Guatemala

Volcán de Fuego: Familias dejan sus propiedades en La Dignidad y buscan nuevas oportunidades

Calor, inseguridad y servicio irregular de agua llevaron a que algunos vecinos vendan sus propiedades en Q15 mil.

Colonia La Diginidad, Escuintla, a donde fueron trasladados los sobrevivientes de la erupción del volcán de Fuego, el 3 de junio de 2018. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Colonia La Diginidad, Escuintla, a donde fueron trasladados los sobrevivientes de la erupción del volcán de Fuego, el 3 de junio de 2018. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Hoy se cumplen cinco años desde el 3 de junio del 2018, cuando la erupción del Volcán de Fuego sepultó una comunidad y a familias enteras. Los sobrevivientes trasladados a la colonia La Dignidad, en Escuintla, no se acostumbran al cambio de vida y optaron por vender o alquilar la vivienda que les otorgó el Gobierno o quedarse y enfrentar las dificultades de su nuevo hogar.

A 62 km de la capital y a 16 de San Miguel Los Lotes, Sacatepéquez, se ubica la finca La Industria, zona 4 de Escuintla, donde se construyeron mil viviendas que conforman la colonia La Dignidad, un proyecto que costó Q172 millones 769 mil 110.

No obstante, el nombre de La Dignidad para algunos vecinos no corresponde a las condiciones en que viven, pues a pesar de reflejar paz para el visitante, la inseguridad, el hacinamiento, el calor y la humedad cuando el agua de lluvia se filtra por los techos de las casas son los problemas con los que deben lidiar.

La tragedia provocada por el Volcán de Fuego dejó 215 fallecidos y 216 desaparecidos. Entre los muertos están los abuelos, primos y la madre de María Graciela García, de 24 años, que busca sanar las heridas con el apoyo de su esposo y familiares con los que comparte una vivienda.

“No queda más que confiar en el tiempo que todo lo cura y luchar por la vida”, dice García, quien no se encontraba en su casa el día de la erupción.

Así luce la Zona Cero en San Miguel los Lotes, cinco años después de la tragedia del Volcán de Fuego. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Después de cinco años de vivir en La Dignidad, nadie se acostumbra, porque el calor es “abrasador” y como su experiencia se centra en la agricultura, ese es el principal obstáculo para que hombres y mujeres consigan un trabajo, dice García.Hacinamiento

Las mil viviendas se entregaron para igual número de familias, pero muchos quedaron fuera de ese beneficio y se refugiaron con familiares, aunque implique vivir hacinados.

“Somos 12 en total, tres familias, que incluye tres niños. Por las noches nos repartimos en las dos habitaciones para dormir porque solo a nosotros nos dieron casa. No sabemos qué criterios usaron, pero a mi hermano no lo beneficiaron, por eso él y su familia viven acá”, cuenta García.

Todas las casas tienen 84 metros cuadrados, con un jardín frontal, dos dormitorios, un sanitario, un área para sala y cocina y un patio trasero. Las primeras 168 viviendas se entregaron en mayo del 2019.

Al caminar por las calles de La Dignidad se observan jardines frondosos donde cada familia sembró a su gusto rosales y árboles de frutas. También hay ventas de comida en los ventanales y abarroterías improvisadas que ofrecen productos de primera necesidad, aunque para algunos vecinos “solo es apariencia”, porque se cometen asaltos a cualquier hora, debido a que no cuentan con muro perimetral y nunca se contrató policía privada, como acordaron en un principio.

Ha transcurrido un año desde que, según los moradores, una persona se opuso a entregar sus pertenencias y fue ultimada a escasos metros de un parque con juegos infantiles.

“Entran en motocicletas, abren vehículos por la fuerza y roban motocicletas estacionadas. Hay quienes han sido asaltados frente a sus viviendas porque el calor no se aguanta y salimos a tomar aire”, relata García.

“Solo hay alumbrado público en las calles principales, pero no en los parques. La Policía Nacional Civil casi no entra y después de que se entregaron las casas no volvieron los representantes del gobierno”, afirma Marlene Vásquez, otra residente de la colonia que perdió a su madre y cinco hermanos en la erupción del coloso.

Tristeza

La Dignidad está dividida en ocho sectores. Cada uno es presidido por una junta directiva que informa de procesos en la colonia y canaliza las demandas de los residentes hacia la municipalidad. Una de las principales quejas es el tiempo en que se les provee de agua entubada, que por lo general son cuatro horas por la mañana, pero han pasado hasta tres días sin contar con el servicio.

