funerario.
Al consultar sobre la reconstrucción del mausoleo de doña Agripita, Fuentes destaca que hasta que termine la investigación se podrá dar seguimiento y el paso es solicitar al Ministerio de Cultura y Deportes y hablar con la familia para ver si existe esa posibilidad.
Se han presentado denuncias contra supuestos responsables de saqueos anteriores, pero el problema persiste.
Por su parte, Eduardo Estrada, auxiliar fiscal de la Fiscalía de Delitos contra el Patrimonio Cultural de la Nación, explica que tienen algunos casos abiertos en el Cementerio General y en el cementerio de Quetzaltenango.
En la entrada del cementerio existen algunas obras consideradas obras de arte arquitectónicas que tiene fichas en el Registro de Bienes Culturales y otros que son de reciente construcción. A la fiscalía le corresponde únicamente evaluar al primer grupo.
El experto comenta que al ver el lugar se advierte el descuido, además que no hay cámaras y eso dificulta el dar con los responsables. Además, los casos regularmente no se reportan el día que suceden sino hasta cuando se descubren y para eso pueden pasar días o semanas.
Al respecto Fuentes dice que se ha buscado poner algunas bardas y cerrar algunos de los puntos ciegos para mejorar la seguridad, pues también se han dado asaltos.
En Antigua Guatemala
Jorge Rodríguez, administrador del Cementerio General San Lázaro, en La Antigua Guatemala, comenta que este cementerio fue inaugurado en 1880 en el tiempo de Justo Rufino Barrios y cuenta con unos tres mil mausoleos y nichos.
Se han reportado algunos daños en los últimos años, pero más por vandalismo ya que el cementerio colinda con una finca y a veces las personas ingresan por ahí para robar las placas de bronce.
Este cementerio es icónico y cultural también. Uno de los personajes más emblemáticos sepultado allí es el escritor César Brañas, cuya lápida intentaron arrancar hace un mes.
Asedio en Xela
Por su parte, Obdulio Morales, administrador del Cementerio General de Quetzaltenango, explica que en años anteriores se han tenido problemas con personas que han entrado a dañar las tumbas, quebrar tapaderas, entre otras acciones.
También se han tenido casos de supuestos ritos satánicos y otros eventos reñidos con la moral que se han denunciado. “La pandemia ha hecho que se tomen medidas más estrictas para evitar que las personas ingresen al cementerio, por ejemplo tenemos una pared muy baja y en estos días ya comenzaron los trabajos para hacerla con más altura y eso nos beneficia para controlar más”, agrega.
En los últimos dos años se han tenido cerca de 10 casos y esto ha hecho que el patrullaje de la Policía Nacional Civil sea más frecuente.
En la madrugada del 31 de octubre de 2019 ingresaron unos jóvenes, rompieron una tumba y dejaron tirado un cráneo, “Esto fue un tipo de reto y profanaron una tumba, de inmediato se denunció al Ministerio Público”, cuenta Morales.
También comenta que antes se enterraba a las personas con sus mejores vestidos y joyas, pero eso poco a poco está desapareciendo porque ni bien se habían retirado los deudos y ya los ladrones estaban listos para ir a destapar los ataúdes para despojar a los difuntos de sus ornamentos.
Hace dos décadas aproximadamente se llevaron hierro forjado, piezas de mármol entre otros objetos valiosos. Nunca se volvió a saber de ellos. Se supone que los venden como antigüedades para propiedades particulares.
Otra de los mausoleos con más daños fue el del expresidente Manuel Estrada Cabrera. Para proteger el medallón fúnebre y las coronas de laurel que se encontraban en la tumba se optó por trasladarlos en 2018 al Museo de Historia de la Casa de la Cultura de Quetzaltenango.