La actividad se caracteriza por ser una de las pocas costumbres que permanecen en el departamento y que lucha por no desaparecer, afirmó Fortunato Pablo Mendoza, cronista de la localidad.
Expresó que los visitantes llegan para observar la carrera, que no es una competencia, porque los jinetes participan para demostrar valentía y coraje.
Mendoza indicó que arriesgar la vida al correr en estado de ebriedad es parte del ritual que se realiza como un acto ceremonial, ya que antiguamente se creía que si un jinete caía del caballo y moría era presagio de un año próspero para el municipio.