En el área donde se ubicó a los sobrevivientes de San Miguel Los Lotes es difícil conseguir que alguien emita opinión. Allí vive la mayoría de los que perdieron a sus familiares. Los ancianos descansan bajo los árboles de fruto, pero prefieren guardar silencio.

“En muchos es evidente la tristeza por no vivir en el lugar que los vio crecer. No poseer ningún título académico que los respalde es también un problema, porque les dificulta conseguir trabajo en la cabecera de Escuintla”, sostiene Carmen Azurdia, integrante de la junta directiva del sector Las Palmas, una comunidad situada en Siquinalá, Escuintla, que aunque no fue afectada por la erupción tuvo que ser evacuada por prevención.

Las viviendas constan de dos dormitorios, un sanitario y un área para sala, cocina y comedor. (Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Se mudan

Hasta hace dos años en La Dignidad residían unas mil familias, pero según Azurdia, unas 200 se han ido porque no pudieron adaptarse al lugar, a tal punto que en su desesperación algunos vendieron la vivienda que les entregó el gobierno o la alquilaron para mudarse a lugares donde se les ofreció trabajo en la agricultura.

“Hay familias que ya no son de las comunidades evacuadas. Sabemos que algunas viviendas casi las regalaron, porque las vendieron en Q15 mil”, añade Azurdia.

Varios de los que no encuentran trabajo en la agricultura hicieron un primer pago para comprar motocicletas y prestar servicio de mototaxi, mientras que otros trabajan como ayudantes de albañilería o jardinería.

“Solo vi que venía una nube negra y corrí. No imaginé que abandonaría mi siembra para siempre”. Así recuerda aquella mañana Edwin Ramiro Hernández, de 54 años, que como todos los días trabajaba en la siembra de maíz y frijol en San Miguel Los Lotes, pero fue sorprendido por la erupción del cono.

Las quemaduras que Hernández tiene en el cuerpo y en especial en las piernas le restan movilidad y oportunidades de trabajo.

“En mi desesperación por auxiliar a mi familia soterrada me quemé el cuerpo y las mayores heridas las tengo en las piernas. Me cuesta caminar”, manifiesta Hernández.

La recuperación no fue fácil para el agricultor y debió permanecer un mes en el intensivo de un hospital. Tres de sus cuatro hijos fueron
trasladados a Estados Unidos para practicarles injertos de piel.

“Aunque esto no se parece en nada a donde vivíamos, hay que agradecerle a Dios que estamos con vida y tenemos un hogar. Aquí el calor no se soporta y allá donde vivíamos era templadito”, comenta Hernández, mientras poda el césped de un parque infantil que es parte de la colonia.

El hombre comparte la vivienda con otras seis personas, incluido su hijo mayor, con quien trabajaba en la siembra de granos básicos, pero que no fue incluido entre los beneficiados con vivienda.

Quienes viven en La Dignidad afirman que el servicio de agua entubada es irregular y deben mantener reservas.(Foto Prensa Libre: Carlos Hernández)

Inacif entrega cuerpos

El Instituto Nacional de Ciencias Forenses entregó a los sobrevivientes los restos de 96 familiares que perecieron al quedar soterrados bajo las cenizas , la mayoría no fueron identificados debido a las condiciones en que se encontraron los cuerpos. Algunos restos serán trasladados de inmediato al cementerio, porque sus familiares dicen no tener recursos para organizar un velatorio. Es el caso de Marlene Vásquez, que perdió a seis familiares en la tragedia.

“Solo han encontrado tres cuerpos, el de mi madre y dos hermanos. Quedan pendientes tres hermanos. Yo no vivía con mi mamá, sino más arriba, por eso me salvé”, narra. Entre los restos que fueron entregados también figura el de Mirna García, de 20 años, sobrina del agricultor Edwin Hernández.

“Es lamentable que tanto tiempo después sigamos enterrando familiares. Hay algunos desaparecidos con los que no teníamos mayor comunicación, pero nunca faltó un buenos días o un buenas tardes”, recordó.

Algunos de los que recibieron los restos de sus familiares dijeron que acudirán a San Miguel Los Lotes para hacer un recorrido y celebrar un acto religioso a manera de despedida.

La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres declaró inhabitable la comunidad de San Miguel Los Lotes y denominó el área como Zona Cero, debido al riesgo de una nueva erupción del Volcán de Fuego, que continúa activo.

 

ESCRITO POR:

José Manuel Patzán

Periodista de Prensa Libre especializado en temas de seguridad, con 18 años de experiencia en periodismo escrito, radial y televisivo. Reconocido con el premio Periodista del Año de Prensa Libre en 2016.